Tarjetas de comercios: ¿para qué valen y para qué no?
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Bankia
28 Marzo, 2018
Abren un supermercado nuevo en el barrio y el día de la inauguración todo el vecindario acude a conocerlo y aprovechar las ofertas de apertura. Y lo primero que se encuentra la gente al entrar es uno de esos stands que se montan en dos minutos para las acciones promocionales y una persona que ofrece a los clientes la consiguiente tarjeta de la empresa en cuestión. Un plástico que, de ser cierto lo que nos dicen, proporciona una y mil ventajas a quien la porta.
Ante esta situación, el cliente piensa en su cartera, que tiene una cantidad finita de espacios para tarjetas y ya están todos ocupados. Pero tal vez sea momento de hacer limpia y sacar las que no utiliza. ¿Para qué vale cada una de ellas?
Tarjetas de fidelización
Entendemos por tarjetas de fidelización las que no permiten hacer pagos con ellas, pero el titular puede acceder a “bonificaciones (descuentos, premios, etc.) cuando consume productos de la empresa emisora”, tal como explica la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Aunque hay excepciones, la mayoría de ellas son gratuitas:
- Supermercados: las tarjetas del club correspondiente suelen valer para acumular puntos por cada compra y luego canjearlos por pequeños descuentos (entre dos y 10 euros) en posteriores visitas. A veces también hay productos que están rebajados solo para las personas que disponen de la tarjeta.
- Viajes: las aerolíneas son el ejemplo más conocido, pero también las compañías de autobuses o ferroviarias suelen disponer de este tipo de tarjetas. De nuevo se trata de un sistema de puntos, que se acumulan por cada viaje comprado y luego pueden canjearse. En ocasiones, también permiten acceder a servicios premium.
- Gasolineras: las grandes redes de estaciones de servicios suelen ofrecer estas tarjetas que proporcionan un pequeño porcentaje de descuento en cada repostaje. También pueden acumular puntos canjeables por combustible o por lavados del vehículo.
- Ocio y restauración: los cines y las grandes cadenas de restauración (normalmente las que se pueden encontrar en los centros comerciales) pueden contar también con tarjetas que ofrecen descuentos, acceso a pases especiales de películas, puntos canjeables por palomitas (en los cines), etc.
- Grandes superficies: las tiendas de muebles, de electrónica, de ropa, de deporte, las cadenas de librerías, etc. también suelen disponer de tarjetas de este tipo. Ofrecen descuentos puntuales en ciertos productos, permiten acumular puntos para futuras compras o acceder a servicios especiales.
- Multiempresa: hay supermercados que se alían con redes de gasolineras y restaurantes y los puntos se acumulan en una única cuenta cuando se hace algún gasto en cualquiera de estos comercios. También hay tarjetas emitidas por terceros que unen varias empresas de las anteriores e incluso a proveedores de electricidad y telefonía en sus promociones y descuentos.
Tarjetas de pago
Muchas de las empresas en las que has pensado leyendo sobre las tarjetas de fidelización cuentan también con tarjetas de pago, vinculadas a empresas del sector como Visa o Mastercard. Pueden ser tarjetas de débito o de crédito, con las características propias de estas modalidades. Sirven, por tanto, para pagar en cualquier comercio, pero ofrecen sus mayores ventajas cuando se utilizan en el negocio que la emite.
Pero en este caso estamos hablando de un producto financiero y por eso conviene ser más cuidadoso, ya que su alta, mantenimiento o renovación pueden conllevar comisiones. Además, en el caso de las tarjetas de crédito, se pueden aplazar los pagos y en este caso el importe aplazado suele tener un interés que conviene saber de antemano para evitar sustos.
Estas tarjetas de pago suelen unir a varias empresas, de tal forma que el cliente pueda acumular puntos o beneficiarse de descuentos y promociones en distintos comercios.
Consejos de uso
- Tarjetas de crédito: las justas. Acumular tarjetas de crédito es incrementar el descontrol de tus finanzas personales. Es mejor renunciar a ciertos potenciales descuentos en favor de una gestión más racional de tu dinero. Si escoges una, dos o tres, que sean las que de verdad vas a utilizar en esos comercios.
- Frecuencia: las tarjetas de fidelización no suponen gastos ni afectan a tus finanzas, pero si nunca vas a ese supermercado que te queda en el otro extremo de la ciudad, ¿de verdad te interesa tener su tarjeta?
- Orden: es cierto que a esa tienda vas poco desde que terminaste de amueblar tu casa; o que de ordenador no cambias más que una vez cada cinco años; que no eres de los que coge aviones todas las semanas ni siquiera todos los años. Pero ya que te sacaste la tarjeta en su día y sigue siendo válida, guárdala y acuérdate de sacarla cuando corresponda. Un tarjetero te ocupa poco en un cajón y te permite tenerlas bien ordenadas.
- Cuidado con los intereses: las tarjetas de crédito tienen normalmente unos intereses más altos que los préstamos personales. Si las utilizas puntualmente para aplazar pagos, pueden serte útiles, pero si haces un uso frecuente de esa posibilidad igual te interesa más buscar financiación.