SOSTENIBILIDAD

Corresponsabilidad familiar, una tarea de todos

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Corresponsabilidad familiar, una tarea de todos
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CaixaBank

15 Mayo, 2020


Como todos los asuntos complicados, este es un tema incómodo. El reparto de la responsabilidad familiar y las tareas relacionadas con los cuidados suele ser un foco de tensiones habitual que no sabemos resolver, en gran parte porque tampoco nos resulta sencillo diagnosticarlo. Estereotipos, percepciones, valoración del tiempo… son muchos los factores que influyen. De cara al Día Internacional de las Familias, conviene pararse a pensar en todos estos puntos y en cómo la corresponsabilidad familiar nos puede ayudar a ponerlos en orden.

De hecho, el confinamiento por la pandemia de COVID-19 ha puesto esta cuestión en el primer plano. El teletrabajo y la suspensión de las clases presenciales han localizado bajo un mismo techo a todos los miembros de muchas familias. Nunca antes se había visibilizado tanto la necesidad de que cada uno se haga cargo de su cuota de responsabilidad para que un hogar funcione. Tal vez esta es la razón por la que la corresponsabilidad familiar reivindica, hoy más que nunca, un hueco en nuestro día a día.

Qué es la corresponsabilidad familiar

Tal como la define el Instituto de la Mujer, la corresponsabilidad es el reparto equilibrado de las tareas domésticas y de las responsabilidades familiares, con el fin de distribuir de forma justa los tiempos de vida de mujeres y hombres. Ni más, ni menos. Este concepto abarca la organización, el cuidado, la educación y el afecto con respecto a las personas dependientes dentro del hogar.

Se trata de un objetivo al que deberían aspirar todas las familias. Sin embargo, todavía se encuentra lejos de ser una realidad. Según recoge el informe “ClosinGap: Coste de oportunidad de la brecha de género en la conciliación”, elaborado por AFI, las mujeres dedican unas dos horas más al día que los hombres al hogar y la familia. En consecuencia, disponen de una hora y treinta y siete minutos diarios menos que los hombres para dedicar al ocio, según datos del INE citados en el estudio.

Este trabajo también destaca que, por cada dos hombres que declaran disponer de más de cinco horas libres al día, solo hay una mujer que afirma lo mismo. Es más: entre quienes aseguran no disponer en absoluto de tiempo libre, las mujeres superan a los hombres en un 20%.

El patrón se repite en el caso de los adolescentes, una tendencia que apunta a la prevalencia de estereotipos de género. Un estudio del Maryland Population Research Center desvela cómo los chicos de entre 15 y 19 años dedican media hora al día al trabajo doméstico, mientras que las chicas invierten un cuarto de hora más.

Los costes de la asimetría

El reparto de tareas y responsabilidades familiares está estrechamente ligado a otros conceptos como la brecha de género laboral o de disfrute de ocio. De hecho, otros estudios que cita el informe “ClosinGap” han manifestado cómo la calidad del ocio de las madres es inferior a la de los padres porque se encuentran menos a menudo sin hijos alrededor. Entre otras razones, porque ellas suelen ser el único adulto presente durante los períodos de ocio compartido y quienes responden a las necesidades de los hijos cuando surgen. Es más: las madres tienen incluso más probabilidades de haber planeado ese mismo evento de ocio que disfruta toda la familia.

No disponer de un equilibrio entre el desarrollo de actividades obligatorias y voluntarias tiene múltiples costes, que van desde la salud de quien lo sufre a la limitación del potencial de crecimiento de la economía. De hecho, la asimetría en la distribución de las tareas del hogar es una de las principales causas de las desigualdades que las mujeres deben afrontar en el mercado laboral. Que puedan dedicar menos tiempo a su ocio por esta causa también supone una menor capacidad de consumo en este tipo de actividades y, consecuentemente, menos ingresos fiscales por dicho consumo para los países.

Con todo, ese tiempo de más que las mujeres dedican a las tareas del hogar y los cuidados permanece invisible. Ni siquiera se suele considerar como un trabajo, en el sentido de que no reciben remuneración por hacerlo. Así, dar un valor al tiempo de todos los miembros de la familia es el primer paso que se debe dar para visibilizar y medir mejor su aportación a la corresponsabilidad.

Cómo valorar el tiempo

Romper dinámicas es un ejercicio farragoso, incluso para las familias. Sin embargo, es necesario hacerlo si esas dinámicas resultan perjudiciales. Con este objetivo, Eve Rodsky, una abogada y mediadora familiar estadounidense, escribió su ensayo “Fair Play: A Game-Changing Solution for When You Have Too Much to Do (and More Life to Live)”.

A través de esta obra, Rodsky mostró al mundo el método que ideó para su hogar: un sistema en el cual cada tarea que beneficia a la familia no solo se nombra, sino que también se define explícitamente y se asigna de forma específica. No importa si se trata de lavar los platos, planificar las vacaciones o acompañar en el hospital a un pariente que se ha roto la cadera. Merece la pena dedicar un rato a distinguir cuáles son las tareas que aportan valor a la familia, visibilizarlas y encargarlas, siempre bajo el principio de que el tiempo de todos los miembros de la familia es un tiempo valioso.

Si la familia reconoce que el tiempo de cada uno de sus miembros es limitado y valioso, será más sencillo dividir las tareas con igualdad y valorarlas en su justa medida, tal como destaca la autora.

Romper estereotipos

Incluso las políticas públicas tienen cada vez más en cuenta la corresponsabilidad familiar. Este concepto está detrás de cambios tan significativos como el del permiso por nacimiento y cuidados en España. En este sentido, se ha puesto en marcha la equiparación progresiva de los permisos de maternidad y paternidad. Una meta que se alcanzará el próximo año, con 16 semanas para cada miembro de la pareja.

Las empresas también apuestan cada vez más por la igualdad de género, que es uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU para mejorar la vida de todos los ciudadanos sin dejar a nadie atrás.

En el caso de CaixaBank, su compromiso se manifiesta a través del nuevo Plan de Igualdad, que se firmó en enero de 2020, y del programa de diversidad Wengage, un programa transversal basado en la igualdad de oportunidades y dirigido a reforzar el rol de las mujeres en la empresa y la sociedad, entre otros.

También con el certificado de Empresa Familiarmente Responsable (EFR), que otorga la fundación MásFamilia y que hemos renovado este 2020, por el que se reconoce nuestro modelo de gestión de mejora continua en materia de igualdad y nuestra apuesta por políticas e iniciativas de conciliación entre todos los profesionales de la entidad.

Además, el 55% de su plantilla está compuesta por mujeres, que ocupan un 41,3% de las posiciones directivas y el 40% de cargos en el consejo de administración.

Eso sí, para que las medidas que fomentan la conciliación de la vida laboral y familiar sean justas en la práctica y no contribuyan a perpetuar estereotipos, es imprescindible aplicar el principio de corresponsabilidad, tal como exige la Unión Europea a través de distintas directivas. Ese que garantiza que las tareas y obligaciones se reparten de manera efectiva entre los distintos miembros de la familia.

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