Hace 39 años, en las pistas de todas las discotecas de España e Italia sonaba la misma canción ganadora del Festival de San Remo. La versión en español, con la voz de la cantante mexicana Daniela Romo, clamaba «yo no te pido la Luna». Por pedir, que no quede, pero… ¿se puede comprar?
¿Cuánto cuesta una parcela en la Luna?
Tiempo de Lectura: 3 minutos
CaixaBank
19 Julio, 2023
¿Puede comprarse un cuerpo celeste?
Aunque nos intenten embelesar diciéndonos que nos van a comprar la Luna o el Lucero del Alba, el Outer Space Treaty, de 1967, prohíbe que ningún país pueda reclamar la soberanía de ningún cuerpo celeste. Este acuerdo, impulsado por EE. UU. y la URSS en plena carrera espacial, ha sido suscrito desde su ratificación por 113 países.
No obstante, este documento no habla de individuos particulares reclamando la propiedad de la Luna, y es algo que no pasó desapercibido para Dennis M. Hope, que en la década de los 80 advirtió esta laguna legal y pensó en cómo sacar provecho de ella.
Dirigió una carta a las Naciones Unidas, anunciando que se proclamaba propietario de la Luna y de 9 planetas y que tenía la intención de parcelar su superficie y venderla. Desde entonces, es a lo que se ha dedicado.
Se calcula que la venta de terrenos en la Luna le ha reportado ganancias de 9 millones de euros, dice Hope. Vende a 34 euros una parcela de 0,4 hectáreas, por lo que la venta de toda la superficie lunar supondría una operación de 32.774 millones de dólares. Su compañía, Moon States, tiene 6 millones de clientes, es decir, la Luna sería propiedad de estas personas, entre las que se encuentran Tom Cruise, Nicole Kidman o John Travolta, e incluso dos expresidentes de Estados Unidos, siempre según la versión de Hope.
El Gobierno Galáctico y la Embajada de la Luna
Para la gestión de estos terrenos y sus recursos, Hope estableció una institución donde participan estos propietarios, que llamó Gobierno Galáctico, que cuenta con su constitución y bandera, así como con una moneda propia.
La Embajada de la Luna ya ha pedido al FMI que reconozca esta divisa, que ha llamado «delta» y que respalda su valor con los recursos minerales presentes en nuestro satélite natural. Existen 30 gobiernos que han entablado relaciones diplomáticas con la Embajada de la Luna.
Lo cierto es que, según el derecho internacional, el Outer Space Treaty, como tratado de Naciones Unidas, tiene competencia sobre gobiernos, empresas y particulares. A esta legislación se suma el Tratado de la Luna, de 1979, que transfiere la jurisdicción de todos los cuerpos celestes (incluidas las órbitas cercanas a tales cuerpos) a la comunidad internacional, regulando la explotación de los recursos de la Luna. No obstante, las grandes potencias implicadas en la carrera espacial no han suscrito el acuerdo (EE. UU., Rusia, China o Francia).
Uno de los recursos más atractivos de la Luna son sus reservas subterráneas de helio, valoradas en 6 cuatrillones de dólares, además de su posición estratégica para la implantación de colonias humanas o en las comunicaciones con otros lugares de la galaxia.
Sin embargo, esta década no ha empezado con buen pie para Hope, ya que planeaba la construcción de una ciudad en forma de pirámide en la superficie selenita y, sin embargo, las obras no han empezado. A este traspiés para Hope hay que añadir otro contratiempo: otros han tenido su misma idea y se proclaman únicos vendedores autorizados de los terrenos lunares, por lo que Moon States debe dedicar un presupuesto a abogados que persigan a los competidores.
Zanjando el asunto, no hay sustento legal a las alegaciones de Hope, por lo que las escrituras de compraventa de las parcelas de la Luna carecen de validez. ABC recoge «que es una estafa, porque la Luna y los demás cuerpos celestes no son susceptibles de apropiación. Lo dice el artículo 2 del tratado espacial de 1967», citando a Elisa González Ferreiro, presidenta de la Asociación Española de Derecho Aeronáutico y Espacial. «Los estados son responsables de sus nacionales. Un particular no puede ir por libre», añade. Por tanto, los clientes de Hope solo poseen la ilusión de creerse dueños del cuerpo celeste protagonista de tantos versos y canciones.
El otro dueño de la Luna, Jenaro el lunático
El poeta chileno Jenaro Gajardo Vera intentó entrar en el club social de Talca, Chile, sin éxito. Sin embargo, tuvo una idea para alcanzar el prestigio social que conseguiría que se le abrieran las puertas de esta institución: poseer la Luna. Se dirigió a un notario y ahí registró la propiedad del satélite, autoproclamándose «lunático» y ganando enorme fama en su país. Murió en 1998 sin haber intentado sacar más beneficio a su propiedad que la notoriedad. «Nos demostró que usando la imaginación puedes mejorar tu vida y la de todos», decía de él un anuncio de la televisión chilena.
El futuro de la Luna
El Programa Artemis tiene por objetivo volver a llevar al ser humano a la Luna en algún momento de la próxima década, de la mano de la NASA y de agencias espaciales de diversos países, incluida la Agencia Espacial Europea (ESA).
Pie de vídeo: Hábitat en la Luna creado por la Agencia Espacial Europea y el estudio de arquitectura Skidmore, Owings and Merrill (SOM) presentado en la Biennale Architettura 2021.
Para llevar a cabo esta exploración, se toma el marco jurídico de los Acuerdos de Artemisa firmados en 2020, que garantizan, entre otros asuntos, que se respetará el lugar de aterrizaje de la misión Apolo, así como los materiales vinculados a este programa.
Por su parte, Rusia y China, interesadas en la Luna y sus recursos, han firmado un acuerdo para establecer bases en la Luna por su cuenta.
Desde el punto de vista privado, Hope tiene acuerdos de colaboración con SpaceX, fundada por Elon Musk, para establecer viviendas y zonas de ocio.
Una gallega, la dueña del Sol
Siguiendo la estela de Hope, la gallega Ángeles Durán escrituró en 2010 ante notario la propiedad del Sol, el único astro que no había registrado el americano. Intentó vender parcelas del Sol en eBay, pero la plataforma no se lo permitió al no ser un bien tangible.
Además, este no fue su único revés: recibió demandas de personas que habían sufrido daños en su salud atribuidos al Sol, ya que como propietaria ella era la responsable última. Con el auge de la energía solar, Durán intenta ahora cobrar a las empresas que generan energía fotoeléctrica, sin éxito. Sin embargo, el espíritu emprendedor de la dueña del Sol no ha quedado ahí y también se ha registrado como propietaria del grito de Tarzán y ha participado en el concurso culinario de televisión Master Chef Italia.