Sin embargo, frenar la desertificación no es solo responsabilidad de los ciudadanos. Autoridades y empresas también pueden apoyar esta tarea e incluso ayudar a restaurar de muchas maneras los suelos de los ecosistemas que ya están dañados.
Algunas de ellas son la reforestación y regeneración de especies arbóreas, las mejoras en la gestión del agua, la promoción de barreras de bosques que protejan las tierras de la erosión por viento, la regeneración de la cubierta vegetal para fertilizar el suelo o el uso de residuos de poda selectiva para abonar los campos.
En este sentido, CaixaBank participa en varios proyectos de reforestación para compensar su huella de carbono. En uno de ellos, más de 30 voluntarios de la entidad colaboraron con la plantación de nuevas especies locales en 4,9 hectáreas de bosque quemado en Ejulve (Teruel) para evitar la erosión y promover la biodiversidad. En esta misma línea, CaixaBank ha promovido también la plantación de 4.500 árboles de especie autóctona en 11 hectáreas quemadas en el entorno de Montserrat (Barcelona) por una empresa que trabaja con personas en riesgo de exclusión social.
La entidad ha apoyado también un proyecto para proteger 500.000 hectáreas de plantaciones de nuez en una zona situada en la frontera entre Perú y Brasil, una acción que permite reducir unos dos millones de toneladas de CO2 al año.
La financiación resulta clave para poder llevar a cabo todas estas iniciativas. En este sentido, en 2019 CaixaBank concedió un total de 1.546 millones de dólares en préstamos verdes y cuenta con líneas específicas para financiar proyectos agrarios de desarrollo sostenible a través de AgroBank. En concreto, las iniciativas apoyadas están relacionadas con la eficiencia en el uso del agua, la agricultura ecológica, la gestión de residuos o el desarrollo del entorno rural. Todas ellas están relacionadas con algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU para lograr la prosperidad sin dañar al planeta, como el número 2 (Hambre cero), el 6 (Agua limpia y saneamiento), el 12 (Producción y consumo responsables), el 14 (Vida submarina) o el 15 (Vida de ecosistemas terrestres).
Tal vez a partir de ahora contemplemos el suelo con otros ojos. Protegerlo es uno de los desafíos más importantes que afronta la humanidad de cara al futuro, así que merece la pena tenerlo presente en nuestros actos cotidianos.