ECONOMÍA

URSS, así fue la caída del último gran coloso

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URSS, así fue la caída del último gran coloso
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07 Enero, 2019


Un bloque que nació en 1917, abarcó unas 100 nacionalidades y se disolvió en apenas un par de años. La antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviética (URSS) ha sido el último gran imperio en desmoronarse. Lo hizo oficialmente en la Navidad de 1991, cuando el Soviet Supremo reconoció que la URSS ya no existía.

Detrás de esta caída se encontraba una profunda crisis económica que evidenció el fracaso de un sistema y acabó con la Guerra Fría que mantuvo en vilo al mundo entero durante décadas. Precisamente fue el último intento por hacer funcionar la economía de la URSS el que precipitó su disolución.

El principio de la URSS

El germen de la URSS se encuentra en la Revolución bolchevique de 1917. El zar Nicolás II había abdicado en febrero y los bolcheviques, un grupo radical dentro del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, tomaron el control del gobierno en octubre. Establecieron entonces un estado socialista en los territorios del antiguo Imperio ruso. Fue en 1922 cuando se constituyó de manera oficial la URSS, una vez que se habían sumado las repúblicas más alejadas de Rusia. Vladímir Ilich Uliánov, más conocido como Lenin, estaba al frente de la nueva gran potencia.

El Imperio ruso no experimentó una revolución burguesa, como tantas otras naciones. En realidad, pasó del Antiguo Régimen encarnado por el zarismo a un régimen autoritario comunista que se consolidó con la llegada de Iósiv Stalin al poder tras la muerte de Lenin en 1924. De esta manera, se pasó de una pretendida dictadura del proletariado a la dictadura personal del secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).

La industria era la prioridad

Con la llegada de Stalin tras la muerte de Lenin en 1924, el Estado comenzó a controlar todos los aspectos de la vida política, económica y social de la URSS. Se fijó la producción industrial como la principal prioridad y se establecieron planes quinquenales que establecían metas para cada actividad productiva.

Los principales sectores de la economía eran el petróleo, la siderurgia, la química, la madera, la minería, el procesado de alimentos, la automoción, el aeroespacial, la electrónica, las telecomunicaciones y la defensa. La producción agropecuaria, por su parte, se hundió tras la colectivización forzosa de las tierras, un colapso que provocó una importante hambruna.

La intervención estatal en todos los procesos y la excesiva centralización conllevaron además un problema de burocratización. Se necesitaban todo tipo de permisos para cualquier actividad en cualquier parte de la inmensa URSS. Esto se tradujo en una importante ineficiencia del Estado, que sería clave en su disolución final.

El estancamiento de la economía experimentado desde finales de los años 50 también conllevó un descenso en la esperanza de vida y un aumento de la mortalidad infantil. Todas estas son circunstancias que ayudarían a explicar años después por qué la URSS colapsó en un corto periodo de tiempo.

El bloque del Este y la Guerra Fría

Después de la II Guerra Mundial, el comunismo se implantó en los países que quedaron bajo la influencia de la URSS al este de Europa, así como en otros como China, Corea del Norte y Cuba. Para la cohesión del llamado bloque del Este, se crearon organismos de integración como el CAME y el Pacto de Varsovia.

Es en estos momentos cuando se sitúa el inicio de la Guerra Fría. Después del lanzamiento de las bombas nucleares estadounidenses al final de la II Guerra Mundial, en 1949 la URSS probó su primera bomba atómica. El bloque occidental, liderado por Estados Unidos, y el bloque del Este se enfrentaron así durante décadas en una escalada armamentística que acabó por desgastar sus economías, especialmente la soviética.

La URSS estaba perdiendo la batalla económica frente a Estados Unidos. En 1961, Khruschev aseguró que la URSS sobrepasaría la capacidad productiva de Estados Unidos en 1970 y que su calidad de vida superaría a la de cualquier país occidental en 1981. Sin embargo, la realidad era muy distinta: entre 1960 y 1975, su producto nacional bruto solamente llegó a alcanzar el 58% del total estadounidense. En 1981 ya había caído al 55%, debido entre otros factores al elevado esfuerzo que los soviéticos realizaban en defensa y al bajo consumo per cápita, que apenas superaba un tercio del que se daba en Estados Unidos.

Esta circunstancia, unida a los problemas estructurales de la URSS, llevó a un último intento de reflotar el sistema. A mediados de los años 80 había llegado el momento de relajar el control del Estado sobre la economía y sobre las vidas de los ciudadanos. Había llegado el momento de la Perestroika.

El final de la URSS

En 1985, Mikhail Gorbachov llegó al poder en la URSS con su nombramiento como secretario general del PCUS. Heredó una economía con serios problemas y una estructura política ineficiente. Por esa razón, emprendió una serie de reformas para tratar de salvar el sistema. Entre ellas, frenar la escalada armamentística que estaba ahogando la economía y que acabaría por agotar la Guerra Fría.

El plan de reformas de Gorbachov tenía dos vertientes fundamentales: la Perestroika y el Glasnots. La primera se refería a una serie de reformas para que el gobierno relajara el control sobre la economía de la URSS. Por primera vez desde los años 20, los ciudadanos y las cooperativas podían ser propietarios de negocios. Además, se abrió la puerta a las inversiones extranjeras y se reconoció el derecho a la huelga.

El Glasnots tenía una vertiente más social: se permitió a los periódicos publicar artículos críticos con el gobierno, se liberaron presos políticos y se instauraron elecciones legislativas a las que se podían presentar otros partidos aparte del PCUS.

Las reformas económicas tardaron más en florecer que las sociales. Escasez de productos, racionamientos y aumentos de precios provocaron la frustración de los ciudadanos ante el gobierno, la cual ya podían expresar. Por otra parte, las revoluciones de 1989 en distintos países del Pacto de Varsovia y la caída del muro de Berlín, junto a los movimientos separatistas en distintas repúblicas, precipitaron la disolución de la federación.

Además, la línea dura del PCUS planteó una dura oposición a Gorbachov, a quien intentó derrocar en 1991. El 25 de diciembre de ese mismo año, el líder ruso dimitía de la presidencia y un día después se certificaba la disolución de la URSS. Tal y como reconoció en su discurso de despedida, “el antiguo sistema se derrumbó antes de que uno nuevo tuviera tiempo de empezar a funcionar”.

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