“Nuestra juventud gusta del lujo y es maleducada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos”. Quien así habló no fue el padre de un milenial rebelde. Es una cita que se atribuye al filósofo griego Sócrates, nacido 470 años antes de Cristo. Es más, la frase “la juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura” estaba escrita en un vaso de arcilla de hace más de 4.000 años que apareció en las ruinas de Babilonia.
La preocupación por la evolución de las siguientes generaciones no es algo nuevo. Y es natural que sea así. Llevamos miles de años observando con incredulidad los nuevos miembros de la comunidad humana que van surgiendo. Nos cuesta entenderlos y tendemos a hablar de ellos de manera condescendiente e incluso apocalíptica. Sin embargo, si algo nos ha enseñado la historia es que ninguna nueva generación ha logrado poner fin a miles de años de presencia humana en la tierra.
En la actualidad, la generación Z es la que hace que las anteriores se devanen los sesos para comprenderlos. Incluso los niños de la reciente generación T (o generación táctil) despiertan cierta inquietud en sus padres con esa facilidad asombrosa que tienen para manejarse con todo tipo de dispositivos.
Todos ellos son, en cierto modo, ventanas a un futuro que heredarán y que todavía disfrutarán sus padres. Por eso, observarlos ayuda a sus mayores a hacerse una idea de qué les espera cuando sus hijos tomen el mando.