INNOVACIÓN

Baterías: el futuro del coche eléctrico pisa el acelerador

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Baterías: el futuro del coche eléctrico pisa el acelerador
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CaixaBank

16 Febrero, 2021


Si ha habido un obstáculo que ha impedido que todos, a estas alturas, estemos conduciendo coches eléctricos, ese ha sido su autonomía. Esa es la palabra mágica que anima a unos conductores y disuade a otros a la hora de pasarse a la conducción eléctrica, junto al precio de los vehículos. Dos factores que dependen en gran medida de un elemento, la batería, cuya evolución será esencial para implantar una futura movilidad de cero emisiones locales.

Precisamente la innovación en el desarrollo de baterías será clave en la popularización de los coches eléctricos. Se trata de una meta que persigue la Unión Europea en su agenda para cumplir sus objetivos de descarbonización en 2050. En este sentido, un informe de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente estima que, a partir de 2030, solo deberían venderse este tipo de automóviles en el territorio comunitario para poder limitar el calentamiento global 1,5 ºC.

Hasta entonces, el coche eléctrico debe ser capaz de erigirse en una alternativa competitiva frente a los actuales vehículos de combustión interna. Para ello, debe superar la barrera de una autonomía limitada entre recargas y la amenaza de aumento de precio que suponen unas baterías cada vez más sofisticadas. Lo cierto es que, por el momento, parece que va por buen camino.

La autonomía se multiplica

Son muchos los avances que ha experimentado el coche eléctrico en los últimos años. Tal vez uno de los más importantes ha sido el aumento del número de kilómetros que es capaz de recorrer sin tener que parar a enchufarlo.

En 2010, los coches eléctricos más populares homologaban en torno a 160 km de autonomía, una marca que se quedaba en alrededor de 120 km en condiciones reales de conducción. Hoy, muchos modelos superan los 300 km o los 400 km en uso mixto, en función de la batería que lleven. Incluso algunos ya registran autonomías superiores a los 600 km.

Se trata de un cambio mucho más importante de lo que parece. Mientras los vehículos eléctricos de hace 10 años permitían un uso que prácticamente se limitaba a los trayectos urbanos cotidianos como ir a trabajar o a la compra, hoy son capaces de llevarnos de viaje si sabemos planificar bien las recargas. Esto significa que los coches eléctricos ya empiezan a pelear por el puesto de coche principal en los garajes de los conductores.

El corazón del coche eléctrico

Una de las principales razones por las que los coches eléctricos recorren cada vez más kilómetros entre recargas es que sus baterías ganan eficiencia prácticamente cada día. Esto se debe, entre otros factores, a que su capacidad para almacenar energía eléctrica ha aumentado considerablemente con el paso de los años.

Así, los coches eléctricos de hace 10 años llevaban baterías muy pesadas que suministraban poco más de 20 kWh al motor eléctrico del vehículo. Hoy, hasta los modelos más pequeños ya disponen de baterías con capacidades superiores a los 30 kWh e incluso rozan los 100 kWh en el caso de los más avanzados.

Esto significa que esas baterías tienen la capacidad de transmitir y recibir mucha más energía eléctrica que sus predecesoras. También de almacenarla en menos tiempo, lo que supone tiempos de recarga más cortos. De hecho, hoy es posible recargar al 80% un vehículo eléctrico convencional en menos de una hora, una marca que hace años parecía un sueño.

En este sentido, la evolución de las baterías ha transcurrido en dos sentidos: aumentar su capacidad y hacerlo tratando de contener al máximo su peso para optimizar el uso de la energía. Un desarrollo que, en el caso de las baterías de los coches eléctricos, tiene un nombre: iones de litio. De hecho, es la tecnología predominante en estos automóviles, aunque ya se comienza a hablar de baterías de estado sólido, que podrían llegar a proporcionar aún mayor autonomía y tiempos de recarga sensiblemente inferiores.

El motor de la sostenibilidad

En 2018, las células de iones de litio, que son las que reinan por el momento en la movilidad eléctrica, acapararon el 45% de las patentes relacionadas con células de baterías, frente al 7% de las que se basaban en otros compuestos químicos. Buena parte de esta actividad tiene que ver con avances relacionados con los coches eléctricos y convierte a estos vehículos en importantes catalizadores del desarrollo de tecnología capaz de almacenar energía eléctrica.

De hecho, el avance de las baterías es crucial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) enunciados por la ONU, en especial los relacionados con Energía asequible y no contaminante (n.º 7) y Acción por el clima (n.º 13). La Agencia Internacional de la Energía (IEA) considera que la capacidad de almacenamiento de energía necesaria para cumplir con esas metas globales debe multiplicarse por 50 de aquí a 2040. No solo para mover coches, sino también para almacenar la electricidad procedente de fuentes renovables que nutre a la industria, a las empresas y a los hogares.

Ese aumento de la capacidad de almacenamiento se ve favorecido, precisamente, por los avances destinados a convertir los coches eléctricos en una opción viable y popular. Tal y como reconoce la propia IEA, los progresos técnicos y la producción cada vez más masiva de baterías han hecho madurar el mercado y han conducido a un significativo descenso de su precio.

En el caso de los vehículos eléctricos, los acumuladores de ion-litio son hoy el 90% más baratos que hace 10 años. Un descenso que, a su vez, influye en el precio de estos coches, que cada vez se asemeja más al de los modelos convencionales. Y que, a la larga, influirá también en las baterías que instalaremos en nuestros hogares para aprovechar al máximo la energía.

Los coches eléctricos influyen mucho más de lo que parece en la transición energética que persiguen países de todo el mundo. Por eso, su popularización puede ser clave para alcanzar los objetivos de sostenibilidad que se han fijado países de todo el mundo.

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