La población mayor de 60 años se conecta cada vez más a internet, una tendencia que ha escalado rápidamente con el confinamiento por la pandemia de la COVID-19. Mantenerse en contacto con familiares y amigos a través de videollamadas, acceder a información sobre la emergencia sanitaria o hacer la compra online son algunas de las actividades que algunos han incorporado a los usos que habitualmente hacían de sus conexiones. El Día Mundial de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información, conocido como Día Mundial de Internet, también es para ellos, que se han convertido en usuarios intensivos de la red.
Este segmento de la población cada vez se maneja mejor con sus dispositivos electrónicos y los utiliza con más asiduidad. Según la última encuesta sobre “Equipamiento y uso de tecnologías de información y comunicación en los hogares”, que periódicamente elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 63,6% de la población de 65 a 74 años ya está conectada. A partir de esa edad, disminuye hasta el 23,4%. Son cifras de 2019, antes del inicio de la pandemia, por lo que se espera que en el próximo sondeo aumenten en todos los grupos de edad.
La buena noticia es que un porcentaje significativo de la población sénior ya ha dejado atrás sus reticencias sobre el uso de internet y lo ha convertido en una herramienta más en sus relaciones del día a día. Pero también ha convertido a estos usuarios en un blanco atractivo para los ciberdelincuentes. Junto con los menores, son el grupo más vulnerable por su desconocimiento de los riesgos que puede entrañar el uso de la tecnología.
Para conseguir que los mayores puedan disfrutar de todas las ventajas de internet sin temor, Google y la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), en colaboración con la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) y el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), han elaborado una guía con algunos consejos que los ayudarán a mantener su seguridad y privacidad:
– Evitar estafas en correos o emails
Antes de abrir un archivo o enlace adjunto en un correo electrónico, es importante cerciorarse de que el remitente es conocido. En el caso de que se ignore quién es la persona, empresa o entidad que lo ha enviado, es mejor no hacerle caso y borrarlo sin abrirlo. Por otra parte, hay que poner especial cuidado en los mensajes que se reciban. Siempre hay que desconfiar de aquellos que soliciten datos personales y tener presente que las empresas legítimas nunca piden el nombre de usuario ni la contraseña por teléfono, correo electrónico, mensaje de texto o redes sociales.
– Atentos a los virus informáticos
Una de las acciones que pueden desencadenar la apertura de un archivo con remitente desconocido es la introducción de un virus o malware en nuestro equipo informático, ya sea un ordenador o un teléfono móvil. La mejor prevención es contar con un programa antivirus actualizado que los detecte y elimine. Hay opciones gratuitas que incluso se encargan de realizar revisiones periódicas del dispositivo para comprobar que no está infectado.
– Pagos fiables para evitar el fraude
Con el confinamiento y las restricciones para salir a la calle, han aumentado las compras online. Para pagarlas, las tarjetas de crédito o débito son una de las opciones más populares. Con el fin de garantizar la seguridad de los pagos, las tarjetas adquiridas en CaixaBank ofrecen la cobertura CaixaBankProtect, un servicio que envía alertas si se realizan operaciones fuera de lo habitual y que permite reclamar el importe de aquellas que el titular no haya autorizado, entre otras ventajas.
Además, para evitar que el comercio pueda acceder a los datos de la tarjeta, muchas tiendas online emplean TPV virtuales con autenticación. En ellos, son las entidades bancarias las que se encargan de verificar la autentificación de la tarjeta y también de proteger los datos bancarios del cliente. Este es el caso de los sistemas promovidos por Visa (Verified by Visa) y Mastercard (MasterCard SecureCode), que piden confirmar cada compra mediante un código enviado por SMS al teléfono móvil del usuario o una contraseña fija.
En cualquier caso, conviene evitar el uso de redes wifi públicas para realizar compras online y desechar cualquier comercio electrónico que parezca poco fiable.
– Crear contraseñas seguras
Elegir una combinación de caracteres alfanuméricos que certifique nuestra identidad cuando damos de alta un servicio online es una tarea engorrosa, pero también merece la pena dedicarle algo de tiempo. Es aconsejable que la contraseña tenga como mínimo ocho caracteres y que incluya mayúsculas, minúsculas, números y símbolos. Un truco: elige una frase larga que solo conozcas tú y utiliza la primera letra de cada palabra. Es primordial no compartirla con nadie.
– Cuidado con lo que se comparte
La facilidad de uso de los programas de mensajería instantánea como WhatsApp ha provocado que los mayores accedan a ellos sin dificultad. Esto también potencia que a veces manden imágenes, mensajes o datos que deberían quedar en el ámbito personal. Una forma de evitar caer en la tentación es pararse a pensar si ese tipo de información la compartirías en una conversación cara a cara sin el teléfono móvil de por medio.
Para los mayores que crean que tienen conocimiento suficiente de los peligros a los que se exponen en internet, es recomendable realizar el test de orientación especialmente diseñado para ellos en esta web. Son solo dos preguntas sobre dos cuestiones clave, y de esta forma se cerciorarán de que han empezado a manejar internet y sus dispositivos sin riesgos. Si quieren continuar autoevaluándose, pueden comprobar qué es lo que saben sobre conexiones y compras seguras o sobre cuestiones de privacidad. Y, por supuesto, seguir disfrutando de todas las posibilidades de comunicación que tienen al alcance de su mano gracias a internet.