Si hay un factor que mueve las misiones de las grandes agencias espaciales, sin duda, es la innovación.
Hace falta mucho ingenio para llevar astronautas al espacio, hacer orbitar vehículos o realizar experimentos en condiciones de microgravedad. Ese esfuerzo se traduce, en muchas ocasiones, en mejoras para nuestro día a día.
Muchos inventos que se idearon en su día para usarse en el espacio han acabado por formar parte de nuestra vida cotidiana.
Esto son algunos de esos “spin-off” —como los llama la NASA— que nos facilitan la vida día a día.
Los primeros teléfonos móviles utilizaban tecnología de comunicación por satélite, que se desarrolló en buena parte gracias a la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
El lanzamiento de la misión Sputnik en 1957 hizo que muchos consideraran los beneficios y el prestigio que aportaba esta tecnología. Así que la NASA se puso manos a la obra para desarrollar un sistema que mejorara la comunicación basada en satélites.
En 1965 se lanzó el primer sistema, que ofrecía una capacidad diez veces superior a la de los cables telefónicos submarinos por una décima parte de su precio.
Estos avances y su posterior perfeccionamiento fueron determinantes para la aparición y popularización, años después, de los teléfonos móviles personales.
Si hemos podido decir adiós a los mapas de carreteras que llevábamos en la guantera del coche, ha sido gracias al desarrollo de la tecnología GPS. Ella es la que nos permite llegar a un destino de manera exacta y por el mejor camino posible.
Millones de personas la utilizan cada día para no perderse y para encontrar los alimentos que desean en los supermercados, gracias a su papel en el control logístico mundial.
En los años 60 se desarrolló la tecnología VLBI para captar imágenes de cuásares en galaxias lejanas. En la siguiente década, los científicos le dieron la vuelta al proceso para determinar la posición exacta de los telescopios y obtener, así, una aproximación de la forma y orientación de la Tierra en el espacio. El GPS actual es una evolución de aquel VLBI que nos permitió ver más lejos que nunca.
Las zapatillas que se calzan diariamente millones de personas en todo el mundo para salir a correr tienen mucho que ver con un experimento espacial. Concretamente, las plantillas que evitan en gran medida que se lesionen.
Esas plantillas derivan de un material inventado por la NASA para que las botas de los astronautas absorbieran impactos y aportaran ventilación. Se trataba de que pudieran mejorar su control y agilidad cuando estuvieran de pie.
Las conocidas como botas lunares se ponían sobre el calzado presurizado del traje espacial y permitían a los astronautas, por un lado, caminar más cómodos sobre el satélite y, por otro, rebotar más.
A partir de ese material, los fabricantes de calzado crearon zapatillas deportivas más ligeras, con mayor confort térmico y un extra de rebote.
Probablemente, la cámara que utilizamos para hacernos selfis con nuestro teléfono móvil utilice la misma tecnología que los astronautas para sacar fotos a la Tierra desde el espacio.
Esto se debe a que la NASA desarrolló, a finales de los años 80, un nuevo tipo de sensor con un semiconductor de óxido metálico complementario.
Esos sensores se conocen como CMOS, requieren muy poca energía y son muy eficientes. Esto es una gran ventaja tanto en el espacio como en la tierra.
Hoy se pueden encontrar en el mercado gafas de sol mucho más resistentes que antes. Los arañazos parecen resbalarles, al igual que las gotas de agua de la lluvia. Una de las tecnologías que hizo esto posible respondía, inicialmente, a una necesidad en el espacio: la de proteger sus visores del polvo espacial.
Para lograrlo, se desarrolló un recubrimiento con una película de carbono similar al diamante que protegía los visores contra arañazos y permitía que los líquidos resbalaran más fácilmente para evitar manchas. Esa tecnología se utilizó posteriormente en algunos modelos de gafas de sol.
La tomografía axial computarizada (TAC) ha revolucionado el diagnóstico de enfermedades y la planificación de sus tratamientos. Nos permitió vernos por dentro como nunca antes habíamos podido hacerlo.
Toma imágenes desde distintos ángulos para componer una visión tridimensional de nuestros órganos y nuestros tejidos.
La tecnología TAC utiliza una tecnología de procesamiento de imágenes digitales que tiene su origen en el programa Apolo de la NASA, cuando la agencia preparaba sus misiones a la Luna y la manera de estudiar mejor los hallazgos de los astronautas.
Mantener una misión espacial larga sin una fuente de energía renovable es imposible. Solucionar este problema dio lugar al desarrollo de las células solares de silicio que hoy utilizan las placas solares que instalamos en nuestros tejados.
Se trataba de encontrar una fuente de energía que no lastrara demasiado los vehículos y que fuera eficiente. El sol fue la fuente que se eligió ya en la década de los años 50 y las células de silicio, las que se encargarían de obtener de él la energía necesaria.
Ese diseño básico, que se realizó en 1954, es el mismo que utilizan los paneles solares comerciales hoy en día.
