En la práctica, eso supone sustituir los viejos sistemas por la iluminación led. Es cierto que las bombillas de este tipo son más caras, pero la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) espera que el aumento de su oferta conlleve una bajada progresiva de los precios.
En efecto, el proceso de fabricación de un led es ahora más sencillo y en los últimos años el precio de venta ha ido bajando notablemente. Además, las bombillas led cuentan con no pocas ventajas que tienen que ver con una mayor eficiencia, ahorro energético y sostenibilidad.
Mayor eficiencia: las bombillas led consumen apenas una décima parte que las halógenas y suministran la misma cantidad de luz. Por lo tanto, aunque sean algo más caras, son hasta 10 veces más eficientes, y la inversión se recupera rápidamente.
Ahorro energético: cuando todos los dispositivos halógenos se hayan sustituido por ledes, el ahorro energético anual será de 48 TWh, es decir, el equivalente al consumo eléctrico de 11 millones de hogares. O, aproximadamente, lo que consume todo el país de Portugal durante un año.
Sostenibilidad: se prevé que el ahorro energético reduzca en 15,2 millones de toneladas las emisiones de CO2 para el año 2025. Eso equivale a las emisiones que generan alrededor de dos millones de personas.
Además, las bombillas led no se calientan, su encendido es instantáneo, no pierden calidad de luz con el tiempo y están hechas íntegramente de materiales reciclables, por lo que, al final de su uso, las bombillas también serán recicladas.
Según datos de Anfalum, en 2017 la tecnología led ya tenía una cuota de mercado del 63 %, seis puntos más que en 2016. Con la desaparición de las bombillas halógenas, ahora la cuota no puede hacer otra cosa que subir.
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