> medios de comunicación – El Blog de CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank El Blog de CaixaBank Fri, 21 Apr 2023 13:58:40 +0000 es-ES hourly 1 Sobreinformación y desinformación: cómo protegerte de ellas https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/sobreinformacion-y-desinformacion-como-protegerte-de-ellas/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/sobreinformacion-y-desinformacion-como-protegerte-de-ellas/#respond Thu, 27 Feb 2020 08:05:54 +0000 CaixaBank CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=36690

Nuestra manera de informarnos ha cambiado radicalmente en los últimos años. Gracias a la popularización de Internet y de los dispositivos electrónicos como los smartphones, hoy podemos acceder a más información de la que nunca hemos tenido disponible.

Un dato: hasta 2003, habíamos generado un total de cinco exabytes de información a lo largo de toda la historia. Es la misma cantidad que se generaba en solo dos días de ese mismo año 2003. Todo ello, teniendo en cuenta que entonces apenas había comenzado la era digital y las redes sociales estaban todavía lejos de popularizarse.

La posibilidad de recibir todo tipo de información de manera instantánea y gratuita tiene múltiples ventajas. Por ejemplo, la democratización del acceso al conocimiento o la posibilidad de conocer inmediatamente qué ocurre en la otra punta del mundo. Sin embargo, también ha originado inconvenientes como el exceso de información y la desinformación, dos problemas que pueden causar que los ciudadanos estén peor informados que nunca.

Uno de los efectos de la combinación de la sobreinformación y la desinformación es el que lleva a muchas personas incluso a estigmatizar diversos avances tecnológicos y científicos. Es el resultado de poner de relieve presuntos peligros de estos avances y ocultar o relativizar sus aspectos positivos. Una situación que provoca rechazo ante la innovación y que acaba por tener consecuencias sobre la sociedad.

El cambio de un modelo

Para encontrar el origen de este problema, debemos remontarnos al momento en el que cambió radicalmente la manera en que se genera la información: la popularización de Internet. Antes eran los medios de comunicación de masas los principales creadores y distribuidores de información. Desde entonces, cualquier ciudadano puede generarla y compartirla en cuestión de pocos segundos, especialmente desde la irrupción de los smartphones.

Esto significa que hemos pasado de un entorno en el que nos informábamos casi exclusivamente a través de los medios de comunicación a otro en el que reina la saturación. En el primero, la información era procesada por profesionales que la filtraban, se encargaban de contrastarla y la distribuían a través de un número limitado de canales. En el segundo, nos bombardea todo tipo de información procedente de todo tipo de fuentes y propagada a través de todo tipo de canales. Como resultado se produce la sobreinformación.

En este escenario tendemos a levantar filtros que nos ayuden a recibir únicamente la información que nos interesa, ya sea mediante nuestra acción directa o la de algoritmos que tienen en cuenta nuestras preferencias para recomendarnos contenidos. Así, corremos el riesgo de encerrarnos en burbujas informativas que acaban por reflejar solo parte del mundo y únicamente desde un punto de vista afín al nuestro. Una circunstancia que, a la larga, puede empobrecer nuestro nivel de información.

Las falsedades entran en juego

Ese entorno de sobreinformación y burbujas de información se ha convertido en terreno abonado para otro de los grandes problemas de la era digital: la desinformación, que no es otra cosa que información errónea o incluso falta de información que se produce de manera intencionada, normalmente con el ánimo de manipularnos.

Un estudio realizado por el MIT asegura que las noticias verdaderas tardan seis veces más en alcanzar a 1500 personas en Twitter que las falsas. Este dato permite hacerse una idea del alcance del problema de la desinformación en nuestros días, una herramienta que se utiliza incluso con el objetivo de manipular elecciones democráticas.

Las propias características de nuestro cerebro ofrecen una serie de vulnerabilidades que pueden ser explotadas para manipularnos y hacernos actuar de una manera determinada. Una de ellas es el sesgo de confirmación, que es nuestra tendencia natural a aceptar como verdad todo aquello que concuerda con nuestras ideas, aunque sea falso y estemos cometiendo un error.

La desinformación saca partido de este y otros sesgos para convertirlos en vulnerabilidades. Somos hackeables y ese es el motivo por el que la información falsa recurre a distintos trucos para intentar manipularnos.

Por eso somos vulnerables a teorías de la conspiración que explotan nuestra tendencia a encontrar patrones, a titulares impactantes que apelan a nuestras emociones o a informaciones creadas para encajar como un guante con nuestras creencias más profundas.

Todas ellas son armas habituales de una desinformación que, además, ha encontrado en los nuevos medios de información, como las redes sociales o las aplicaciones de mensajería, la manera de propagarse exponencialmente.

Cómo protegernos de la mala información

Ante la proliferación de la desinformación es necesario pasar a la acción. La Unión Europea se ha puesto manos a la obra y prepara ya una serie de medidas para atajar esta amenaza a través de la Comisión. Los propios ciudadanos también son cada vez más conscientes de su propia responsabilidad a la hora de plantar cara a un problema que puede condicionar su futuro. Como no podía ser de otra manera, muchos de ellos han decidido utilizar su cerebro para defenderse.

El pensamiento crítico es tal vez el arma más efectiva que tenemos para contrarrestar las vulnerabilidades que nos dejan expuestos a la desinformación. Se trata de informarnos de manera más pausada y reflexiva. Para empezar, solo tenemos que plantearnos algunas preguntas tan sencillas como quién es la fuente de cierta información, a través de qué canal hemos accedido a ella o si concuerda sospechosamente con nuestras creencias y quién se puede beneficiar de ello.

A partir de ahí, se pueden emplear herramientas como contrastar informaciones sospechosas. A veces es tan fácil como realizar una búsqueda en Google para comprobar si la recogen fuentes reconocidas o si ha sido desmentida, así como los datos empleados para hacerlo. También resulta fundamental aprender a reconocer cuáles son esas fuentes fiables y adecuadas, además de leer los textos completos sin quedarnos exclusivamente en el titular. De esta manera, nos podremos hacer una idea sobre si la información que recibimos es sólida o si se fundamenta en falacias o medias verdades.

Antes de compartir una información es vital que nos paremos a pensarlo dos veces, sobre todo en el caso de aquella relacionadas con la salud. Así, si no estamos seguros de la veracidad de una noticia, evitaremos su propagación.

Por supuesto, transmitir estos recursos a los más jóvenes para que aprendan a manejar correctamente la información es la mejor manera de evitar su manipulación. Así mantendremos nuestro futuro lejos de las consecuencias de la sobreinformación y la desinformación.

]]>

Nuestra manera de informarnos ha cambiado radicalmente en los últimos años. Gracias a la popularización de Internet y de los dispositivos electrónicos como los smartphones, hoy podemos acceder a más información de la que nunca hemos tenido disponible.

Un dato: hasta 2003, habíamos generado un total de cinco exabytes de información a lo largo de toda la historia. Es la misma cantidad que se generaba en solo dos días de ese mismo año 2003. Todo ello, teniendo en cuenta que entonces apenas había comenzado la era digital y las redes sociales estaban todavía lejos de popularizarse.

La posibilidad de recibir todo tipo de información de manera instantánea y gratuita tiene múltiples ventajas. Por ejemplo, la democratización del acceso al conocimiento o la posibilidad de conocer inmediatamente qué ocurre en la otra punta del mundo. Sin embargo, también ha originado inconvenientes como el exceso de información y la desinformación, dos problemas que pueden causar que los ciudadanos estén peor informados que nunca.

Uno de los efectos de la combinación de la sobreinformación y la desinformación es el que lleva a muchas personas incluso a estigmatizar diversos avances tecnológicos y científicos. Es el resultado de poner de relieve presuntos peligros de estos avances y ocultar o relativizar sus aspectos positivos. Una situación que provoca rechazo ante la innovación y que acaba por tener consecuencias sobre la sociedad.

El cambio de un modelo

Para encontrar el origen de este problema, debemos remontarnos al momento en el que cambió radicalmente la manera en que se genera la información: la popularización de Internet. Antes eran los medios de comunicación de masas los principales creadores y distribuidores de información. Desde entonces, cualquier ciudadano puede generarla y compartirla en cuestión de pocos segundos, especialmente desde la irrupción de los smartphones.

Esto significa que hemos pasado de un entorno en el que nos informábamos casi exclusivamente a través de los medios de comunicación a otro en el que reina la saturación. En el primero, la información era procesada por profesionales que la filtraban, se encargaban de contrastarla y la distribuían a través de un número limitado de canales. En el segundo, nos bombardea todo tipo de información procedente de todo tipo de fuentes y propagada a través de todo tipo de canales. Como resultado se produce la sobreinformación.

En este escenario tendemos a levantar filtros que nos ayuden a recibir únicamente la información que nos interesa, ya sea mediante nuestra acción directa o la de algoritmos que tienen en cuenta nuestras preferencias para recomendarnos contenidos. Así, corremos el riesgo de encerrarnos en burbujas informativas que acaban por reflejar solo parte del mundo y únicamente desde un punto de vista afín al nuestro. Una circunstancia que, a la larga, puede empobrecer nuestro nivel de información.

Las falsedades entran en juego

Ese entorno de sobreinformación y burbujas de información se ha convertido en terreno abonado para otro de los grandes problemas de la era digital: la desinformación, que no es otra cosa que información errónea o incluso falta de información que se produce de manera intencionada, normalmente con el ánimo de manipularnos.

Un estudio realizado por el MIT asegura que las noticias verdaderas tardan seis veces más en alcanzar a 1500 personas en Twitter que las falsas. Este dato permite hacerse una idea del alcance del problema de la desinformación en nuestros días, una herramienta que se utiliza incluso con el objetivo de manipular elecciones democráticas.

Las propias características de nuestro cerebro ofrecen una serie de vulnerabilidades que pueden ser explotadas para manipularnos y hacernos actuar de una manera determinada. Una de ellas es el sesgo de confirmación, que es nuestra tendencia natural a aceptar como verdad todo aquello que concuerda con nuestras ideas, aunque sea falso y estemos cometiendo un error.

La desinformación saca partido de este y otros sesgos para convertirlos en vulnerabilidades. Somos hackeables y ese es el motivo por el que la información falsa recurre a distintos trucos para intentar manipularnos.

Por eso somos vulnerables a teorías de la conspiración que explotan nuestra tendencia a encontrar patrones, a titulares impactantes que apelan a nuestras emociones o a informaciones creadas para encajar como un guante con nuestras creencias más profundas.

Todas ellas son armas habituales de una desinformación que, además, ha encontrado en los nuevos medios de información, como las redes sociales o las aplicaciones de mensajería, la manera de propagarse exponencialmente.

Cómo protegernos de la mala información

Ante la proliferación de la desinformación es necesario pasar a la acción. La Unión Europea se ha puesto manos a la obra y prepara ya una serie de medidas para atajar esta amenaza a través de la Comisión. Los propios ciudadanos también son cada vez más conscientes de su propia responsabilidad a la hora de plantar cara a un problema que puede condicionar su futuro. Como no podía ser de otra manera, muchos de ellos han decidido utilizar su cerebro para defenderse.

El pensamiento crítico es tal vez el arma más efectiva que tenemos para contrarrestar las vulnerabilidades que nos dejan expuestos a la desinformación. Se trata de informarnos de manera más pausada y reflexiva. Para empezar, solo tenemos que plantearnos algunas preguntas tan sencillas como quién es la fuente de cierta información, a través de qué canal hemos accedido a ella o si concuerda sospechosamente con nuestras creencias y quién se puede beneficiar de ello.

A partir de ahí, se pueden emplear herramientas como contrastar informaciones sospechosas. A veces es tan fácil como realizar una búsqueda en Google para comprobar si la recogen fuentes reconocidas o si ha sido desmentida, así como los datos empleados para hacerlo. También resulta fundamental aprender a reconocer cuáles son esas fuentes fiables y adecuadas, además de leer los textos completos sin quedarnos exclusivamente en el titular. De esta manera, nos podremos hacer una idea sobre si la información que recibimos es sólida o si se fundamenta en falacias o medias verdades.

Antes de compartir una información es vital que nos paremos a pensarlo dos veces, sobre todo en el caso de aquella relacionadas con la salud. Así, si no estamos seguros de la veracidad de una noticia, evitaremos su propagación.

Por supuesto, transmitir estos recursos a los más jóvenes para que aprendan a manejar correctamente la información es la mejor manera de evitar su manipulación. Así mantendremos nuestro futuro lejos de las consecuencias de la sobreinformación y la desinformación.

]]>
https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/sobreinformacion-y-desinformacion-como-protegerte-de-ellas/feed/ 0
El valor de la comunicación para las pequeñas empresas https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/el-valor-de-la-comunicacion-para-las-pequenas-empresas/ https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/el-valor-de-la-comunicacion-para-las-pequenas-empresas/#respond Fri, 31 Mar 2017 07:25:05 +0000 CaixaBank https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/?p=24037

Hasta la empresa más pequeña tiene una oportunidad de salir en los medios de comunicación. Basta con seguir algunos pequeños consejos o dejarse asesorar por un experto capaz de liderar una estrategia y planificarla mediante tácticas que nos lleven a nuestro objetivo como pyme. Para Josep Salvat i Sangrà, consultor de comunicación independiente, todas las empresas necesitan construir los intangibles que construyen una marca: notoriedad, reputación, percepción de valor y capacidad de influencia.

Así encabeza Salvat su conferencia “El valor de la comunicación para las pymes” dentro del ciclo de charlas DialogA, una presentación que invita a reflexionar sobre el rol de la comunicación en el mundo empresarial.

Ahora bien… ¿cómo lograrlo? Para Salvat, un relojero, un panadero o un pequeño restaurante tienen más oportunidades de las que podemos imaginar si son capaces de construir un relato atractivo para los periodistas y a la vez para los lectores. Y, para ello, no hay mejor truco que leer los medios de comunicación: titulares, temas sobre los que escriben, palabras clave que están en la agenda de cada periodista… Solo así es posible construir una historia con criterio periodístico.

En busca de la noticia

Salvat explica que toda pyme puede llevar a cabo su propia estrategia de comunicación pero, para ello, debe entender que el periodista busca encontrar cosas que se salen de la norma, hechos que rompen la monotonía y la “realidad” vigente, como son datos, resultados financieros, encuestas, estadísticas, etc.

En este sentido, Salvat pone dos ejemplos muy claros. El primero de ellos: ¿quién no recuerda aquel famoso eslogan “nueve de cada diez dentistas recomiendan…”? Esta sería una de las líneas a seguir cuando una empresa desea acercarse a un redactor de un medio de comunicación.

El segundo ejemplo está relacionado con la estrategia de comunicación de TomTom, que publicó un informe acerca de las horas que pasamos encerrados en el automóvil por culpa de los atascos. A pesar de no hablar directamente de los beneficios de sus productos, la compañía logró ubicarse en los titulares de medios de referencia, a la vez que el lector recibía un impacto positivo acerca de TomTom y sus navegadores.

La moraleja a la que llega Salvat es que con demasiada frecuencia el empresario cree que su producto o servicio ya lleva impregnado en su ADN un atractivo suficiente… y no es verdad. Hoy todo ha cambiado y ya no vale hablar de “mi libro”. El empresario debe pensar en comunicación, en cómo construir un relato alrededor de su actividad, y lo cierto es que toda pyme tiene una historia que le acompaña.

Puedes consultar las charlas DialogA en el siguiente calendario… ¡Apúntate!

]]>

Hasta la empresa más pequeña tiene una oportunidad de salir en los medios de comunicación. Basta con seguir algunos pequeños consejos o dejarse asesorar por un experto capaz de liderar una estrategia y planificarla mediante tácticas que nos lleven a nuestro objetivo como pyme. Para Josep Salvat i Sangrà, consultor de comunicación independiente, todas las empresas necesitan construir los intangibles que construyen una marca: notoriedad, reputación, percepción de valor y capacidad de influencia.

Así encabeza Salvat su conferencia “El valor de la comunicación para las pymes” dentro del ciclo de charlas DialogA, una presentación que invita a reflexionar sobre el rol de la comunicación en el mundo empresarial.

Ahora bien… ¿cómo lograrlo? Para Salvat, un relojero, un panadero o un pequeño restaurante tienen más oportunidades de las que podemos imaginar si son capaces de construir un relato atractivo para los periodistas y a la vez para los lectores. Y, para ello, no hay mejor truco que leer los medios de comunicación: titulares, temas sobre los que escriben, palabras clave que están en la agenda de cada periodista… Solo así es posible construir una historia con criterio periodístico.

En busca de la noticia

Salvat explica que toda pyme puede llevar a cabo su propia estrategia de comunicación pero, para ello, debe entender que el periodista busca encontrar cosas que se salen de la norma, hechos que rompen la monotonía y la “realidad” vigente, como son datos, resultados financieros, encuestas, estadísticas, etc.

En este sentido, Salvat pone dos ejemplos muy claros. El primero de ellos: ¿quién no recuerda aquel famoso eslogan “nueve de cada diez dentistas recomiendan…”? Esta sería una de las líneas a seguir cuando una empresa desea acercarse a un redactor de un medio de comunicación.

El segundo ejemplo está relacionado con la estrategia de comunicación de TomTom, que publicó un informe acerca de las horas que pasamos encerrados en el automóvil por culpa de los atascos. A pesar de no hablar directamente de los beneficios de sus productos, la compañía logró ubicarse en los titulares de medios de referencia, a la vez que el lector recibía un impacto positivo acerca de TomTom y sus navegadores.

La moraleja a la que llega Salvat es que con demasiada frecuencia el empresario cree que su producto o servicio ya lleva impregnado en su ADN un atractivo suficiente… y no es verdad. Hoy todo ha cambiado y ya no vale hablar de “mi libro”. El empresario debe pensar en comunicación, en cómo construir un relato alrededor de su actividad, y lo cierto es que toda pyme tiene una historia que le acompaña.

Puedes consultar las charlas DialogA en el siguiente calendario… ¡Apúntate!

]]>
https://ptbcbasp02.lacaixa.es/wordpress_multisite/blogcaixabank/el-valor-de-la-comunicacion-para-las-pequenas-empresas/feed/ 0