Entre las técnicas más comunes de Machine Learning se encuentran las conocidas como redes neuronales. A grandes rasgos, estos sistemas se dedican a emular el funcionamiento de nuestro cerebro. Utilizan redes de neuronas compuestas por distintas capas, especializadas en detectar determinadas características e interconectadas entre sí. Esas capas de neuronas son capaces de reconocer patrones, clasificarlos y categorizar para ofrecer un resultado.
Un ejemplo de su funcionamiento consiste en tomar una imagen, que será la información de entrada que recibirá la primera capa. Allí se parte en miles de trozos que cada una de las capas siguientes analizarán para asignarles un peso. Cada capa es especialista en una característica, como pueden ser el color, la forma o el tamaño. La última capa recoge toda esa información y ofrece un resultado. Por ejemplo, que lo que hay en la imagen es un gato.
Para llegar a este resultado, es decir, reconocer a un gato en una imagen, Google utilizó 16.000 procesadores en el año 2012. Fue la primera vez que una red neuronal artificial era capaz de distinguir patrones sin necesidad de recibir instrucciones externas. Se dedicó a analizar miles de vídeos en YouTube hasta llegar a reconocer al felino.
Por supuesto, las aplicaciones de las redes neuronales en Deep Learning tienen aplicaciones mucho más serias que detectar mininos en internet. Por ejemplo, sirven para refinar los sistemas de traducción automática, volverlos más precisos y conseguir resultados más similares al lenguaje natural. También los asistentes virtuales emplean esta tecnología para ganar “sentido común” en sus conversaciones.
La revolución del Machine Learning ya está en marcha. Una técnica que revoluciona la inteligencia artificial para hacernos la vida cada vez más fácil.