Paul Donovan, economista de la Unión Bancaria Suiza (UBS), ha acuñado recientemente un nuevo término económico: la «inflación Instagram» o el efecto Instagram, que consiste en la presión al alza en los precios que ejercen los hábitos de consumo aparejados al periodo de reapertura de la actividad en los países que avanzan en la vacunación COVID-19.
Dicha presión se concentra en sectores como el turismo, la restauración o el retail. La razón es que los consumidores, cansados de las restricciones vividas durante la pandemia, se han decidido a gastar en aquello que más oportunidades de lucimiento tiene en esta red social. Esto es, en vacaciones, restaurantes y ropa.
Son artículos y experiencias que pueden, de alguna forma, rentabilizarse socialmente. Cuando los usuarios publican en Instagram imágenes de alguno de ellos, demuestran al mundo que vuelven a vivir como se espera de ellos. Aprovechan así para olvidar esos meses en los que los bienes de consumo se limitaban a aquellos aparatos, productos o
nuevas tecnologías que se pudieran disfrutar en casa.
Este efecto está provocando, según el experto en economía, un aumento de la inflación en determinados sectores, paralelo a un descenso en otros. La lectura que hace de ello es positiva. Cree que beneficiará a los mercados y también a los inversores, ya que se reducirán los precios en los sectores no afectados por la «inflación Instagram». Esta circunstancia ocasionaría una bajada de precios general y un aumento de la demanda.