De camino a una economía más tecnológica y respetuosa con el planeta, el cobre se ha convertido en el hilo conductor de esta revolución.
Su uso en la fabricación de todo tipo de componentes electrónicos (desde cables hasta placas de ordenador) hacen que este metal sea esencial, también para el impulso de energías sostenibles o la electrificación de los automóviles.
Este metal de tono rojizo tiene cualidades muy valoradas, como su alta conductividad (es el segundo mejor conductor después de la plata), su maleabilidad, su durabilidad o su resistencia a la corrosión. La posibilidad de un reciclaje casi infinito es otra característica clave.
Este conocimiento y su frecuente presencia en Europa, Asia o América hizo que se comenzara a usar en la elaboración de multitud de objetos, desde armas hasta campanas. Ahora es uno de los más utilizados en la fabricación de tecnología.
Si tomamos datos de la web Trend Economy de 2023, vemos que Chile es el principal exportador mundial de cobre, responsable del 28 % de la producción global, seguido de Perú (23 %) e Indonesia (9,82 %).
En 2023 China fue el primer importador de este mineral, que acapara el 65 % de las exportaciones mundiales, con Japón (12,8 %) y Alemania (3,61 %) a la zaga, según los datos recogidos en Trend Economy.
Este patrón evidencia lo esencial que el cobre llega a ser en las economías con un gran peso de la construcción de infraestructura, la fabricación de productos electrónicos y el desarrollo de tecnologías renovables.
A lo largo de la última década, el precio de este material ha experimentado continuas fluctuaciones. En 2011, el precio del cobre rozó los 9.000 euros por tonelada, debido a la demanda en los mercados emergentes, particularmente en China.
La desaceleración de la economía del gigante asiático y el aumento de la oferta mundial estabilizaron los precios en el periodo entre 2013 y 2020.
No obstante, el cobre volvió a experimentar un nuevo repunte en 2021 al superar los 8.400 euros por tonelada a causa de la creciente demanda de tecnologías renovables y la electrificación global.
Los problemas de suministro provocados de la pandemia de COVID-19 también contribuyeron al ascenso de precios.
La transición hacia la economía verde necesita cobre. En 2050 la demanda mundial habrá crecido un 75 %, llegando al consumo de 56 millones de toneladas de cobre (frente a los 22 millones de toneladas estimadas de 2023), augura un nuevo informe de la consultora Wood Mackenzie.
Detrás de este aumento están los esfuerzos por descarbonizar la economía.
Uno de los principales desafíos a los que se enfrenta la industria del cobre es el agotamiento de las minas de alta calidad.
Las principales reservas de cobre del mundo, ubicadas en países como Chile y Perú, están comenzando a mostrar signos de agotamiento, como se recoge en este artículo.
A medida que se reducen las reservas accesibles, las empresas mineras están recurriendo a yacimientos de menor calidad, lo que incrementa los costes de extracción y limita la capacidad de satisfacer la demanda creciente.
La reducción de las reservas también ha generado preocupación sobre la viabilidad a largo plazo de la industria del cobre, según recoge El País.
Los países productores están invirtiendo en nuevas tecnologías para mejorar la eficiencia de la extracción y reducir el impacto ambiental, pero la presión sobre los recursos naturales sigue siendo alta.
La búsqueda de un sustituto está en marcha. Por sus cualidades, el aluminio es un magnífico conductor eléctrico y es más accesible y abundante, por lo que ya se está reemplazando el cobre en los casos en los que es viable.
También se está investigando el uso de materiales compuestos y conductores basados en nanotecnología para diseñar un material que pueda sustituir al cobre.
Una de las soluciones más sostenible para mitigar la escasez de cobre es la intensificación de su reciclaje. A diferencia de otros metales, el cobre puede ser reciclado casi indefinidamente sin perder sus propiedades.
El reciclaje no solo reduce la necesidad de extraer cobre virgen, sino que también contribuye a la reducción de residuos y del impacto ambiental asociado con la minería.
Por ello, el mercado mundial del cobre reciclado ha experimentado un enorme crecimiento en los últimos años: en la actualidad, el 35 % del cobre proviene del reciclaje, según la International Copper Association (ICA).
Garantizar su calidad, velar por la sostenibilidad y adecuar demanda y oferta son algunos de los retos del reciclaje del cobre.
Dado que la electrónica de consumo, los vehículos y las infraestructuras se actualizan constantemente, existe un potencial significativo para recuperar cobre de dispositivos desechados y otros productos.