Si pudiéramos viajar en el tiempo y aterrizar en la Europa de 2030, comprobaríamos que todos los envases son sostenibles. O, al menos, esa es la intención de la Unión Europea, que ha ido elaborando legislaciones en las últimas décadas que buscan reducir la cantidad de envases, restringir el envasado innecesario y fomentar la reutilización.
Según la Comisión Europea, cada europeo genera anualmente casi 180 kg de media de residuos de envases. Para la elaboración de envases se usa gran cantidad de materiales: el 40 % de los plásticos y el 50 % del papel que se consumen en la UE se dedican a la fabricación de envases.
En este sentido, la Comisión Europea estima que, si no se toman medidas, el consumo de estas materias crecerá casi un 20 % de cara a 2030, y los residuos de envases de plástico podrían aumentar hasta un 46 %.
Para alcanzar el objetivo fijado de un 100 % de envases sostenibles para 2030, establecido por el Pacto Verde Europeo, debemos conocer qué envases son sostenibles y cuáles no.
La Comisión propone que la biomasa que se usa en la elaboración de los envases:
- Provenga de fuentes sostenibles.
- No tenga efectos nocivos para el medioambiente.
- Cumpla con el llamado uso en cascada de la biomasa, es decir, que se prioricen en su fabricación residuos y subproductos orgánicos como materias primas.
- Cuente con un etiquetado que transmita de manera clara al consumidor el porcentaje concreto y objetivo de plástico de origen biológico contenido en el producto. Ya existen etiquetados en algunos países, pero hay que trabajar en una armonización en el ámbito europeo. Este último punto quiere evitar el llamado greenwashing o ecoblanqueo, con referencias ambiguas como «bioplástico» o «de origen biológico».
¿Dónde tirar estos envases? Los envases de origen biológico, como puedan ser botellas de plástico de agua o envases de alimentos frescos, como bandejas de corcho blanco, bandejas de aluminio o tarrinas de yogures, deben depositarse en el contenedor amarillo.
Para este tipo de material, la Comisión apunta que el etiquetado debería informar sobre el tiempo estimado de degradación del envase, atendido a las circunstancias y al medio. Esta última exigencia es importante para los envases que sean rellenables o reutilizables, que también cumplen una importante función, ya que ofrecen una segunda vida, encajando con la economía circular. Hay que tener en cuenta que los plásticos de un solo uso no pueden ser indicados como plásticos biodegradables.
¿Dónde tirar estos envases? Vasos de cartón, cápsulas de detergente o semilleros pueden tirarse con la basura orgánica. Evita el contenedor amarillo porque, si se recicla, reduce la calidad del plástico que se fabrica.
Su uso quedaría relegado a bolsas de té, cápsulas de café de filtro, pegatinas de frutas y hortalizas y bolsas de plástico muy ligeras. En este caso, los productos deberán mostrar que están autorizados para el compostaje industrial.
¿Dónde tirar este envase? Puedes tirarlo al contenedor marrón.
Para el Parlamento Europeo, la economía circular supone una oportunidad para generar empleo e impulsar el ahorro de los consumidores. Fomentar la competitividad, apoyar la innovación y respaldar el crecimiento económico podrían desembocar en la creación de 700.000 empleos en la UE para 2030.
El diseño de materiales, procesos y productos implicaría la dinamización de algunos sectores económicos a través de la innovación, además de la eficiencia del uso de los recursos y la minimización del impacto medioambiental de su uso.
