Simon Leviev. Si no te suena este nombre es que no conoces al apodado “estafador de Tinder”, un hombre que timó a varias mujeres alrededor del mundo mediante el romance scam o fraude del romance, atacando sus sentimientos y confianza y haciéndose con grandes sumas de dinero mediante el engaño.
El inicio de este fraude se encuentra en redes sociales (Facebook, Instagram, etc.), en aplicaciones de citas o páginas web de contactos a las que acuden las potenciales víctimas en busca de amigos o de una relación amorosa.
Los ciberdelincuentes crean en ellas perfiles falsos, con fotografías y biografías que llaman la atención de otros usuarios desde el primer momento. Esto hace que las víctimas sientan interés e inicien una conversación con el ciberdelincuente.
Durante días, semanas e incluso meses, el estafador trabaja para ganarse la confianza de la potencial víctima, a la que va seduciendo hasta que consigue iniciar con ella una relación a distancia. Lo más habitual es que víctima y estafador no se conozcan en persona, pero exista la promesa de verse próximamente.
Justo esta es una de las excusas que utilizan los ciberdelincuentes para pedir el primer envío de dinero: pagar el billete que les permita reunirse. La otra excusa suele ser la aparición de un problema muy grave que necesita de una cierta suma de dinero para poder solventarse.
Normalmente, la víctima, por el vínculo que ya la une al estafador, hace los primeros pagos. En ocasiones, el compromiso es tal que la persona estafada llega a endeudarse con su entidad financiera con tal de ayudar al ciberdelincuente.
Una vez que el timador ha recibido una cantidad de dinero que considera suficiente o teme ser descubierto, pone fin a la relación y desaparece.