El preahorro es una forma de ahorro que guarda una cantidad fija o porcentaje de los ingresos una vez que estos llegan a la cuenta bancaria, en lugar de guardar la cantidad que queda una vez que se restan los gastos. Esta forma de ahorro evita que gastemos por el solo hecho de tener dinero en la cuenta. Otra forma de describir el preahorro es ahorrar dinero antes de empezar a gastarlo.
Entre los objetivos del preahorro está el no tener la oportunidad de gastarse el dinero al tiempo que se construye un colchón para imprevistos. Como cualquier tipo de ahorro, el preahorro puede tener un objetivo puntual —ahorrar para adquirir algo— o más genérico —por ejemplo, ahorrar por si se necesita dinero en el futuro—.
La fórmula del preahorro familiar o doméstico permite seguir cierta constancia de ahorro, al meter todos los meses cierta cantidad en una hucha, algo que hay que hacer nada más cobrar el salario.
El preahorro tiene ventajas importantes, aunque puede aumentar el estrés de la economía familiar si se fijan objetivos excesivamente altos. Es importante hacerlo bien, así que no está de más conocer algunas técnicas que nos ayuden a preahorrar de manera adecuada y lograr incrementar el ahorro de forma pasiva.
Uno de los retos fundamentales del ahorro tradicional consiste en evitar los gastos superfluos cuando se tiene algo de dinero en la cuenta. El comportamiento humano es complejo y, por norma general, los gastos se dan en función de los ingresos.
Mucha gente piensa que ya ahorrará cuando tenga ingresos más altos, sin considerar que la conocida como “trampa del gasto creciente” nos hace aumentar los gastos cuando también lo hacen los ingresos. Ocurre algo similar con el tiempo y la “falacia de la planificación”: siempre prensamos que en el futuro tendremos más tiempo, motivo por el que llenamos las agendas de tareas futuras, cayendo en la trampa del “ya ahorraré más adelante”.
El preahorro funciona porque anula parte del efecto psicológico de la trampa del gasto creciente. Al no ver como se acumula ese dinero en la cuenta corriente, no lo consideraremos como disponible para gastar. Por su parte, si algo aprendemos de la falacia de la planificación es que el mejor momento de empezar a preahorrar es ahora mismo.
A diferencia del ahorro convencional, que aparta una parte del dinero que queda a final de mes en la cuenta, el preahorro extrae directamente cierta cantidad al principio. Es muy importante no establecer un preahorro que luego ahogue la economía doméstica, en parte porque el objetivo de este método es ahorrar de forma pasiva. Si cada pocos meses hay que “romper la hucha” y transferir fondos, el objetivo se trunca.
Una forma de calcular el preahorro es ver cuánto se ahorra todos los meses de forma convencional para realizar alguna media, aunque es importante destacar que es posible cambiar el límite al preahorro cada cierto tiempo. Si se empieza con 20 euros mensuales y la economía familiar sigue funcionando, es posible ir aumentando poco a poco la cantidad preahorrada en el futuro.
Una fórmula interesante de preahorro es combinarlo con el ahorro tradicional. Por ejemplo, preahorrar todos los meses un fijo de 50 euros y, después, si a final de mes sobra algo más de dinero, ahorrarlo también de forma manual. Esta fórmula tiene la ventaja de ver como crecen los ahorros todos los meses, pero sin estresarse por un preahorro elevado que nos ahogue a final de mes.
Algunos meses ahorraremos más dinero, y otros menos. Es importante pensar en el ahorro a largo plazo, es decir, como una carrera de fondo. En los hábitos a largo plazo la constancia es más importante que las cantidades, para poder mantenerlos en el tiempo.