La creciente preocupación de personas y empresas por el medioambiente ha dado lugar a todo un abanico de nuevos conceptos ligados a la palabra “eco”, desde la ecoansiedad por un futuro incierto al ecoorgullo de contribuir de forma positiva al cambio, y la pregunta que nos hemos hecho todos alguna vez: ¿qué significa eco-friendly?
Muchos de estos términos han llegado incluso a la comunidad científica, que estudia la ecoculpa o el respeto por el medioambiente (eco-friendly). Te explicamos el significado de algunos de ellos.
El concepto eco-friendly es uno de los más repetidos y que más conviene conocer. Así que, a la pregunta de qué significa eco-friendly, la respuesta es ser respetuoso con el medioambiente. También sirve para relacionar una actividad con su bajo impacto ambiental. Eso sí, hay que tener en cuenta que muchos de estos términos no constituyen una tipología formal ni una clasificación basada en criterios objetivos y auditados.
Por ello, para evitar el greenwashing o blanqueo medioambiental, es clave que las empresas que usan términos como eco-friendly puedan avalar estas afirmaciones mediante proyectos específicos y certificados. Por ejemplo, contratando únicamente energía renovable, no usando coches de combustión, trabajando en exclusiva con recursos locales o consumiendo comida ecológica.
La eco-shame o ecovergüenza es un concepto que relaciona una empresa con alguna actividad particularmente nociva y aquello que se considera un atentado medioambiental.
Es un término usado, en principio, para compañías que dañan ecosistemas con su actividad.
El ámbito de aplicación de este término crece a medida que lo hace la sensibilización social y se dirige ya a hábitos tan extendidos como el uso de bolsas de plástico o el de usar y tirar.
El eco-pride o ecoorgullo guarda relación con sacar pecho por acciones en la línea del eco-friendly. Por ejemplo, una marca que haya reducido de forma auditada sus emisiones de CO₂ o que haya logrado que sus empleados usen el transporte público podría estar orgullosa de estos hitos, y usar para sí misma esta etiqueta.
La eco-guilt o ecoculpa es un concepto que generalmente se atribuye a personas más que a marcas, y guarda relación con la culpabilidad que siente una persona que, sabiendo que causa daño al medioambiente, no puede evitarlo o le cuesta hacerse cargo del coste de cambiar.
Por ejemplo, es frecuente en gente que consume carne, pero desearía no hacerlo, o que conduce, pero se ve incapaz de cambiar de medio de transporte. En empresas existe el mismo sentimiento, aunque está más distribuido y racionalizado: a menudo no es posible hacer todo lo que se desea. Es lo contrario al eco-pride.
La eco-anxiety o ecoansiedad es un tipo de ansiedad debida al incumplimiento de los objetivos de sostenibilidad y la crisis ecológica. Es más frecuente entre las personas más jóvenes, mejor informadas y más concienciadas sobre la necesidad del cambio de modelo productivo, que además son quienes tendrán que vivir con las consecuencias de no cambiarlo. Se suma en este grupo la falta de poder político que haga realidad un cambio de modelo, una impotencia que angustia.
La eco-paralysis o ecoparálisis se caracteriza por la incapacidad de responder de forma significativa a los desafíos ecológicos. Puede aparecer cuando hay demasiadas opciones de acción pero estas resultan conflictivas.
Esto ocurre, en ocasiones, con los alimentos ecológicos: cuidan mejor los suelos, pero suelen utilizar más suelo por kilogramo producido. Esta parálisis genera, además, cansancio mental. Puede considerarse un tipo de infoxicación o intoxicación por sobreinformación.
El eco-grief o duelo ecológico es una postura algo derrotista, pero sin fundamento científico, que implica la consideración de “pérdida” y casi el abandono de las prácticas ecológicas porque no se ve una solución viable ante el presente.
La realidad es que, incluso con pérdidas irremediables, toda acción ecológica supone evitar un mayor deterioro en el futuro.
El eco-coping o afrontamiento ecológico es un estado de lidia o confrontación de la crisis ambiental. Suele hablarse de él en términos de adaptación: las personas son conscientes del daño ecológico y lo afrontan como tal. Es un ejercicio de sinceridad que puede ser negativo (eco-grief) o positivo (movilización social).
A medida que la ecología forma parte, cada vez más, de la conciencia de las personas y crece el interés por un futuro sostenible, estos nuevos términos se hacen más habituales y se incorporan al uso cotidiano, al menos hasta que se alcance un modelo socioeconómico calificable como sostenible a largo plazo. Entonces todo será eco-friendly, cualquier acción será eco-pride y el eco-grief carecerá de sentido.
