Hoy, 9 de noviembre, es el Día Internacional del Inventor, una fecha que tiene un curioso origen: es el día del nacimiento de la actriz austriaca, posteriormente nacionalizada estadounidense, Hedy Lamarr.
La vida de Lamarr fue, nunca mejor dicho, de película: de familia judía, nació en Viena en 1914, cuando la ciudad aún era la capital del Imperio austrohúngaro. Inició estudios de ingeniería a los 16 años, pero atraída también por las artes escénicas, los acabó abandonando. Probó suerte en el teatro berlinés, y tras ello, inició su carrera cinematográfica en Checoslovaquia, donde protagonizó, cuando aún no había cumplido 20 años, la polémica película Éxtasis, que se estrenó en 1933.
El revuelo que se armó fue tal que, disfrazada de su asistenta, tuvo que acabar huyendo de su marido, su país y el nazismo, viajando primero a París y luego a Londres. Allí conoció a Louis B. Mayer, el presidente de la Metro-Goldwyn-Mayer, quien le ofreció un contrato en el mismo barco que los trasladaba a ambos a Estados Unidos. Así, Lamarr llegó a América y acabó convirtiéndose en una estrella de Hollywood, protagonizando numerosas películas en las décadas de los 30 y los 40, y rivalizando con la gran actriz del momento, Vivian Leigh de Lo que el viento se llevó.
¿Por qué se decidió entonces que el Día del Inventor fuese la fecha de nacimiento de una actriz de Hollywood? El motivo hay que buscarlo en Hedy Lamarr, superdotada según sus profesores de infancia, que tenía una vida paralela como científica. Y entre película y película, cuando la Segunda Guerra Mundial se encontraba en sus albores, desarrolló la llamada técnica del espectro ensanchado, cuya función es la de encontrar el espectro de frecuencia disponible para enviar datos y señales a través de los sistemas de telecomunicaciones. O, dicho de otra forma, inventó el sistema para que dos emisiones no se superpongan, muy similar al que hoy en día siguen utilizando tecnologías tan habituales como el bluetooth o el wifi.
Hedy Lamarr no registró la patente de su invento, sino que la cedió al ejército de los Estados Unidos, contribuyendo de esta forma, desde el anonimato, a la victoria de los aliados, que basándose en sus trabajos habían creado un sistema de guía por radio para torpedos que era capaz de evitar las interferencias de las potencias del Eje.
Muchos años después, el inventor y empresario alemán Gerhard Muthenthaler propuso escoger el día del nacimiento de Hedy Lamarr, el 9 de noviembre de 1914, como homenaje a todos los inventores del mundo, pero principalmente a la olvidada Lamarr, que falleció en 2000 y que no fue incorporada a la National Inventors Hall of Fame hasta 14 años después de su muerte.
Pero Hedy Lamarr, cuya vida de película será adaptada próximamente en una serie, no ha sido, ni mucho menos, la única mujer inventora que ha pasado por la historia de puntillas. Recordemos tan solo algunas de ellas:
- El primer modelo de sierra circular fue patentado en 1810 por una mujer, la norteamericana Tabitha Babbitt, gracias a la cual todos podemos practicar el bricolaje hoy en día.
- En 1845, Sarah Mather patentó el periscopio con la intención de que sirviese para estudiar las profundidades del océano. Como el de Lamarr, su invento fue posteriormente adoptado por el ejército de Estados Unidos para detectar buques de guerra y otras amenazas ocultas en el mar.
- Mary Anderson, una mujer de negocios de Alabama, inventó en 1903 el limpiaparabrisas, que posteriormente todas las marcas de coche han incluido en sus modelos. La idea le vino cuando observaba a un conductor de tranvía detenerse a cada poco para limpiar los cristales en un día de fuerte lluvia.
Y naturalmente, también pueden considerarse grandes inventoras las más conocidas Ada Lovelace, quien creó el primer algoritmo en pleno siglo XIX y es considerada la primera programadora de ordenadores, o las ganadoras del premio Nobel Marie Curie (en dos ocasiones, Física en 1903 y Química en 1911) y Gertrude Bell Elion (Fisiología y Medicina en 1988).
Grandes mujeres, muchas veces olvidadas, han contribuido a los avances más revolucionarios de la sociedad y, en ocasiones, fueron las precursoras de pequeños y grandes inventos que utilizamos hoy en día. Y es que no podemos negar que sin su participación la historia habría sido muy diferente.