INNOVACIÓN

Los españoles tras el origen del ebook, el traje espacial y la música electrónica

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Los españoles tras el origen del ebook, el traje espacial y la música electrónica
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¿Cuál fue el origen del e-book? ¿Quién diseñó los primeros trajes para que los astronautas pudieran viajar al espacio? ¿Cómo funciona un electrocompositor?

Si alguna vez te has hecho estas preguntas, en este artículo podrás encontrar las respuestas y conocerás a las mentes brillantes que se encuentran detrás de estas creaciones que adelantaron el futuro.

La enciclopedia mecánica, la madre del e-book

Corría el año 1948 y la profesora gallega Ángela Ruiz Robles, viuda y con tres hijas, tenía una idea en la cabeza.

Ruiz Robles veía cómo sus alumnos cargaban pesados libros en sus mochilas de casa al colegio y viceversa. También era consciente de que no en todos los hogares había luz. No pasaba por alto que algunos alumnos tenían problemas de visión, por lo que la necesidad de iluminación adicional se convertía en algo crítico para su aprendizaje.

Esta maestra tampoco olvidaba la situación económica de muchas familias en plena posguerra, que complicaba en acceso a material didáctico a profesores y familias.

Ruiz Robles quiso aportar una solución a estas dificultades que identificaba. ¿Y si creara un soporte con bobinas que incorporase luz y altavoces para mostrar de manera dinámica los contenidos?

En 1949 patentó su enciclopedia mecánica. Su apariencia era la de un libro al uso. En la parte izquierda se situaban abecedarios automáticos que permitían escribir. La parte derecha alojaba las bobinas, que podían extraerse e introducir otras con otros contenidos, por lo que el mismo soporte servía para distintas asignaturas y libros.

La enciclopedia mecánica contaba con un maletín para facilitar su transporte, lo que aligeraba el peso de las mochilas de los estudiantes, que solían amontonar varios tomos en su camino a la escuela.

Para hacer la lectura más fácil, contaba con luces, tintas que brillaban en las oscuridad y lupas, con lo que se hacía más accesible la educación a hogares sin luz o personas con discapacidades visuales.

En 1962 obtuvo una segunda patente para una versión mejorada de su enciclopedia mecánica. El Parque de Artillería de Ferrol albergó los trabajos de diseño de este prototipo, que incorporaba altavoces para añadir sonido.

Años más tarde valoró la comercialización de este invento, pero se descartó por su alto coste de fabricación. No obstante, las aportaciones de la enciclopedia mecánica, con su ambición por facilitar el acceso a la lectura a través de la tecnología, podrían considerarse un antecedente del e-book.

Si te despierta curiosidad este ambicioso invento, puedes verlo en el MUNCYT A Coruña, donde se expone.

Escafandra estratonáutica, el paso anterior al traje de astronauta

En 1865, Julio Verne publicaba De la Tierra a la Luna, que hizo soñar a decenas de generaciones de lectores.

Entre ellos, un joven granadino llamado Emilio Herrera Linares, que dirigió su carrera militar hacia los cielos.

Apasionado de la aeronáutica, lideró la Sección de Globos Aerostáticos, asistió a exhibiciones de los hermanos Wright, participó con De la Cierva en la creación del autogiro y fue el primer hombre en sobrevolar el estrecho de Gibraltar en 1914.

Estas experiencias le revelaron una necesidad en la conquista de los cielos: una prenda que protegiera a aquellos que alcanzaban la estratosfera. En 1933 se pone manos a la obra buscando un traje que aislara del frío y de la presión mientras que facilitaba oxígeno, visión y movilidad al piloto: la escafandra estratonáutica.

Para ello diseñó un traje con tres capas, forradas con plata para evitar el recalentamiento. En una de ellas, utilizó lana como aislante, que ayudaba a mantener el calor. Otra capa era funda hermética de caucho (Herrera llegó a confirmar el hermetismo en la bañera de su vivienda en Sevilla), que contaba con articulaciones a modo de un acordeón para permitir la movilidad. La tercera capa se elaboró con una tela reforzada con cables de acero.

El casco, de acero y recubierto de aluminio, contaba con una bombona de oxígeno puro, un micrófono elaborado sin carbono (para evitar ignición) y un visor con tres capas con tratamiento antivaho (una de cristal irrompible, otra para protección de infrarrojos y otra para protección de ultravioletas). Además, incorporaba un sistema de calefacción.

La Guerra Civil impidió que se llegara a probar el traje con éxito, lo que dejó la escafandra estratonáutica como un prototipo. Herrera se exilió y siguió colaborando con instituciones científicas como la Unesco.

La NASA, ya enfocada en su carrera espacial, se inspiró en el diseño de la escafandra de Herrera para crear los trajes que llevaron a los astronautas en su misión a la Luna. Al final, Herrera ayudó a hacer realidad la novela de su admirado Verne.

La escafandra original de Herrera no se conserva, pero sí pueden verse algunas reproducciones en exposiciones temporales del MUNCYT o del Parque de las Ciencias de Granada.

El electrocompositor, pionero de la música electrónica

El sacerdote Juan García Castillejo tenía dos pasiones: atender las almas de sus parroquianos en dos pequeñas aldeas turolenses y la tecnología.

Desde pequeño andaba fascinado con el telégrafo e incluso llegó a habilitar un pequeño taller en su casa, donde trastear con la radiotelegrafía.

Fruto de su inquietud, alumbró varios inventos, incluido el electrocompositor, ingenio que, a día de hoy, todavía nos sorprende. En 1933 patenta su invento y en 1944 publica el libro La telegrafía rápida, el triteclado y la música eléctrica, que a da a conocer sus aplicaciones.

Su obra describe brevemente el funcionamiento del electrocompositor. Gracias a la tecnología telegráfica y electromecánica, se activaban 12 altavoces que emitían sonidos de manera aleatoria, generados por unos mecanismos movidos por motores.

El movimiento se establecía respondiendo a la lectura de la cinta telegráfica. No deja de ser curiosa la naturaleza no orgánica del sonido y su aleatoriedad, conceptos muy adelantados a su época.

 El electrocompositor no tuvo demasiada acogida. El prototipo elaborado por García Castillejo acabó en el chatarrero.

Sin embargo, el músico Llorenç Barber dio con el libro de García en un mercadillo de Madrid. Desde entonces, se ha profundizado en la obra de García y en las aportaciones de su electrocompositor.

Por miedo a que copiaran sus inventos, García Castillejo omitió algunos detalles en su libro, por lo que en la actualidad no podemos conseguir una réplica de su electrocompositor. Sin embargo, sí podemos recordar su figura en el festival Nits d’Aielo i Art, donde se entrega un premio que lleva el nombre de Juan García Castillejo, iniciativa impulsada por el propio Barber.

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