Actualmente, la mayoría de nosotros mantenemos una doble vida: física y digital. Por eso, no resulta descabellado pensar que, cuando ya no estemos, nuestro legado también será doble.
Tras nuestra muerte, no solo dejaremos atrás bienes físicos, sino también digitales. Fotografías, datos personales, vídeos, mensajes y perfiles en redes sociales son recuerdos de nuestra vida cuya gestión deberíamos facilitar a las personas designadas en caso de fallecimiento.
Se trata de proteger nuestra imagen digital más allá de lo que dure nuestra propia vida. No solo evitaremos problemas de suplantación de identidad cuando ya no podamos defendernos, sino también cualquier otra ciberamenaza o chantaje que puedan sufrir nuestros seres queridos por un legado digital mal gestionado.
Para facilitarnos la labor, las compañías tecnológicas ponen a nuestro alcance distintas herramientas que nos ayudan a indicar qué queremos que ocurra con nuestro legado digital y quién se encargará de administrarlo cuando ya no estemos. Son funciones muy útiles que podemos empezar a utilizar hoy mismo.
Los usuarios de dispositivos Apple pueden designar como herederos de su cuenta a los contactos que deseen para que puedan acceder a ella después de su fallecimiento. Solo tienen que añadir uno o varios contactos herederos —legacy contacts— para facilitarles una clave de acceso que se podrá activar tras el deceso.
Cuando esto ocurra, cada contacto deberá solicitar a la compañía que le permita acceder a la cuenta, proporcionar la clave de acceso que ha recibido como legacy contact y adjuntar una prueba del fallecimiento, como un certificado de defunción. Una vez aprobada la solicitud, la persona designada tendrá tres años para acceder a fotos, archivos, vídeos, mensajes y otros datos, y decidir qué hacer con ellos.
Los datos almacenados en cuentas de Google también se pueden salvaguardar en caso de fallecimiento. La plataforma permite a sus usuarios planificar qué ocurrirá con ellos si la cuenta permanece inactiva durante un tiempo determinado.
Para ello, deben indicar a partir de qué momento Google debe considerar que una cuenta está inactiva, estableciendo un periodo de espera que va de los tres a los 18 meses desde la última actividad.
Cuando se cumpla ese periodo, Google enviará un aviso de inactividad de la cuenta a ciertos contactos designados previamente. También se puede habilitar a estas personas para que se descarguen los datos que el usuario decida compartir con ellas en un plazo de tres meses.
Asimismo, se puede solicitar a Google que borre la cuenta y los contenidos asociados a ella una vez finalizado el periodo de inactividad designado. La plataforma efectuará el borrado tres meses después de ese momento.
En la línea de otras plataformas, Facebook ofrece la posibilidad de legar la administración de las cuentas de un usuario, tras su fallecimiento, a algún contacto de confianza. Esto sirve para gestionar las conocidas como cuentas conmemorativas, que permiten realizar acciones como publicar un último mensaje en nombre del fallecido, compartir información sobre su funeral o cambiar las fotos de perfil y portada.
En este tipo de cuentas se coloca la palabra “recordando” junto al nombre del fallecido. Sus amigos y familiares pueden publicar mensajes en su timeline conmemorativo.
La alternativa a las cuentas conmemorativas es la retirada de la cuenta, que pueden solicitar los familiares directos de la persona fallecida, previa presentación de documentos que acrediten su vínculo, así como el deceso del titular. Esta opción la puede solicitar el propio titular: en este caso, si un familiar notifica su muerte a Facebook, la plataforma eliminará directamente la cuenta si así lo desea.
Instagram es una red social que facilita la publicación de un buen número de imágenes personales. Por eso conviene no olvidarla al planificar el legado digital.
Las opciones de legado digital que ofrece Instagram son similares a las de Facebook, aunque no permite designar contactos de legado. En su lugar, cualquier usuario puede solicitar que una cuenta se convierta en conmemorativa, siempre que facilite alguna prueba del deceso. Solamente los familiares directos de la persona fallecida o sus representantes legales pueden pedir que se borre una cuenta.
En el caso de Twitter, la única opción que facilita en este sentido es que personas autorizadas o familiares directos se pongan en contacto con la red social para solicitar la eliminación de la cuenta.
La huella digital de una persona se puede extender mucho más allá de estas plataformas. Por este motivo, resulta especialmente útil incluir en el testamento un apartado referido a los archivos, perfiles y contenidos digitales, con instrucciones claras sobre las preferencias de su administración en caso de fallecimiento. Se puede incluso añadir un acta de depósito en la que se recojan las credenciales necesarias para acceder a las cuentas, que solo se entregará a la persona designada para ello.
