En esta ópera, la dupla Mozart-Da Ponte sitúa la acción en España. Esta vez presentan la historia de Don Giovanni, un seductor sin escrúpulos capaz de manipular a cualquiera para alcanzar sus propósitos.
A lo largo del libreto, el dinero es una herramienta clave en su estrategia para seducir, comprar favores y ejercer su dominio sobre los demás.
Al principio, Don Giovanni deja claro que está convencido de que su riqueza le permite esquivar las consecuencias de sus actos. Su criado Leporello sigue a su servicio, a la espera de promesas económicas que nunca llegan.
Madamina, il catalogo è questo, además de ser un aria espectacular, nos da la oportunidad de entrar en la mente de Leporello, que está cerca de su señor para obtener dinero y estatus.
El dinero vuelve a entrar en juego en el intento de seducir a Zerlina, una campesina recién casada. En Là ci darem la mano, Don Giovanni embauca a Zerlina con promesas de una vida mejor, tentándola con una vida más próspera de la que podría darle su humilde esposo, Masetto.
En esta escena, la riqueza se convierte en una herramienta de manipulación, mostrando el poder corruptor del dinero.
En otra escena, Don Giovanni, disfrazado, paga a músicos para distraer a los invitados en el baile, lo que le da vía libre a sus seducciones. El dinero, por tanto, le transfiere la sensación de invulnerabilidad con la que desafía las normas sociales.
Pero Don Giovanni acaba con una advertencia sobre los límites del poder económico. Cuando finalmente enfrenta su destino ante la estatua del Comendador, su dinero ya no tiene valor: la justicia divina es inmutable e incorruptible.