En una época en la que la tecnología lo inunda todo, puede parecer que vivimos malos tiempos para la lírica. Que ya no hay sitio para los filósofos, los poetas o los historiadores. Que las artes, las humanidades y las ciencias sociales se han convertido en grandes jarrones chinos que no sabemos dónde colocar en un apartamento cada vez más funcional. Sin embargo, estas disciplinas siguen siendo muy importantes. Y todo indica que lo seguirán siendo en el futuro.
Es cierto que, en la actualidad, manda el utilitarismo. Existe una tendencia a valorar exclusivamente aquello que genera dinero de manera directa y dejar a un lado lo que no es directamente productivo. Por eso se anima a los jóvenes a elegir carreras tecnológicas que ayuden a corregir el déficit de este tipo de perfiles. Según la Unión Europea, el hueco entre la demanda y la oferta de especialistas en tecnologías de la información (TIC) seguirá creciendo en los próximos años. Además, a las empresas cada vez les cuesta más cubrir este tipo de posiciones.
Aunque el utilitarismo predomine, la creatividad y el pensamiento crítico son esenciales, incluso para el propio desarrollo de nuevas tecnologías. Esta es la razón fundamental por la que las humanidades tienen un largo recorrido por delante en el mercado laboral. Sectores tan pujantes como la inteligencia artificial necesitan sociólogos, lingüistas, humanistas o filósofos, entre otros perfiles, para salir adelante.