Regalar un teléfono móvil a tus hijos supone reconocer su responsabilidad y madurez, ya que, a partir de ahora, no tendrá que pedírtelo cada vez que lo quiera utilizar.
Según datos de Unicef, la edad media de acceso a un dispositivo móvil de uso personal —como un smartphone— se encuentra por debajo de los 11 años en España. Son edades tempranas en las que los niños no tienen las herramientas adecuadas para manejar un teléfono móvil con total libertad. Por eso, llegado el momento, es muy importante prepararlos para un uso responsable del teléfono móvil.
¿Cómo hacerlo? No es que estos dispositivos vengan precisamente con un manual de instrucciones para ello. Por eso, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) y Unicef han editado una guía con consejos para regalar un teléfono móvil a tu hijo con seguridad.
La guía recomienda preparar la llegada del teléfono móvil con antelación. La razón es muy sencilla: al regalar un teléfono móvil, damos acceso potencial a una gran variedad de información, relaciones y contenidos.
Es cierto que los niños están acostumbrados a manejar tecnología desde muy pequeños, pero eso no significa que sean conscientes de los riesgos a los que se exponen. Es necesario conocer su grado de madurez y llegar a un compromiso con él. Plasmar ese acuerdo por escrito, como si fuera un contrato familiar, puede resultar muy útil.
Es importante que el teléfono móvil no quite tiempo a tus hijos en actividades claves en su desarrollo, como dormir, estudiar o jugar en la vida real. Aunque los software de control parental son muy útiles, la supervisión debe ser activa, entre otras razones, porque un bloqueo excesivo puede causar efectos indeseados.
Por todo esto, conviene mantener abierta la posibilidad de ir desbloqueando contenido interesante y apropiado a su madurez. También es importante acordar filtros, restricciones y tiempos.
Jugar a través del teléfono móvil supone, en la mayoría de los casos, hacerlo conectados a otras personas. Esto tiene ventajas y riesgos, igual que ocurre con las redes sociales. Por eso hay que aplicar ciertas precauciones relacionadas con los juegos en el teléfono móvil:
– Controlar la información personal que comparten.
– Ofrecerles juegos adecuados a su edad y madurez.
– Supervisar a qué juegan, cómo se comportan y cuánto tiempo dedican.
En cuanto a las redes sociales, también conviene guiarlos en el uso de aplicaciones donde su información personal está más expuesta:
– Establecer cuáles pueden utilizar y cuáles no.
– Hablar con ellos sobre los peligros que se pueden encontrar en redes sociales y sobre el manejo de sus datos, a los que tal vez puedan acceder más personas de las que esperan.
– Configurar juntos cada perfil en redes sociales para que no todo el mundo pueda ver lo que publican. Decidir también qué información es pública y qué usuarios pueden acceder a ella, con distintos niveles de privacidad.
– Enseñarles a configurar quién puede ver cada publicación.
– Asegurarse de que solo se incluyen los datos estrictamente necesarios para registrar el perfil y utilizar un nick o apodo en lugar del nombre real.
Es importante tener información sobre las personas con las que juegan tus hijos, a quiénes siguen y qué contactos tienen en sus redes sociales. Conviene interesarse por ello, siempre respetando la privacidad. También es recomendable enseñarles a no compartir información ni fotografías personales con desconocidos, que pueden conducir a ciberacoso, chantaje o grooming.
En ningún caso deben facilitar información que permita localizarlos, como dónde viven, en qué centro estudian o en qué equipos juegan. Tampoco deben aceptar o añadir como contactos a personas que no conozcan en la vida real.
Lo que se hace en internet tiene consecuencias. Por eso, deben asegurarse de tener permiso de otras personas antes de publicar en redes, reenviar fotos, vídeos o audios en los que aparezcan. Esto incluye la difusión de información sobre ellos.
Nunca deben crear o difundir informaciones falsas o mal intencionadas. Lo que puede parecer divertido en un momento dado también puede tener consecuencias impredecibles.
Tus hijos deben saber que pueden contar con sus padres o adultos al cargo para contarles cualquier situación que los incomode. Para evitar males mayores, lo mejor es estar disponibles para ayudar a tiempo. Esto es especialmente importante si los menores han visto contenido que implica peligro, provoca ansiedad o miedo, o si es sexual o violento.
Hay un canal prioritario de la AEPD para comunicar la publicación no autorizada en internet —por ejemplo, fotografías, vídeos, audios o información que identifique a personas— y solicitar que se retire urgentemente.
Si un menor de edad se burla de alguien o publica contenido sensible sobre otras personas, puede estar cometiendo infracciones administrativas o delitos. En estos casos, son los padres o tutores legales quienes responden civilmente por los daños y perjuicios causados. También responden solidariamente de las multas por infracción de la normativa sobre protección de datos impuestas a sus hijos menores de edad y mayores de 14 años.
Tener momentos libres de tecnología para toda la familia es necesario para que los niños accedan a otras experiencias y completen su desarrollo. También deben poder concentrarse en sus estudios y descansar. Por eso, hay que acordarlos mutuamente. Así será más fácil evitar una posible adicción a las pantallas y generar relaciones personales positivas.
Si tu hijo presenta cambios de humor o reacciones fuera de lugar después de un uso intensivo del teléfono móvil, hay que tomar medidas. Son síntomas de que hay algún problema que afecta a su bienestar. No tiene por qué estar causado por el uso de pantallas, pero sí que esta interacción hace que se manifiesten.
Hay que estar atentos a sus emociones para detectar cualquier situación dañina cuanto antes. Hablar e interesarse por su experiencia digital es la mejor estrategia. Y, ante cualquier duda, se debe consultar con profesionales sanitarios y educativos.