¿Te imaginas que existiera un lenguaje que te permitiera entenderte prácticamente con cualquier persona del planeta? Tal vez ahora mismo estés pensando en el esperanto, esa lengua artificial concebida para unir a los pueblos bajo un idioma común y que hoy lucha por su supervivencia. Sin embargo, hay otra lengua que utilizan ciudadanos de todo el mundo y que vive en tu smartphone. Se trata de los emojis, esos iconos que te ayudan cada día a matizar tus mensajes de texto o incluso a escribir frases enteras sin teclear una sola palabra.
El uso de estos iconos se ha extendido de tal manera que incluso celebran su propio Día Mundial del Emoji el 17 de julio desde el año 2014. La razón por la que se eligió ese día tiene que ver con el emoji que utilizaban originalmente plataformas como Apple en el icono de su aplicación de calendario.
Se trata de un lenguaje que se ha ido enriqueciendo con el paso del tiempo. Además de sumar paulatinamente nuevos iconos, el propio uso que realizamos de ellos va incorporando cada vez un mayor significado a esta nueva lengua. Nos ayudan a comunicar conceptos como la tristeza o la alegría con multitud de matices distintos. También a indicar si lo que escribimos se debe leer con un sentido irónico o a mantener conversaciones a base de dibujitos. Todo ello, sin un diccionario que indique el significado exacto de cada uno de ellos.
Precisamente la ausencia de reglas gramaticales hace que el significado de los emojis dependa tanto del uso que le dé el emisor como de lo que entienda el receptor cuando lo ve. Resulta que la famosa flamenca de WhatsApp no fue concebida originalmente como una bailaora, sino como una bailarina de tango, ni las manos con las palmas juntas representan una persona rezando o dos manos chocando. Aunque esa es la teoría, en realidad se trata de una característica más de un lenguaje, el de los emojis, en el cual quienes mandan son sus usuarios.