Ahora que los bancos centrales han comenzado a subir los tipos de interés, hay quien busca productos financieros para rentabilizar sus ahorros, una circunstancia que aprovechan los ciberdelincuentes para practicar la estafa de las falsas inversiones.
En este tipo de fraude telefónico, los ciberdelincuentes se hacen pasar por brókeres o gestores de inversiones y se ponen en contacto con las posibles víctimas, a las que ofrecen altas rentabilidades por invertir en determinados productos o activos, habitualmente criptomonedas.
Cuando han captado la atención de la víctima, le facilitan un número de cuenta bancaria en la que ingresar una pequeña cantidad de dinero, por ejemplo, 200 euros, para que ellos puedan empezar a mover y rentabilizar.
En ese momento, comparten con la víctima un usuario y contraseña para que pueda seguir la evolución de su inversión a través de una app que ha de descargarse en el móvil o de una web falsa. La referencia de esta aplicación le llegará a través de un enlace que envíen por mail o desde una web falsa.
Serán los ciberdelincuentes quienes alteren a su gusto las variaciones de la inversión. Así, desde un primer momento la víctima verá que la cantidad que había invertido en un principio se ha duplicado o triplicado en un periodo de tiempo muy corto, algo que servirá de excusa a los estafadores para pedir más dinero.
En algunos casos, incluso se ofrecen a hacer ellos mismos la transferencia y se aventuran a pedir los datos de acceso a la banca online. También pueden instar a la víctima a que se descargue un programa de control remoto para que el ciberdelincuente pueda conectarse a su ordenador y efectuar él mismo la operación.
Cuando la víctima considera que ya ha ganado suficiente dinero y quiere recuperar su inversión es cuando llega la sorpresa. Los delincuentes se inventarán cualquier excusa, como el pago de impuestos por los beneficios obtenidos o de tasas por los servicios prestados, para que haga una nueva transferencia.
En el momento en que se realiza el último desembolso, el ciberdelincuente corta la comunicación con la víctima y desaparece con todo el dinero acumulado desde la primera supuesta inversión.
En ocasiones, la estafa no acaba aquí. Hay víctimas que reciben la llamada de un supuesto bufete de abogados o de la policía indicándoles que les ayudarán a recuperar el dinero robado, pero previamente tienen que pagar una cantidad determinada de dinero por sus servicios. Cuando la víctima desembolsa la cantidad que le han pedido, los supuestos abogados o policías, desaparecen.