En 1865, Julio Verne publicaba De la Tierra a la Luna, que hizo soñar a decenas de generaciones de lectores.
Entre ellos, un joven granadino llamado Emilio Herrera Linares, que dirigió su carrera militar hacia los cielos.
Apasionado de la aeronáutica, lideró la Sección de Globos Aerostáticos, asistió a exhibiciones de los hermanos Wright, participó con De la Cierva en la creación del autogiro y fue el primer hombre en sobrevolar el estrecho de Gibraltar en 1914.
Estas experiencias le revelaron una necesidad en la conquista de los cielos: una prenda que protegiera a aquellos que alcanzaban la estratosfera. En 1933 se pone manos a la obra buscando un traje que aislara del frío y de la presión mientras que facilitaba oxígeno, visión y movilidad al piloto: la escafandra estratonáutica.
Para ello diseñó un traje con tres capas, forradas con plata para evitar el recalentamiento. En una de ellas, utilizó lana como aislante, que ayudaba a mantener el calor. Otra capa era funda hermética de caucho (Herrera llegó a confirmar el hermetismo en la bañera de su vivienda en Sevilla), que contaba con articulaciones a modo de un acordeón para permitir la movilidad. La tercera capa se elaboró con una tela reforzada con cables de acero.
El casco, de acero y recubierto de aluminio, contaba con una bombona de oxígeno puro, un micrófono elaborado sin carbono (para evitar ignición) y un visor con tres capas con tratamiento antivaho (una de cristal irrompible, otra para protección de infrarrojos y otra para protección de ultravioletas). Además, incorporaba un sistema de calefacción.
La Guerra Civil impidió que se llegara a probar el traje con éxito, lo que dejó la escafandra estratonáutica como un prototipo. Herrera se exilió y siguió colaborando con instituciones científicas como la Unesco.
La NASA, ya enfocada en su carrera espacial, se inspiró en el diseño de la escafandra de Herrera para crear los trajes que llevaron a los astronautas en su misión a la Luna. Al final, Herrera ayudó a hacer realidad la novela de su admirado Verne.
La escafandra original de Herrera no se conserva, pero sí pueden verse algunas reproducciones en exposiciones temporales del MUNCYT o del Parque de las Ciencias de Granada.