INNOVACIÓN

Las mentes brillantes que impulsaron la robótica

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Las mentes brillantes que impulsaron la robótica
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28 Agosto, 2024


El hombre siempre ha soñado con crear réplicas de sí mismo a través de la mecánica y la robótica.

Hoy hablamos de algunas de las mentes brillantes que, con sus avances, han configurado la robótica como la conocemos hoy en día.

Gianello Torriani, creador del autómata El Hombre de Palo

Gianello Torriani, o Juanelo Turriano en su castellanización, fue un relojero e ingeniero nacido en Cremona (Italia) en 1500. Considerado un genio renacentista que destacó en varias disciplinas, llegó a España de la mano de Carlos V, que quedó deslumbrado por su trabajo.

Felipe II, su hijo, también quedó prendado de su ingenio y le pidió que realizara tareas diversas en El Escorial: desde el diseño de las campanas del monasterio hasta mejoras en el calendario gregoriano.

Aunque apenas tenemos evidencias de sus avances en robótica, varios textos de historiadores de la época recogen una de las obras más llamativas de Turriano: un autómata llamado El Hombre de Palo.

Estos textos indican que el autómata recorría las calles de Toledo pidiendo dádivas y haciendo recados para el arzobispado.

A medio camino entre la evidencia histórica y la leyenda, El Hombre de Palo cuenta con una calle en Toledo y constituye una muestra de la fascinación renacentista por la automatización y la mecánica

Leonardo Torres Quevedo y El Ajedrecista

En mayo de 1997, la comunidad internacional quedó impactada con la noticia de que el campeón mundial de ajedrez, Gary Kaspárov, había sido derrotado por la última versión de la supercomputadora de IBM, Deep Blue. Sin embargo, no era la primera vez que una máquina superaba a un humano en el juego del ajedrez.

En 1912, el inventor español Leonardo Torres Quevedo (Cantabria, 1852 – Madrid, 1936) presentó su primer prototipo de autómata ajedrecista. Dos años después, exhibió El Ajedrecista en La Sorbona (París) y en la Exposición Internacional de París.

En 1919, Torres Quevedo unió fuerzas (y talento) con su hijo, consumado ajedrecista, para desarrollar una segunda versión, con importantes mejoras. Podía, incluso, detectar si su contrincante hacía trampas y se apagaba en consecuencia.

A pesar de que existen algunos precedentes de autómatas que juegan al ajedrez, el de Torres Quevedo es el único capaz de jugar con competencia completa, tomando siempre la mejor decisión en el juego.

Sus investigaciones se plasmaron en Essays on Automatics, basado en los avances previos de Babbage y Lovelace. Torres Quevedo hablaba de un autómata universal que podría ser programado para realizar tareas humanas complejas y tomar decisiones basadas en datos condicionales.

El Ajedrecista, junto a otros inventos de Torres Quevedo, puede verse en la Universidad Politécnica de Madrid.

Karel Čapek, el hombre que bautizó a los robots

En 1921, el dramaturgo Karel Čapek (República Checa, 1890 – República Checa, 1938) estrenó R.U.R. (Rossum’s Universal Robots), obra de teatro considerada como la primera pieza literaria que habla de seres artificiales que asumen la carga de trabajo de los humanos.

El término robot es una adaptación de vocablo checo robota, que significa ‘esclavo’.

R.U.R., además, tiene cierta inspiración en el Golem, leyenda que tiene lugar en Praga (República Checa) que recogió en su relato de terror el autor austríaco Gustav Meyrink.

El Golem, criatura sobrenatural, se ocupa de los trabajos de los humanos al igual que el robot. Sin embargo, el robot es creado gracias a los progresos tecnológicos de los humanos, no a la magia de la cábala.

Hasta el estreno de R.U.R., la palabra para designar a estos ingenios era autómata. A partir de entonces, se extendió el uso de robot.

Aunque Čapek no fue un científico ni un ingeniero, su influencia en la cultura popular y su visión sobre los posibles futuros de la robótica y la inteligencia artificial han tenido un impacto duradero en la percepción pública y el desarrollo ético de estos campos.

George Devol y Joseph F. Engelberger, los padres de Unimate

La familia de George Devol (1912, Louisville, Estados Unidos – 2011, Connecticut, Estados Unidos) era modesta y no pudo costear los estudios de su hijo. Sin embargo, pronto obtuvo trabajo en una fábrica de tocadiscos, donde aprendió rápido sobre ingeniería y automatización.

En paralelo, Joseph F. Engelberger (1925, Nueva York, Estados Unidos – 2015 Connecticut, Estados Unidos) sí tuvo oportunidad de formación universitaria en la Universidad de Columbia, con especialidad en física e ingeniería eléctrica.

La unión del talento de estos dos hombres dio lugar a Unimation (1956), la pionera por antonomasia en el ámbito de la robótica. Junto a equipos de ingenieros y programadores, diseñaron el primer robot industrial para General Motors, el Unimate (1961).

El impacto de Unimate fue significativo, hasta el punto de llegar a aparecer en los late night shows de la época sirviendo una cerveza a Johnny Carson (1966).

Los robots industriales mejoraron la eficiencia, precisión, productividad y seguridad en las fábricas. La propia NASA recurrió a estos ingenios en su carrera espacial. En 1977, Devol, Engelberger y Victor Scheinman desarrollaron el brazo robotizado PUMA, con notables mejoras respecto a su predecesor.

Marc Raibert y Boston Dynamics

Hablar de robots hoy en día es hablar de Boston Dynamics, fundada en 1992 y parte de Google desde 2023.

La compañía, que lleva décadas avanzando en la agilidad y la capacidad de adaptación de los robots en entornos complejos, ha establecido nuevos hitos en la interacción entre humanos y robots.

Esto ha posibilitado mejorar las aplicaciones prácticas de los robots, desde rescates en desastres hasta la exploración espacial.

Detrás de Boston Dynamics está Marc Raibert (1949, Estados Unidos), que desde los años 80 investiga sistemas de movimiento dinámico, tras su paso por el MIT y su incorporación como profesor. Seguro que has visto las fascinantes imágenes de sus robots, BigDog, Atlas, Spot o Handle, de movimientos fluidos y orgánicos, que nos dejan con la boca abierta.

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