Resulta difícil seguir el pulso de la naturaleza desde una ciudad y, en España, aproximadamente cuatro de cada cinco personas (81,6 %) vive en una zona urbana, según la ONU.
Mientras aquellas personas que habitan cerca de lugares de cultivo o en zonas costeras tienen más sencillo saber cuáles son los alimentos de cada temporada, quienes viven alejados solo tienen como referencia lo que encuentran en las tiendas y supermercados.
En estos establecimientos es habitual encontrar un poco de todo: naranjas de Sudáfrica junto a tomates de cercanías o gambas de Huelva junto a bogavantes canadienses. Es decir: productos frescos que están en plena temporada en España junto a otros que no. La cuestión es que elegir unos u otros es más importante de lo que pueda parecer.
Un alimento de temporada es aquel que se encuentra en su mejor momento para el consumo en una época determinada del año. Sin embargo, aquí hay que introducir un matiz importante: es difícil hablar de alimentos de temporada sin vincularlos a otra característica, su proximidad.
Esto es así porque, en realidad, un alimento puede estar en temporada prácticamente todo el año. Por ejemplo, en España las naranjas están en su mejor momento entre noviembre y abril, mientras que en otras zonas como Latinoamérica o Sudáfrica suelen estarlo entre nuestro verano y comienzos del otoño.
No obstante, no es lo mismo consumir un producto de proximidad que hacerlo con otro que ha llegado de la otra punta del globo. Tampoco es igual consumir un producto de proximidad cuando está en temporada que cuando no lo está.
Hay muchos recursos para saber cuándo es la mejor temporada para cada producto. Uno de los más intuitivos es el portal Soy de Temporada, dedicado a vegetales. Por su parte, Greenpeace ha dedicado una web a los mejores momentos para consumir pescados y mariscos.
La caída de la hoja suele venir acompañada de unas vistosas cucurbitáceas en los huertos, las calabazas, que entran en su época de mayor esplendor. Mientras, los bosques se pueblan de setas. Granadas e higos son visitantes fugaces en septiembre y octubre es un mes muy bueno para el rábano, la remolacha, las coles y el brécol. En noviembre ya comienzan a hacer acto de presencia los cítricos.
El otoño es un buen momento para consumir especies como el bonito del Mediterráneo, el pulpo, el calamar o el congrio.
Las plantas resistentes a las heladas son las que mejor se llevan con el invierno. Es el caso de las berzas, las coles, el apio, la escarola o el puerro. Frutos como el kiwi o el aguacate y los cítricos como la naranja o el limón son los que mejor están en esta época del año.
El invierno es una temporada en la que brillan distintas especies de pescados y mariscos, como la raya, el besugo, el lenguado, la dorada o el centollo.
La primavera es una auténtica temporada de oportunidades para disfrutar de una gran variedad de productos frescos. A principios de esta estación podemos empezar a disfrutar de los deliciosos espárragos, en los que España es una gran potencia.
En abril hacen acto de presencia guisantes, endibias o zanahorias y, hacia final de la temporada, llegan las fresas y algunas frutas de hueso, como las cerezas.
En marzo comienza también la temporada de pesca artesanal del atún rojo del Mediterráneo, se empiezan a ver especies como el cabracho y otras como la anchoa, la merluza de bajura o la lubina entran en su etapa más deliciosa. Finalizamos la temporada con la gamba de Huelva y la sardina en todo su esplendor.
El verano es el reino de plantas solanáceas como los pimientos, los tomates o las berenjenas, así como de muchas cucurbitáceas como el calabacín, la sandía, el melón o el pepino. A las frutas de hueso como el melocotón, la nectarina o la ciruela también les gusta esta estación, así como a las peras.
También en verano se desarrolla la costera del bonito. Pescados como la melva o la caballa están deliciosos en esta época del año, así como mariscos como la nécora.
Hay muchas razones por las cuales resulta beneficioso saber cuáles son los alimentos de cada temporada y consumirlos entonces, especialmente en el caso de productos frescos como vegetales, pescados y mariscos.
En general, esos beneficios se pueden englobar en tres grandes categorías: nutrición, economía y cuidado del medio ambiente.
Que un alimento esté en temporada significa que está en su mejor momento. No solo es en su temporada cuando ofrece las mejores prestaciones organolépticas, es decir, cuando mejor aspecto, sabor, textura y aroma tiene. Además, su valor nutricional aumenta: sus vitaminas, minerales y otros aportes nutritivos suelen ser óptimos.
Lo que ocurre con algunos alimentos que proceden de otros países cuando no están en temporada en España es que son recolectados de manera prematura. Volviendo al ejemplo de los cítricos, los extranjeros suelen recolectarse unos 40 días antes de llegar a nuestras tiendas, es decir, con un índice de maduración prematuro, tal y como recoge El Comidista. Sin embargo, los productos de proximidad y de temporada en España se recolectan normalmente en su mejor momento.
Otro argumento a favor de comprar y consumir alimentos de temporada producidos en proximidad tiene que ver con la economía, tanto la doméstica como la de la propia zona donde se producen.
Cuando los productos abundan, como es el caso de los alimentos de temporada, su precio suele resultar más económico que cuando escasean, es decir, cuando están fuera de temporada. Además, consumirlos estimula la economía del país: productores y distribuidores locales, entre otros, se ven beneficiados del comercio de estos productos.
También el planeta agradece el consumo de alimentos de temporada y de proximidad. Por un lado, esta manera de consumir respeta los ciclos naturales de plantas y animales, contribuye a cuidar el suelo dedicado a cultivos y optimiza el uso de recursos destinados a su producción.
Un ejemplo claro en este sentido es el de las vedas de algunas especies marinas, que permiten a los animales reproducirse y desarrollarse en las mejores condiciones posibles para ello.
Otra cuestión especialmente importante es la reducción en la huella de carbono en nuestra cesta de la compra. Según la ONU, el 29 % de las emisiones de gases de efecto invernadero procede de la cadena de suministro que lleva los alimentos de la granja a la mesa.
Promover sistemas de alimentación más sostenibles, basados en productos de temporada y proximidad, puede ayudar a reducir considerablemente este factor del calentamiento global.
Es tan fácil como observar los kilómetros que recorre un producto desde su lugar de origen hasta nuestra bolsa de la compra: a menor distancia, por norma general menos emisiones. La producción en invernaderos, clave para tener disponibles productos fuera de temporada, tiene también una importante contribución a las emisiones de carbono de los cultivos.
