El otoño es tiempo de cambios en los bosques de nuestro país: algunos se sumergen en pantones inverosímiles antes de desnudarse de hojas, mientras otros mantienen sus especies perennes.
Te presentamos cinco rutas a través de cinco bosques españoles que no puedes dejar de visitar.
«Siempre que me acuerdo de Irati se me ponen los pelos de punta», comenta Ernest Hemingway en su obra Fiesta. Y es que sus más de 17.000 hectáreas de hayas, robles, abetos, abedules, sauces, helechos y musgo sobrecogen a cualquier visitante, especialmente en otoño, cuando las copas de sus árboles se tiñen de brillantes amarillos, naranjas y rojos.
Existen varias rutas para conocer el extenso patrimonio de biodiversidad de la Selva de Irati —que comprende la Reserva Natural de Mendilatz, la Reserva Natural de Tristuibartea y la Reserva Integral de Lizardoia—, pero proponemos un recorrido sencillo en familia.
Saliendo de Orbaizeta, el camino del bosque de Ursario nos lleva a los límites de la Reserva Natural de Mendilatz, atravesando un precioso hayedo sobre terreno kárstico.
A continuación, podremos visitar restos arqueológicos megalíticos con dólmenes y un crómlech. De nuevo, a través del bosque llegaremos a Fuente Arrataka. La ruta tiene una duración de unas 4 horas.
Es posible que, dependiendo de la época del año, haya que pagar tasas de mantenimiento para realizar la visita. El abono de la tasa debe hacerse en efectivo y costea la plaza de aparcamiento y un mapa informativo.
También existen rutas en bicicleta, deportes de invierno o ascensiones, así como visitas guiadas.
En el corazón del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa se encuentra el Hayedo de Jordá, nacido sobre la colada del volcán del Croscat. Sus más de 40 kilómetros cuadrados de bosque albergan hayas singulares, no solo por su longitud (algunos ejemplares superan los 20 metros de altura), sino porque crecen a altitudes inusuales para esta especie.
«¿Sabes dónde está el hayedo de Jordán? Si vas por los altos de Olot, arriba de la llanura, encontrarás un lugar verde y profundo como nunca hayas encontrado en el mundo», dedicó el poeta Joan Maragall a este espectacular enclave.
Visitarlo en otoño nos envolverá de preciosos ocres y marrones, ofreciendo un espectacular recorrido sacado de un cuento de hadas.
Su recorrido es sencillo, ideal para hacer con niños. Además, existen carruajes para realizar la visita.
Partiendo de la estación de autobuses de Olot, se atraviesa el puente de las Moras desde el cual se accede al bosque. Allí podremos contemplar un entorno espectacular, de hayas en esplendor otoñal.
El camino continúa bordeando el volcán de Santa Margarida, la fuente del Clavell y el volcán de Rocanegra. Se trata de una ruta circular que se puede ejecutar en 3 horas.
Hondonero, Retorcío, Bronco, del Arroyo y Menuero. No son nombres de gigantes, pero casi. Son los nombres de los Castaños del Temblar, una de las joyas naturales de Extremadura.
El Valle del Ambroz alberga este bosque singular, con enormes castaños (algunos superan los 800 años de antigüedad), que se apropian de la paleta otoñal con un resultado casi mágico.
La ruta que proponemos se puede completar en hora y media y su dificultad es baja, por lo que es posible realizarla en familia.
Salimos de Segura de Toro en dirección a una pista de cemento, que pasa a ser un camino que da acceso al bosque. A nuestro paso encontraremos alisos, castaños y robles con los inconfundibles colores de la estación. Hay que estar también atentos al cielo, porque podemos avistar algún halcón o gavilán.
Al final de la ruta encontraremos los famosos castaños centenarios, que le dan al Temblar un aire mágico. Hay que tener en cuenta que en otoño se restringe al acceso a algunas áreas del bosque.
Su nombre ya es suficientemente sugerente: se trata de uno de los rincones más especiales de Madrid. En el valle de Lozoya, junto al imponente monasterio de El Paular, el Bosque de Finlandia atesora abetos, chopos, abedules, acebos y tejos, cuyas hojas adquieren increíbles colores.
Se trata de otra ruta sencilla que se puede completar en unas 3 horas. Parte del monasterio de El Paular, en Rascafría, donde los primeros cartujos se establecieron en España el siglo XIV, y dirígete al Camino del Papel que atraviesa la Finca de los Batanes.
Allí verás las ruinas de un molino de papel, que se cuenta que sirvió papel para la primera edición del Quijote. Ya en el Bosque de Finlandia no podrás dejar de admirar su singular belleza, más parecido a un enclave finlandés que a un bosque español.
Su lago y su embarcadero en otoño ofrecen estampas idílicas, así como hermosas vistas de la sierra.
El Parque Natural de la Sierra de Grazalema, reserva de la biosfera y parque natural, cuenta con más de 50.000 hectáreas.
En su interior se encuentra una de las anomalías más sorprendentes de España: el Pinsapar, la mayor concentración del mundo de estos abetos únicos, que sobrevivieron a la retirada de las glaciaciones.
Este bosque cuenta con ejemplares de 20 metros de altura y seis siglos a sus espaldas, que nos regalan un paisaje emocionante y sublime iluminado por la evocadora luz del otoño.
Para efectuar la visita, entre el 1 de junio y el 15 de octubre, se debe reservar a través de las empresas de turismo activo habilitadas por la Junta de Andalucía. Los particulares que deseen realizar la visita el resto del año deben solicitar previamente el acceso a la Oficina del Parque Natural, del Centro de Visitantes El Bosque o de la Oficina de Turismo de Grazalema.
Esta ruta tiene un nivel más avanzado que las anteriores por lo escarpado del camino, con una duración de 5 horas. Se trata de una ruta lineal.
Se inicia el recorrido en Las Canteras o Los Areneros, a dos kilómetros del pueblo de Grazalema, en la carretera del Puerto de las Palomas. A un par de horas de camino se corona el Puerto de las Cumbres, con inmejorables vistas de la Serranía de Ronda y el Torreón, el pico más elevado de la provincia de Cádiz.
Es el momento de continuar la ruta y contemplar los solemnes pinsapos, comenzando la bajada y acabando el recorrido en la vecina población de Benamahoma.
«¡Árboles! ¿Conocerán vuestras raíces toscas mi corazón en tierra?», preguntó Federico García Lorca a los pinsapos, hoy especie en peligro de extinción pero un buen estado de conservación.