ECONOMÍA

¿Por qué nos cuesta ahorrar para la jubilación? 5 sesgos cognitivos que lo explican

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¿Por qué nos cuesta ahorrar para la jubilación? 5 sesgos cognitivos que lo explican
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CaixaBank

04 Julio, 2023


La jubilación se considera como un periodo dulce en nuestras vidas, una recompensa en forma de tiempo libre como resultado del tiempo trabajado durante la vida adulta. Sin embargo, el ahorro para la jubilación parece ser aún una asignatura pendiente en España.

La OCU, por ejemplo, recomienda ahorrar para una jubilación sin sobresaltos, incluso si se va a cobrar una pensión contributiva, compaginando inversiones privadas con otras alternativas de ahorro o planes de pensiones. Para ello, resulta muy útil conocer qué pasa en nuestro cerebro para que nos cueste tanto ahorrar de cara al futuro. ¿A qué sesgos cognitivos nos enfrentamos que impiden el ahorro para la jubilación?

1- Sesgo de la gratificación instantánea: gastar hoy en lugar de ahorrar para mañana

Aunque tiene un nombre técnico, el sesgo de la gratificación instantánea (psicología) es un mecanismo que nos hace priorizar las recompensas o satisfacciones inmediatas a la vez que evitamos considerar su impacto a largo plazo. En economía se llama descuento hiperbólico a elegir una recompensa menor ahora que mayor más tarde y está directamente relacionado con la jubilación por el largo plazo que esta tiene.

¿Tiene solución el sesgo de la gratificación instantánea? Ser conscientes de su existencia ayuda a superarlo, como ocurre con todos los demás sesgos. También ayuda saber cuánto cobraremos con nuestra pensión y cuándo, para poder hacer cálculos. El simulador de jubilación de la Seguridad Social puede ayudar.

2- Sesgo de disponibilidad: los datos irrelevantes toman el control

El sesgo de disponibilidad es complicado de definir sin tecnicismos, pero viene a ser un atajo mental que nos impide considerar datos relevantes en función de cómo de difícil sea buscarlos. Al mismo tiempo, nos lleva a considerar datos irrelevantes simplemente porque están disponibles.

Un ejemplo de este sesgo de disponibilidad lo vemos en la esfera de amistades: si has oído que un conocido se ha hecho rico invirtiendo en criptomonedas, es posible que ignores las advertencias de organismos como la CNMV o el Banco de España. También es posible que consideres ese caso único como una generalización.

¿Cómo escapar del sesgo de disponibilidad? La única manera de hacerlo consiste en realizar un análisis riguroso con base en datos, ignorando en la medida de lo posible ejemplos puntuales y buscando la información científica más reciente.

3- Sesgo de aversión a la pérdida: lo que podemos perder pesa más que lo que podemos ganar

El sesgo de aversión a la pérdida hace que evitemos pérdidas monetarias antes que conseguir ganancias monetarias equivalentes. Nos pesa mucho más una posible pérdida que una posible ganancia a la hora de decidirnos.

Un ejemplo: si se nos plantea una inversión que puede tener un beneficio potencial de 100 euros, más vale que no podamos perder mucho más de 40 euros, porque solo pensar que esto pueda suceder hará que ni siquiera la consideremos en la mayoría de las ocasiones. Solemos valorar las pérdidas potenciales de 1,5 a 2,5 veces más que las ganancias.

Este sesgo es muy curioso porque, aunque favorece el ahorro, penaliza la inversión y, por tanto, evita que nos beneficiemos de algunas oportunidades a largo plazo de cara a la jubilación.

Para superar el sesgo de aversión a la pérdida, conviene conocer el nivel de riesgo de una inversión —de 1 a 7, de los cuales 1 es el más bajo— o nuestra propia tolerancia al riesgo —conservador, moderado, dinámico—.

4- Sesgo del presente: el futuro importa menos que hoy

Los humanos evolucionamos en un entorno en el que el futuro era menos relevante que el presente, con la comida de hoy por delante de la de mañana, y en el que se desechaba por completo preocuparse por la de dentro de unos años. El sesgo del presente nos impide considerar el futuro como algo que importa y del que valorar lo que debe tenerse en cuenta.

Solucionar este sesgo pasa por ser conscientes de su existencia y plantear metas a largo plazo con hitos a medio. También ayuda realizar técnicas de visualización de futuro. Por ejemplo, imaginar cómo sería nuestra vida dentro de unas décadas en función de las elecciones de hoy puede resultar muy útil.

5- Sesgo de optimismo irreal: el futuro parece más verde que el presente

El sesgo de optimismo es un sesgo cognitivo que nos hace pensar que en el futuro es menos probable que se experimenten ciertos eventos negativos. En general, nos cuesta vernos como personas mayores con limitaciones: nos imaginamos como ancianos atractivos, sanos y activos, como los que solemos ver en los anuncios, no como esos abuelitos que apenas llegan a fin de mes con la pensión que les ha quedado.

Es parecido a la falacia de planificación por la que pensamos que en el futuro tendremos más tiempo para hacer algo (spoiler: si hoy no tienes tiempo, mañana probablemente tampoco lo tendrás).

¿Qué hacemos con el sesgo de optimismo? Es importante adoptar un enfoque realista y objetivo al evaluar situaciones y riesgos, moderando expectativas con datos concretos. También ayuda el considerar varios escenarios posibles a futuro, incluidos los más negativos.

El cerebro humano es considerado una de las formaciones más complejas del universo. Tanto, que a veces no sabemos por qué hace lo que hace o cómo lo hace, por lo que resulta difícil modificar ciertos hábitos, temores o marcos mentales. Pero el mero hecho de y, en este caso, a empezar a ahorrar para la jubilación.

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