De los siete mil millones de personas que vivimos en el mundo, más de mil millones sufren algún tipo de discapacidad. Es decir, una de cada siete, lo que hace de este colectivo la “minoría más amplia del mundo”. Hay diversas iniciativas y actividades que luchan contra el estigma y los estereotipos de este colectivo y que contribuyen a su integración. ¿Una de ellas? El deporte.
La actividad física se postula como una gran vía de desconexión e inclusión de las personas con discapacidad. Y es que deporte y discapacidad configuran un tándem perfecto. El ejercicio físico aporta diversos valores y beneficios a estas personas: trabajo en equipo, motivación, ilusión, espíritu de superación, esfuerzo, confianza… Sin duda, el deporte ayuda a normalizar la vida y el día a día de estas personas, así como su concepción en el imaginario social.