Los juegos de mesa tienen mucha historia. El primero del que se tiene constancia, una serie de 49 piezas talladas con pintura, tiene más de 5.000 años de antigüedad y fue encontrado en Turquía.
El objetivo principal de estos juegos siempre ha sido el entretenimiento, pero, con el paso del tiempo, han ido incorporando fines educativos. Ahora, también trabajan la conciencia sostenible.
Un ejemplo de ello es Catan, uno de los juegos más populares del mundo que, si bien en su versión clásica ayuda a comprender la gestión de recursos en las economías, en su último lanzamiento, Catan New Energies, plantea el reto del crecimiento en un mundo con recursos limitados y la amenaza de la contaminación.
En él, los jugadores podrán apostar por el tipo de energía que decidan, siendo conscientes de sus consecuencias a corto y largo plazo. La versión en inglés de este juego, recomendado para jugadores a partir de 12 años, está elaborada con materiales no contaminantes.
Pero Catan New Energies no es el único juego que fomenta una conciencia medioambiental. En este artículo, te damos algunas alternativas más.
Se trata del juego oficial de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), descargable de la propia página de los ODS.
Está disponible en varios idiomas y en su descarga encontrarás el material necesario para imprimir el tablero, fabricar el dado y las fichas con la ayuda de una barra de pegamento, instrucciones y tarjetas de preguntas y respuestas.
A la hora de imprimirlo, no olvides hacerlo en papel reciclado y guardarlo a buen recaudo para jugar en cualquier ocasión.
El juego, para jugadores de entre 8 y 10 años, tiene como propósito acercar a los más pequeños a su responsabilidad para proteger el planeta, acabar con la pobreza y asegurar la prosperidad.
Go Goals! es, además, un material didáctico perfecto para centros educativos.
Se trata de un juego cooperativo indicado para jugar en familia recomendado para mayores de 5 años. Pueden participar en él hasta 6 jugadores. Poniendo a prueba la memoria, El huerto de los abuelos muestra el proceso de la recolección y ayuda a los niños a desarrollar su conciencia ecológica.
El juego incluye un modo competitivo, que aumenta la dificultad y también la diversión. Las partidas son dinámicas, de unos 20 minutos.
Se puede empezar a jugar desde los 3 años y se recomienda hacerlo en grupo para que sea más entretenido, aunque el propio juego puede ir adaptándose a la edad de los jugadores.
Crear tu propio bosque, atraer a los animales que lo habiten y establecer un ecosistema equilibrado es la mecánica de Forest Shuffle. Este juego de cartas es especialmente entretenido, aunque las partidas puedan durar toda una tarde.
Cada carta representa una especie, que se puede sumar a otra para construir ese bosque. Tomar decisiones, buscar la sinergia con otras cartas, calcular la puntuación y estar pendiente de las jugadas de los otros participantes lo hace apasionante.
Es jugable para dos personas y la edad recomendada es a partir de los 10 años.
Cada edición está inspirada en distintos ecosistemas, por lo que te ayudan a descubrir qué fauna y flora habitan en cada entorno, valorando sus relaciones para su viabilidad.
Los amantes de la ornitología seguro que disfrutarán con este juego. Detrás de él está Elizabeth Hargrave, una diseñadora de juegos norteamericana apasionada por la naturaleza. Su trabajo en Wingspan ha conseguido que el juego haya sido galardonado con el Kennerspiel des Jahres, que lo distingue como el mejor juego de mesa del mundo en 2019.
Este juego de estrategia, independientemente de la belleza de sus ilustraciones, emula las acciones de las aves en los ecosistemas con una dinámica sencilla y asequible. De 1 a 5 jugadores, las partidas pueden prolongarse hasta 40 minutos. La edad recomendada es a partir de los 10 años.
Wingspan te abre las puertas a conocer la enorme variedad de especies y sus particularidades, invitando a los jugadores a la observación y protección de la biodiversidad.
