SOSTENIBILIDAD

Cambio climático, un reto global (con una solución global)

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Cambio climático, un reto global (con una solución global)
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CaixaBank

21 Noviembre, 2019


¿Te imaginas que todos los seres humanos nos pusiéramos a remar en la misma dirección? Si fuéramos capaces de ponernos todos de acuerdo, no habría reto que se nos resistiera. Precisamente ahora tenemos por delante un desafío que da la oportunidad a la humanidad de ofrecer una respuesta conjunta. Entre otras razones, porque es la única manera que hay de superarlo. Se llama cambio climático y tiene tal capacidad de transformar el planeta, que no nos quedará más remedio que atajarlo entre todos.

Lo cierto es que el potencial disruptivo del cambio climático va mucho más allá de las consecuencias que todos tenemos en mente cuando hablamos del tema. Al hacerlo, normalmente se nos pasan por la cabeza imágenes de desiertos, fenómenos meteorológicos extremos o casquetes polares que se derriten. No solemos pensar en otros efectos, como los económicos y los sociales, que son igualmente importantes. Si no lo frenamos, el cambio climático puede convertir estos costos en algo inasumible.

Esta es una de las principales conclusiones del dossier Frenar el cambio climático: ahora o nunca elaborado por CaixaBank Research e incluido en su Informe Mensual de noviembre. Este trabajo analiza las consecuencias de este fenómeno y ofrece algunas pautas para afrontarlo.

Los distintos escenarios del cambio climático

El cambio climático es a veces motivo de controversia. ¿Hasta qué punto es causado por nuestras acciones y no por condicionantes naturales? Al fin y al cabo, la Tierra lleva 100.000 años calentándose y enfriándose consecutivamente. En este punto, la evidencia científica apunta a que la acción del hombre tiene mucho que ver con este fenómeno. Se estima que tres cuartas partes del cambio climático de los últimos 60 años se debe a la actividad humana que ha incrementado de forma sustancial la emisión y posterior concentración de gases invernadero en la atmósfera.

El trabajo técnico del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el equipo de expertos que asesora a la ONU, ha sido clave para que el mundo llegara a compartir este diagnóstico sobre el cambio climático que pone a la acción humana en el centro. Gracias a él, la comunidad internacional se ha comprometido a evitar un aumento de la temperatura media global de más de 2 ºC respecto a los niveles preindustriales. Con ese objetivo, se deben reducir las emisiones globales de GEI alrededor del 30 % en 2030 desde los niveles actuales.

¿Qué pasaría si renunciamos a reducir las emisiones? ¿Y si las reducimos, pero no tanto? Actualmente, se plantean cuatro grandes escenarios en el horizonte del año 2100:

– Business as usual: si no tomamos medidas y seguimos con el ritmo de crecimiento de emisiones actual, la temperatura subiría entre 4 ºC y 5 ºC.

– Transición energética insuficiente: si seguimos con las políticas actuales de mitigación del crecimiento, el aumento sería de entre 3 ºC y 4 ºC.

– Transición energética intermedia: si implementamos íntegramente las medidas del Acuerdo de París, el aumento sería del 2 ºC.

– Transición energética ambiciosa: el aumento llegaría al 1,5 ºC.

Si tenemos en cuenta que una subida de la temperatura por encima de los 2 ºC provocaría riesgos climáticos graves y frecuentes (sequías, ciclones, huracanes, subida del nivel del mar…), lo cierto es que pequeñas variaciones en la temperatura pueden ser esenciales para la vida en la Tierra. Incluso limitar esa subida a 1,5 ºC en lugar de 2 ºC puede suponer que la cantidad de personas que sufrirían problemas de acceso al agua potable se reduciría a la mitad.

Los impactos ocultos de la reducción de emisiones

Las consecuencias del cambio climático también tienen una importante vertiente económica. De hecho, ya se estudian los impactos que tendrá sobre el PIB global en el año 2100. Así, un artículo publicado en la revista Nature apunta que, en un escenario donde se sigan aplicando las políticas energéticas que tenemos hoy, se producirá una reducción del PIB global de entre el 15 % y el 25 % en 2100, en comparación con un escenario en el que las temperaturas se mantuvieran en los niveles actuales. Y si no hacemos nada (business as usual), la reducción superaría el 25 %.

Además, el informe estima que pasar de un escenario con un aumento de 2 ºC a uno de 1,5 ºC beneficiaría al 90 % de la población global en 2100, y permitiría ahorrar más de 18 billones de euros, el equivalente de una cuarta parte del PIB global actual.

Cómo actuar ante el cambio climático

Hacer frente a este gran desafío no es una tarea fácil. Tiene sus propios retos, como la contestación social que pueden despertar las distintas medidas, tal y como ocurrió en el caso de los chalecos amarillos en Francia. Por eso es importante que los planes que pongan en marcha los Gobiernos tengan el mayor consenso político posible, la implicación de colectivos que puedan verse afectados o el apoyo a los sectores más vulnerables.

También es necesaria la transparencia a la hora de utilizar los ingresos obtenidos por el aumento de impuestos al carbono, así como la inversión de parte de esa recaudación en tecnologías para luchar contra el cambio climático. La inversión pública puede tener un papel determinante en este sentido.

En cuanto a la inversión que pueden realizar empresas y familias contra el cambio climático, junto a la captación de financiación necesaria para llevarla a cabo, su promoción será mucho más sencilla si existen unas reglas claras y estables. Como muchas de estas inversiones tienen periodos de amortización largos, la certidumbre y la garantía de estabilidad en la norma son imprescindibles.

Además, es importante que el sector financiero disponga de las herramientas necesarias para poder valorar y gestionar los riesgos financieros que van asociados al cambio climático. Por ejemplo, actualmente no existen unos estándares comunes de divulgación de información financiera relacionada con el clima. Si existieran, podríamos saber más fácilmente qué compañías pueden aprovechar mejor las oportunidades de la economía descarbonizada o qué empresas están más preparadas para afrontar los riesgos climáticos.

Sector público, empresas y sociedad civil tenemos que responder al unísono ante el gran reto del cambio climático. Una respuesta coordinada puede traer tantos beneficios que merece la pena hacer el esfuerzo. Dejar un mundo mejor a quienes lo habitarán en el futuro es una cuestión de justicia.

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