Los hay de diversos colores, pero la forma suele ser similar en todos ellos. Hablamos de los billetes, el papel moneda que nos lleva acompañando desde 1661 y que se ha convertido en objeto de deseo para coleccionistas, especialmente cuando tiene unas características peculiares.
En este artículo, vamos a emprender un viaje por la geografía mundial para identificar los billetes más originales en cuanto a su forma.
Filipinas tiene el billete más grande del mundo en lo que a dimensiones se refiere. Es el billete de 100.000 pesos filipinos, emitido en 1998 para conmemorar el centenario de la independencia de Filipinas de España.
Mide 35,6 centímetros de ancho por 21,6 centímetros de alto y en su anverso se puede admirar una recreación del Acta de la Declaración de Independencia de Filipinas y retratos de importantes figuras de la independencia, como Emilio Aguinaldo y Andrés Bonifacio.
El reverso reproduce escenas relacionadas con la independencia, además de la bandera filipina y el himno nacional. Su valor nominal es de 100.000 pesos filipinos (1.600 euros), una cifra muy alta debido a su naturaleza conmemorativa. Por ello, se emitieron solo 1.000 unidades, muy codiciadas por coleccionistas de todo el mundo.
Existen multitud de billetes diminutos que se han utilizado en distintos momentos de la historia. La mayoría obedece a un fenómeno: la guerra.
Por ejemplo, durante la guerra civil española, la República retiró las monedas para usar su metal con otros fines, por lo que las pequeñas operaciones se encontraron sin efectivo. Por ello, las juntas comenzaron a imprimir sus propios billetes, de muy pequeñas dimensiones para sustituir las monedas.
El material más habitual fue el cartón. Este híbrido entre moneda y billete, también llamado sello moneda, tenía reducidas dimensiones para facilitar su transporte y abaratar costes usando el mínimo de materia prima.
Algunos ejemplares tienen unos 35 milímetros de diámetro. Solían contar con el sello de la República, alguna figura o arenga republicana o algún detalle local de la zona donde este papel era válido.
Otra vez la guerra obliga a las fábricas de la moneda a ser más ingeniosas. Durante la Segunda Guerra Mundial, Ceilán (actual Sri Lanka) estaba bajo mandato británico, pero con capacidad de emitir su propia moneda.
Ante la escasez de metal, se diseñaron billetes de cinco céntimos que podían romperse y generar dos billetes, uno de dos céntimos y otro de tres.
Algunas de las piezas cuentan con una línea de perforación en el centro del billete para facilitar la separación.
La pieza, muy sobria en cuanto a estampación, tiene una pequeña ilustración con el rostro de Jorge VI, rey del Imperio británico. Se imprimieron unos 4.600 de estos billetes, que estuvieron en circulación entre 1942 y 1943.
Algunos países han emitido billetes cuadrados. Tailandia, en 1987, lanzó un billete conmemorativo con el rey Rama IX. Su valor nominal era de 60 baht, aunque los coleccionistas ahora pagan grandes sumas por hacerse con un ejemplar.
En 1997, Kirguizistán lanzó una serie de billetes de 1 a 50 tyiyn con forma cuadrada, que también están muy demandados por su originalidad.
Los billetes van más allá de su función como vehículo de intercambio. Reflejan la identidad cultural, histórica y económica de las sociedades a pesar de que, con la digitalización, su uso ha disminuido.
Grandes, pequeños o cuadrados, son símbolos tangibles de confianza y valor, además de un documento de promoción cultural, ya que muestran el patrimonio del mundo a través de su biodiversidad, momentos y paisajes destacados o personajes relevantes.
La tecnología avanza y los billetes van incorporando mejoras que los hacen más sostenibles o perdurables, lo que influye en su diseño. Hemos visto que guerras o conmemoraciones han ido moldeando su forma y dimensión y hoy nos preguntamos: ¿cómo serán los billetes del futuro?