Preparar un viaje forma parte de la propia aventura de viajar. La ilusión con la que se planifica nos permite empezar a disfrutar mucho antes de que llegue el momento de cerrar la puerta de casa, maleta en mano. Uno de los preparativos más importantes debería ser la elaboración de un presupuesto, especialmente si vamos rumbo a algún destino que todavía no conocemos. Sin embargo, no todo el mundo se para a realizar una previsión económica que evite sustos antes de emprender un viaje.
El hecho es que estas aventuras pueden suponer un gasto mucho más elevado del que nos imaginábamos en un principio. Encontrar un billete de avión muy barato para cruzar medio mundo no quiere decir que la estancia allí también lo vaya a ser. Por eso conviene tener en cuenta algunas claves que nos ayudarán a mantener los costes a raya y anticiparnos a los imprevistos que puedan surgir.
Lo primero que debemos establecer al elaborar un presupuesto para viajar es de cuánto dinero disponemos y cuánto nos queremos gastar. De esta manera, tendremos mucho más claro cuánto podremos dedicar al viaje.
En segundo lugar, deberemos tener en cuenta cuáles son los gastos básicos previstos para el viaje. Un ejemplo sería el desplazamiento, sin el cual seríamos incapaces de llegar. Esto también incluye trámites como el pasaporte, las vacunas si son necesarias, el cambio de divisa o la contratación de seguros. En este último caso, conviene informarse sobre conceptos como el coste de los servicios sanitarios en el lugar de destino y contemplar la posibilidad de suscribir una póliza que nos pueda sacar de un aprieto en caso de enfermedad. Las coberturas por robo también son una buena idea en este sentido.
Tampoco debemos perder de vista cuántos días vamos a estar y qué vamos a hacer una vez allí. En este caso, lo primero que se debe observar es el alojamiento y la manutención. Se trata de dos conceptos que pueden llegar a ir muy unidos: a la hora de planificar las comidas y las cenas, no es lo mismo alojarse en un apartamento con cocina que hacerlo en un hotel.
Finalmente, debemos tener claras las actividades que disfrutaremos en destino: si queremos ir de compras, visitar monumentos, practicar deporte, disfrutar de la naturaleza o salir de fiesta. Todas ellas pueden acarrear diversos gastos asociados, como desplazamientos, impuestos, pago de entradas o equipamiento. Asimismo, debemos saber si necesitaremos utilizar nuestro teléfono móvil o algún tipo de conexión a internet, y cuánto nos va a costar.
Una vez estimados todos los posibles gastos, los compararemos con el dinero de que disponemos y lo asignaremos a las distintas partidas. En primer lugar, cubriremos los gastos básicos y, a continuación, los relacionados con la estancia. En este caso, resulta especialmente útil asignar una cantidad de dinero a cada día, que nos ayudará a controlar el gasto en destino. Dejar un pequeño colchón para imprevistos es más que aconsejable porque nos puede sacar de un apuro.
Si no es suficiente, podremos intentar ajustar algunas partidas. Aunque las tasas del pasaporte son fijas, siempre se pueden buscar alojamientos más baratos, modos de transporte más económicos o experiencias más sencillas. También conviene pararse a pensar si es necesario viajar con una maleta de último modelo o si nos puede bastar con una mochila. Incluso calcular cuánto nos puede ahorrar acortar nuestro viaje algunos días, si es que esto es posible.
Una vez ajustado el presupuesto del viaje, podremos saber si necesitaremos ahorrar dinero para equilibrar el presupuesto y planificar las acciones que vamos a realizar para conseguirlo.
Para hacernos una idea de cuánto dinero deberemos ahorrar cada mes y durante cuánto tiempo, es muy importante tener en cuenta nuestros ingresos y nuestros gastos. Este último apartado se divide en gastos obligatorios, necesarios, variables y prescindibles. Esto nos permitirá conocer mejor nuestra situación financiera, así como planificarla, tal y como se explica en el siguiente vídeo.
Una regla muy útil en este sentido es la del 50 %-20 %-30 %. Según esta pauta, el 50 % de nuestros ingresos se debería dedicar a pagar los gastos imprescindibles, tales como el alquiler, la hipoteca, la comida o los suministros. Por su parte, el 20 % se puede dedicar al ahorro y el 30 %, a gastos opcionales, como salir a cenar o ir al cine.
No se trata de una regla inamovible, sino que se puede adaptar según las circunstancias personales de cada uno. Si, además, se contempla la posibilidad de ahorrar para poder realizar un viaje, tal vez se pueda reducir durante un tiempo el porcentaje destinado a gastos opcionales y aumentar el que se dedica a ahorro.
Viajar es una de las experiencias más enriquecedoras que existen para el ser humano. Disfrutarla al máximo depende en gran medida de la planificación que realicemos previamente. Saber que contamos con los fondos suficientes nos aportará tranquilidad y nos ayudará a la hora de emprender cualquier aventura.