SOSTENIBILIDAD

Objetivo pobreza: qué estamos haciendo para acabar con esta lacra

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Objetivo pobreza: qué estamos haciendo para acabar con esta lacra
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CaixaBank

11 Junio, 2020


Acabar con la pobreza extrema en el mundo. ¿Quién no ha dado alguna vez vueltas a esta cuestión? Todos nos hemos parado a pensar alguna vez en nuestras vidas cómo podríamos llevar la prosperidad a aquellas personas que sufren esta lacra.

La pobreza nos preocupa, especialmente en momentos como el actual, cuando nos enfrentamos a una pandemia mundial con la capacidad de agravar considerablemente este problema. De hecho, la ONG Save The Children afirma que el 60% de las familias en situación de pobreza que ya atendía ha visto empeorada su situación laboral solo en la primera semana de confinamiento. Por su parte, un estudio promovido por Oxfam calcula que otros 500 millones de personas más se pueden ver sumidas en ella a causa de la crisis del coronavirus.

Sus efectos son tan graves que solucionar la pobreza extrema y el hambre son los dos primeros de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. Se trata de una serie de metas que deberemos cumplir dentro de la Agenda 2030. Esto quiere decir que Gobiernos, sector privado, sociedad civil y ciudadanía debemos trabajar unidos para alcanzarlas en un plazo de diez años.

Radiografía de un problema complejo

Decir adiós de una vez por todas a la pobreza extrema puede parecer un objetivo inalcanzable. De esos sueños que se formulan en voz alta, pero cuyo cumplimiento resulta prácticamente imposible. Sin embargo, existen motivos para la esperanza: desde el año 2000, la tasa de pobreza mundial se ha reducido a la mitad y se han logrado avances significativos en muchos países del Asia oriental y sudoriental.

Eso sí, la pandemia de la COVID-19 puede suponer un retroceso de una década en la lucha contra la pobreza, según Oxfam. Además, una de cada diez personas que viven en regiones en desarrollo y sus familias subsiste con solo 1,75 euros diarios y hay millones que ganan poco más, según la ONU.

Para complicar aún más la situación, la pobreza es un problema que tiene mil caras. Por eso, su solución requiere actuaciones en ámbitos muy diversos. Todo ello, con la exigencia añadida de la sostenibilidad: no se pueden implantar fórmulas mágicas que supongan un lastre para el planeta y las próximas generaciones.

¿Cómo afrontar, entonces, un problema tan complejo? La ONU apuesta por el crecimiento económico inclusivo, que permita crear empleos sostenibles y promover la igualdad, así como por fortalecer los sistemas de protección social. Bajo estos principios, se están llevando a cabo ya actuaciones en todo el mundo, especialmente en las áreas rurales de países en desarrollo. Se trata de zonas que acusan especialmente el problema de la pobreza y, al mismo tiempo, son claves para alimentar al mundo.

Agricultura productiva y sostenible

La mayoría de las personas que viven por debajo del umbral de la pobreza habitan dos regiones: Asia meridional y África subsahariana. Por sus características, es imprescindible atajar en ellas la pobreza rural y lograr el más difícil todavía: hacerlo de manera sostenible.

La FAO ya se ha puesto manos a la obra con una serie de programas para aumentar la productividad de las pequeñas explotaciones agropecuarias, promoviendo el uso y la gestión sostenible de los recursos naturales. Un ejemplo de ello es la mecanización agrícola sostenible que se está promoviendo en el África subsahariana, una zona donde dos tercios de la energía que se emplea en preparar la tierra para la agricultura procede de la fuerza humana. Este concepto abarca desde el empleo de herramientas manuales básicas y sencillas a equipos motorizados más sofisticados; es decir, desde animales de tiro a tractores.

Según la FAO, la mecanización ayuda a los pequeños productores a intensificar y ampliar la producción agrícola, al tiempo que permite que algunos miembros de la familia logren un empleo e ingresos fuera de la agricultura. Como cada vez hay más jóvenes africanos rurales que emigran a las ciudades, la falta de mano de obra, unida a una creciente demanda de alimentos por parte de las ciudades, puede convertirse en un grave problema en la región. En este sentido, la mecanización puede ayudar a los campesinos —que generalmente son mujeres o personas mayores— a seguir el ritmo de las necesidades de producción, contribuyendo a aumentar la seguridad alimentaria e, incluso, a mitigar el cambio climático.

Existe una amplia variedad de equipos agrícolas que facilitan, por ejemplo, la siembra de precisión con una perturbación mínima del suelo o la recolección y el transporte. Así, esas herramientas permiten la intensificación sostenible de la agricultura, que incluye la protección del suelo, amplios cultivos de cobertura y una labranza mínima.

Poner esos equipos a disposición de la población rural permite, además, que se creen nuevos e incluso mejores puestos de trabajo en estas zonas. Por ejemplo, gestores cualificados en maquinaria, mecánicos o distribuidores de repuestos. De hecho, existen cooperativas en Benín y Nigeria que ya ofrecen servicios de mecanización a sus miembros con resultados económicos y sociales positivos. También se han creado empresas en otros lugares dedicadas a la compra y alquiler de equipos a pequeños productores.

Empoderar a las poblaciones rurales

Una de las consecuencias de la pobreza es la exclusión de quienes la padecen a la hora de tomar decisiones. También es uno de los factores que la convierten en un problema crónico. Esa es la principal razón por la que empoderar a las poblaciones rurales de las áreas empobrecidas resulta fundamental.

¿Cómo devolver su autonomía a personas que llevan décadas sufriendo pobreza extrema? Muy sencillo: dándoles voz. Los clubes de oyentes permiten a comunidades aisladas de la República Democrática del Congo y de Níger compartir sus deliberaciones e incluso resolver de manera pacífica sus conflictos.

Para ello, los clubes de oyentes se sirven de emisoras de radio locales que se han convertido en agentes del cambio no solo en el ámbito agrícola, sino también en otras cuestiones delicadas como el VIH, el matrimonio a temprana edad y el derecho de la mujer a heredar tierras. Este enfoque no solo genera confianza en las personas, sino que también incluye a las mujeres en la toma de decisiones y crea conciencia sobre las necesidades de las zonas rurales.

Acceso a financiación

La falta de acceso a la financiación es otra de las complicaciones a la que se enfrentan las poblaciones que sufren la pobreza en áreas rurales. En este sentido, los microcréditos llevan ya años ayudando a paliar sus consecuencias.

Se trata de pequeños préstamos que facilitan financiación a personas que tienen dificultades para obtenerla de manera convencional. Unos instrumentos que ya han ayudado a reducir considerablemente la pobreza moderada en zonas rurales de Bangladesh, entre otros muchos ejemplos.

Los microcréditos son ideales para financiar proyectos empresariales en sus comienzos. CaixaBank cuenta con su propio banco social, MicroBank, que ofrece financiación a emprendedores, familias, estudiantes y proyectos sostenibles, entre otros.

Productividad, empoderamiento y financiación son tres de las armas que se utilizan para lograr reducir la pobreza extrema a la mínima expresión. Un sueño que la humanidad puede ver convertido en realidad si suma esfuerzos.

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