Existe una serie de buenas prácticas que vendrán bien tanto a los usuarios de aplicaciones de recommerce más avanzados como a aquellos que se plantean sumarse a esta tendencia.
– Quedar físicamente: este es un consejo que aplica tanto a compradores como a vendedores. Si no se va a utilizar algún método que asegure la transacción online, conviene quedar físicamente con la otra parte. Así se podrá comprobar el estado real del producto y asegurar el pago. La reunión para efectuar la transacción debe producirse en un lugar transitado y público. A poder ser, conviene acudir acompañado.
– Evitar transacciones o transferencias inmediatas: lo mejor es tomarse el tiempo necesario para valorar si el producto reúne las condiciones adecuadas, si responde a nuestras necesidades y si realmente lo necesitamos. Algunas plataformas especializadas retienen el importe hasta que el comprador recibe el producto y verifica su buen estado.
– Revisar las valoraciones: algunas plataformas cuentan con herramientas de valoración que permiten comprobar la experiencia de otros compradores o vendedores con un usuario en concreto. Se trata de comentarios útiles para establecer el perfil de la persona con la que estamos tratando y asegurarnos de que se trata de un perfil verdadero. Si no hay comentarios, siempre se puede establecer una conversación online y aplicar el siguiente consejo.
– Sentido común: si se perciben señales sospechosas, como mensajes farragosos, precios demasiado bajos, direcciones de correo extrañas o reticencias a facilitar más imágenes o datos acerca del producto, es mejor ser prudentes y descartar la transacción. Es importante no dejar que el deseo de adquirir un producto se imponga al sentido común que aplicamos normalmente a cualquier compra.
El recommerce es una alternativa de consumo responsable que nos ayudará a asegurar un futuro sostenible para todos. Una meta que se ha condensado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) promulgados por la ONU y a la que los ciudadanos debemos contribuir. Apostar por alargar la vida útil de los objetos es una de las mejores herramientas que tenemos a nuestro alcance para conseguirlo.