En el corazón del Madrid de los Austrias, asomándose a la calle Mayor, encontramos la catedral más pequeña de España. Se trata de la Catedral Castrense o de las Fuerzas Armadas, si bien adquirió esta distinción en 1986. En 1979, el Ministerio de Defensa compró el templo para albergar la catedral castrense y tres años después recibió la condición de Monumento Artístico Nacional.
Esta catedral esconde historias que nos cuentan cómo era la vida en la villa y corte. El hijo del duque de Lerma, el poderoso valido de Felipe III, mandó levantar un monasterio de las monjas bernardas a principios del siglo XVII, incluida una iglesia consagrada al Santísimo Sacramento, de ahí que también se la conozca como Iglesia de las Bernardas del Sacramento o Iglesia del Sacramento.
Sin embargo, la caída en desgracia del valido provocó que las obras se retrasasen tanto en su inicio (medio siglo más tarde) como en su consecución (1744). Su estilo refleja el paso del tiempo: desde el Barroco madrileño del convento, pasando por el rococó para coronarse con un elegante clasicismo herreriano.
Tras la adquisición por parte del Ministerio, Fernando Chueca Goitia fue el encargado de dirigir su rehabilitación y adecuación. En sus 550 metros cuadrados, la Iglesia Catedral Castrense está delicadamente decorada con frescos barrocos y neoclásicos, además de lienzos de Luca Giordano.
Sin embargo, hay que hacer mención a otra iglesia que en su día tuvo la condición de catedral, y que ostenta el título de la más pequeña de España.
Se trata de San Vicente de la Roda de Isábena, en la provincia de Huesca. Sumando la superficie de su nave central, sus naves laterales, la cripta y el claustro obtenemos 300 metros. A mediados del siglo X ya se levantó un templo primigenio, que el hijo de Almanzor destruyó unas décadas más tarde. Se reconstruyó como catedral con estilo románico lombardo.
A mediados del siglo XII, Lleida asumió el obispado, por lo que este templo perdió su condición de catedral y su importancia social y cultural. No obstante, su riqueza patrimonial atrajo a expoliadores. El famoso ladrón de arte Erick el Belga sustrajo la impresionante silla de tijera de San Ramón (que está enterrado en la cripta de esta iglesia, que se puede visitar).
Para poder sacarla de España y venderla, troceó la silla. Para cuando el propio ladrón entregó los restos, los daños eran irreparables, por desgracia. Los restos de esta singular pieza con rasgos nórdicos se exponen en el Museo Diocesano de San Vicente de la Roda de Isábena, además de otros elementos del ajuar del santo.