“Yo quiero ser inventora.” Así de claro lo tenía Carlota Armillas, ingeniera industrial y mecánica, cuando era pequeña. Carlota es una de las ganadoras de los Premios WONNOW 2018, organizados por CaixaBank y Microsoft para potenciar a las mujeres que, como ella, han demostrado excelencia en estudios relacionados con disciplinas STEM.
Para Carlota, es fundamental la organización de este tipo de iniciativas, que permiten visibilizar el papel de las mujeres en ciencia y tecnología, para que se conviertan en referentes de todas aquellas niñas que deseen estudiar carreras STEM en el futuro.
¿Cuándo te diste cuenta de que querías estudiar una ingeniería?
Yo decidí estudiar ingeniería porque desde pequeña me fascinaba poder inventar cosas que ayudasen a los demás y la ingeniería está muy vinculada a esto. Entonces dije: “Yo quiero ser inventora, quiero hacer cosas técnicas que ayuden a crear un futuro mejor y que tengan algún impacto positivo en alguien”. Por eso estudié un doble grado en Ingeniería Industrial y Mecánica.
¿Ha cambiado tu perspectiva sobre tus estudios?
Es cierto que, cuando yo empecé la carrera, tenía unas expectativas determinadas. Tenía ciertas ideas sobre lo que haría después y me preguntaba si esto se cumpliría o no. Afortunadamente, en mi caso se está cumpliendo y por eso estoy contenta.
¿Cómo es la presencia de mujeres en tu ámbito?
Lo cierto es que ganar los Premios WONNOW me abrió puertas a participar en proyectos relacionados con este mundo y me dí cuenta de que había muchas más mujeres trabajando en estas disciplinas de las que yo pensaba.
Antes de ganar el premio, en mi facultad casi todos los estudiantes eran chicos, pero después de ganar el premio, ponerme en contacto con más mujeres trabajando en ciencia, y más tarde irme a Cambridge a estudiar un máster… vi a todas esas mujeres brillantes que trabajan en ciencia y me siento mucho más conectada a ellas. Ya no me siento quizá tan sola como pudiera sentirme antes, sino que tengo la sensación de que somos muchas más en este ámbito.
Aunque es verdad que, en relación con el número de ingenieros, hay menos ingenieras, y muchas menos aún que sean conocidas. Pero poco a poco yo creo que este tipo de iniciativas que tratan de visibilizar las figuras femeninas que trabajan en STEM me hacen sentir más arropada. Y creo que también hay más niñas que se sienten animadas a desarrollar su carrera en este ámbito profesional.
¿Y en tu carrera? ¿Cómo era la presencia de chicas en tus estudios?
Yo estudié un doble grado de Ingeniería en Diseño Industrial e Ingeniería Mecánica y la situación era muy distinta.
En Diseño Industrial, el primer año habría unas 15 o 20 chicas de un total de 60 alumnos. Sin embargo, en Ingeniería Mecánica había unas siete chicas en una clase de 80 o 100 personas. Éramos muy pocas. Eso sí, en el máster que estoy cursando en Cambridge sobre Ingeniería para el Desarrollo Sostenible, la proporción de mujeres es más elevada, de alrededor del 40 %.
¿Por qué crees que sucede esto?
Creo que hay varios factores que lo explican, sobre todo relacionados con estereotipos y falta de referentes. Si piensas en los referentes que tienen hoy las niñas, te das cuenta de que ellas ven médicos, influencers, modelos o veterinarias, pero no ven ingenieras. Es más complicado que ellas tengan como referente a una arquitecta famosa, aunque se esté tratando de visibilizar más ahora.
Otro problema son los estereotipos ligados a los juguetes. Cuando yo era pequeña, los juguetes eran, por ejemplo, muñecas y cocinitas, mientras los anuncios de juguetes más científicos como mecanos, pipetas o microscopios solían estar más orientados a un público de chicos. De hecho, en la caja aparecen niños. Lo quieras o no, eso te desanima y son cosas que la sociedad poco a poco te va metiendo en la cabeza.
También está la idea de que tú eres chica y la ciencia no es para ti, o la tecnología no es para ti porque cuesta quitártela de la cabeza.
¿Cuáles han sido tus referentes?
Yo vivía con mi madre y, como ella era informática, yo siempre la veía programar y eso se convirtió en algo perfectamente normal para mí. Además, ella me contaba historias de Zaha Hadid, la arquitecta, y me fascinaba lo que hacía. Yo pensaba: “A mí también me gustaría hacer algo así con mi futuro”.
También tuve referentes masculinos como Edison, por ejemplo. A mí me marcó mucho esa figura de un inventor con tanto ingenio y tantas ideas. Yo creo que, por la educación que tuve, no distinguía tanto entre hombres y mujeres. Y, en el instituto, tuve mucha suerte de que mi profesora de matemáticas fuera una mujer que era física. También había muchas profesoras de ciencias y de tecnología. Quizás yo tuve suerte de que en mi colegio pudiera ver a mujeres en todas las áreas, por lo que no sentía que se tratara de cosas exclusivamente para hombres.
¿Por qué te presentaste a los Premios WONNOW?
Me animó uno de mis profesores, Alberto Cerezo. Aunque me parecía muy difícil conseguirlo, él me dijo que mi perfil se ajustaba muy bien al premio y que no perdía nada por intentarlo. Así que me presenté.
Este premio me cambió la vida. No solo fue una recompensa enorme al esfuerzo de tantos años de estar estudiando, sino que también me ha ayudado a abrirme puertas. Gracias a este premio, he podido estudiar el máster que yo quería en la Universidad de Cambridge y puedo dedicarme hoy en día a lo que me gusta, que es la ingeniería en diseño y mecánica, pero orientada al desarrollo sostenible. Por eso estoy muy agradecida de haber conseguido este premio.
Creo que este tipo de iniciativas son muy necesarias, porque ayudan a otras estudiantes de esta rama del ámbito STEM. Ves lo que ha conseguido otra chica y piensas: “Quizás yo también puedo conseguirlo”. Te anima y te hace ver que, si te esfuerzas y sacas buenas notas, quizás puedas conseguir ese premio tú también. Es importante que se vea que las mujeres estamos aquí, trabajando mucho, y que también podemos conseguir medias muy altas, igual que cualquier otra persona.
¿Qué piensas sobre la evolución de la presencia de la mujer en este tipo de ámbitos?
Soy positiva respecto a esto. Hace un par de años tuve la suerte de ser voluntaria en un proyecto STEM. Iba a institutos y trabajaba en talleres, con niñas, para desmontar estereotipos y ayudarles a que sean libres para decidir su carrera profesional. La respuesta que recibí fue muy buena, creo que las niñas ya están empezando a desmontar los estereotipos.
Con todo, algunos se mantienen y escuché algún comentario preocupante como “mi madre no quiere que yo sea criminóloga porque eso es de hombres”. Sin embargo, sí he notado un cambio positivo en la mayoría de las niñas.
¿Qué le dirías a una chica que se esté planteando dedicarse a este ámbito?
Yo le diría: si esto es lo que te gusta y tú sientes que esta es tu pasión, adelante. Las ingenierías son carreras difíciles, pero lo son para todo el mundo. Además, por lo que yo vi, al menos en mi carrera, las chicas solemos sacar mejores notas. Si verdaderamente es lo que te gusta, ¿vas a perder la oportunidad, dedicarte a lo que te gusta y tener una vida feliz por miedo? ¿No merece la pena intentarlo? Hazlo. No pierdes nada.