Una persona con un mazo en la mano exclama «¡Adjudicado!» y otra sentada entre el público sonríe porque ha conseguido llevarse el lote.
Esta es la imagen que todos solemos tener sobre una subasta, pero ¿sabías que en realidad hay distintos tipos? Efectivamente, no todo son pujas al alza a ver quién se lleva un lote con la mayor de todas.
En este artículo, explicamos los principales tipos de subastas que existen y cómo se desarrollan:
La subasta al alza, ascendente o inglesa es la que más se repite en el mercado de arte y bienes de colección, tal y como explica este análisis que publica Funcas.
También es muy habitual en las subastas públicas, como las judiciales o las que realiza la Agencia Tributaria a través del portal del BOE habilitado para este fin.
Básicamente consiste en iniciar la subasta con un precio de partida relativamente bajo que los participantes tienen la oportunidad de subir con sus pujas. Así se incrementa el precio sucesivamente hasta que queda un único participante. A esa persona se le adjudicará el lote al precio de remate.
¿Qué ventajas presenta este tipo de subasta? La principal tiene que ver con el tiempo: no tiene por qué prolongarse mucho y esto fomenta la participación. Esta es una de las razones por las que esta modalidad es la que más se suele ver en programas de televisión y también por la que las casas de subastas dedicadas a muebles, joyas o arte suelen optar por esta opción.
Tal vez no seas consciente, pero si has visitado alguna vez una lonja de pescado es muy posible que hayas asistido a una subasta a la baja, también conocida como holandesa.
Transcurre de manera contraria a la anterior: en este caso se comienza con un precio relativamente alto y se va bajando hasta que un participante lo acepta. Con este gesto, el participante indica que desea comprar el lote al último precio pronunciado y, así, se le adjudica.
Estas subastas son muy rápidas. Duran muy poco tiempo y todos los participantes deben estar presentes, al contrario que ocurre con la modalidad al alza, donde esto no es imprescindible.
Las subastas a la baja son habituales en la venta de productos perecederos como el pescado o las flores.
Este tipo de subastas tienen la peculiaridad de que los participantes realizan una sola puja que deben introducir en un sobre y enviar al intermediario o al vendedor.
Otra peculiaridad de las subastas a sobre cerrado de primer precio es que todos los participantes toman parte de manera simultánea, pero desconocen la cantidad de dinero que ofrecen los demás. En este caso, será aquel que haya enviado el sobre con la puja más elevada el que se llevará el lote, previo pago de la cantidad que haya ofrecido.
Las subastas a sobre cerrado son habituales en ciertas licitaciones públicas, como por ejemplo las enajenaciones de bienes inmuebles de la Administración. En ellas, los participantes se enfrentan a un dilema: las pujas de mayor cantidad tienen más probabilidades de ganar, pero reducen el margen de ganancia si lo hacen.
Las subastas a sobre cerrado de segundo precio tienen una mecánica muy similar a las anteriores.
En ellas, los participantes también presentan sus pujas en un sobre cerrado y aquel que realiza la más alta se adjudica el lote. Sin embargo, ese no será el precio que pagará a cambio del bien o bienes subastados, sino la cantidad ofertada en la segunda puja más alta.
Si las bases de la subasta así lo indican, se podría llegar a sumar a esa cantidad un incremento previamente establecido.
Esta modalidad busca que los participantes tengan la oportunidad de ganar la subasta como en el caso de las subastas al alza o inglesas, es decir, simplemente superando la segunda puja más alta.
Aunque pueda sonar algo exótica, esta modalidad de subastas de segundo precio es más habitual de lo que parece. Por ejemplo, es frecuente su uso en plataformas como eBay.
Aunque estos cuatro son los tipos de subastas más habituales, existen muchos más que son variaciones o combinaciones de ellos.
Por ejemplo, hay subastas muy complejas en las que participan varios vendedores y varios compradores a la vez o en las que se subastan múltiples bienes, que pueden ser más o menos homogéneos.
Incluso hay subastas dobles en las que compradores y vendedores realizan pujas y ofertas o en las que solo pujan estos últimos por adjudicarse una venta de bienes o servicios.
También las hay mixtas, en las que se mezclan los sistemas holandés e inglés, o subastas a sobre cerrado en las que la cantidad que finalmente se paga es la media entre la mayor puja y la segunda.