Ponerse al volante de un coche nuevo sin tener que preocuparse por el seguro, el mantenimiento o su posible depreciación es perfectamente posible. El renting o alquiler a largo plazo es la fórmula que lo permite.
Para ello, hay que pagar una cuota que incluye distintos gastos derivados de su uso y, por tanto, suele ser más elevada que la de leasing. Algunos de los gastos incluidos son reparaciones, revisiones, asistencia en carretera, impuestos o vehículo de sustitución.
Esta fórmula se centra más en proveer de una solución de movilidad al usuario que se ajuste a sus necesidades en cada momento que en proporcionarle un vehículo determinado. De hecho, los contratos de renting se pueden establecer por un plazo medio que va desde los 48 meses y hasta los cinco años.
Eso sí, suelen estipular un número máximo de kilómetros recorridos al año que, si se superan, pueden suponer un recargo, ya que, a más kilómetros, más desgaste del vehículo. Esto implica un mayor mantenimiento para que el usuario pueda seguir conduciéndolo sin inconvenientes.
Aunque en un principio el contrato de renting es un alquiler duradero sin opción a compra, lo cierto es que muchas compañías ofrecen la posibilidad de comprar el coche al finalizar el contrato. En este caso, se suele pedir a cambio el precio del vehículo en el mercado de segunda mano. Con todo, lo más habitual es que, al finalizar el periodo de alquiler, se ofrezca al usuario un nuevo contrato con un coche distinto o una prórroga del actual.
Entre los perfiles a los que más conviene el renting se encuentran las personas que cambian a menudo de residencia y que no quieren poseer un vehículo. También aquellas interesadas en disfrutar siempre de los últimos avances tecnológicos de los coches, al tener la posibilidad de cambiar de vehículo cada poco tiempo. Una opción que también encaja para los que busquen estabilidad en lo que pagan por su movilidad y quienes quieran contar con un vehículo solo de manera temporal.
Aunque el renting y el leasing son modalidades que tradicionalmente han disfrutado autónomos y empresas gracias a los beneficios fiscales que les aportan, lo cierto es que también los particulares pueden acogerse a ellas. Solo hay que reflexionar sobre el tipo de movilidad y el estilo de vida que tenemos para elegir la manera más adecuada de disfrutar de nuestro próximo coche nuevo.