Si supiera hablar, esta prodigiosa máquina presumiría de que su capacidad inicial es de 11,1 petaflops. Es decir, que puede ejecutar hasta 11.100 billones de operaciones por segundo -diez veces más que su predecesor MareNostrum3-, una capacidad que se incrementará en un futuro cercano. MareNostrum4 también nos contaría que su instalación ha durado más de tres meses y que ha supuesto una inversión pública de 34 millones de euros, financiada por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.
Un dinero “extraordinariamente bien invertido, que ayudará a atraer talento”, en opinión de la secretaria de estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, Carmen Vela. Por su parte, el director del BSC, Mateo Valero, ha animado a científicos e investigadores a presentar sus proyectos, que se evaluarán y, en caso de ser elegidos, tendrán acceso gratuito al superordenador. Las previsiones estiman que alrededor del 16% de su uso se destine a investigadores españoles, el 80% a profesionales de fuera del país, y el 4% restante a trabajos del propio BSC.
Por sus grandes capacidades de cálculo, de realizar simulaciones complejas y de analizar enormes cantidades de datos, los superordenadores se utilizan hoy en día en la mayoría de las disciplinas científicas, desde la astrofísica hasta la biomedicina. En el caso de MareNostrum4, sus aplicaciones iniciales pasan por áreas como el cambio climático, las ondas gravitacionales, la búsqueda de una vacuna contra el sida, las nuevas terapias de radiación para combatir el cáncer o las simulaciones sobre la producción de energía de fusión, entre otras.
Es cierto que gran parte de la tecnología utilizada para la creación de MareNostrum4 es estadounidense. Pero de cara al futuro, Mateo Valero tiene un “sueño”: que el próximo superordenador, el MareNostrum5, sea el primero que se construya con componentes 100% europeos. En efecto, “los países que no computan, no compiten”, ha declarado.
CaixaBank participa en un proyecto conjunto con el Barcelona Supercomputing Center, una investigación sobre las aplicaciones de la computación cognitiva a la innovación financiera. Tal y como explica Jordi Torres, experto en supercomputación para inteligencia artificial del BSC-CNS, la computación cognitiva es una forma de inteligencia artificial que sirve para extraer conocimiento de grandes cantidades de datos, el llamado big data, un fenómeno que tiene grandes aplicaciones en el sector bancario. Este proyecto conjunto con el BSC estudia nuevas herramientas que permitan mejorar el servicio y optimizar la eficiencia corporativa de entidades financieras como CaixaBank.
