En sus orígenes, la responsabilidad social corporativa (RSC) se entendía principalmente como filantropía, es decir, una contribución económica a alguna causa benéfica, cultural o artística. No obstante, el posterior desarrollo de la RSC como disciplina académica contribuyó a enmarcar mejor la filantropía dentro de la actividad empresarial.
El último Cuaderno de la Cátedra CaixaBank de Responsabilidad Social Corporativa del IESE (pdf), elaborado por Sergio Marín García y titulado precisamente “Filantropía y RSC”, se adentra en el fenómeno de la filantropía, tanto en su significado etimológico como en la evolución que ha vivido con el paso del tiempo en las distintas regiones del mundo.
Así pues, muestra el desarrollo de la filantropía en Europa y en América y destaca las ideas que más han influido en la configuración de la filantropía moderna. El estudio analiza la aparición de la filantropía en el ámbito empresarial y alude al modelo de Carroll por su utilidad a la hora de situar la filantropía en la cumbre de las actividades de RSC de una empresa.
Del mismo modo que en el ámbito de la RSC se comenzó a debatir la relación entre el desempeño social y el desempeño económico de una empresa, el cuarto apartado del Cuaderno explica cómo ese mismo debate se tradujo, en el ámbito de la filantropía, en la aparición y el desarrollo de la llamada filantropía estratégica. Esta forma de filantropía hace hincapié en la búsqueda de oportunidades para crear valor compartido entre la empresa y la sociedad y establece un protocolo destinado a hacer de la filantropía una disciplina más eficiente y con resultados más tangibles.
A este respecto, Víctor Allende, director ejecutivo de Banca Privada y Premier de CaixaBank, precisa que la filantropía estratégica consiste en “someter la actividad filantrópica a los mismos procesos y estándares que se exigen en la empresa. Por ejemplo, los proyectos para los que se solicitan donaciones deben enmarcarse en un plan estratégico de filantropía del donante. Es un punto de partida mucho más sencillo para todas las partes. Además, el proyecto debe tener un objetivo cuantificable y rendir cuentas”.
Finalmente, el último apartado del Cuaderno “Filantropía y RSC” repasa algunos de los retos que la filantropía moderna tiene ante sí e incide especialmente en el peligro de hacer de la filantropía algo plenamente compatible con una lógica estratégica y económica.
“Existe, sin duda, un campo inmenso de crecimiento para que se convierta en una disciplina más profesional y mejor organizada, pero al mismo tiempo perviven en nuestra sociedad causas que no ofrecen ningún atractivo empresarial y que, de concebir la filantropía solo en clave estratégica, quedarían completamente desatendidas. No cabe duda de que la filantropía, sobre todo en Europa, posee un vasto espacio de crecimiento y que su papel es susceptible de adquirir una relevancia mucho mayor en las próximas décadas”, concluye el Cuaderno.
En este sentido, CaixaBank lanzó en 2016 un servicio de asesoramiento en filantropía a clientes de Banca Privada llamado “Proyecto de Valor Social”.
Víctor Allende explica que “durante el pasado año, CaixaBank Banca Privada organizó más de 110 eventos para formar e informar a clientes y empleados en este ámbito. El ‘Proyecto de Valor Social’ se ha diseñado con una metodología que permite aplicar a la filantropía los mismos criterios y principios con los que se rigen el resto de las inversiones patrimoniales. Es un ejemplo, el nuestro, de cómo entendemos el término filantropía estratégica”.