ECONOMÍA

El Breakdance en cifras: todos los números del nuevo deporte olímpico

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El Breakdance en cifras: todos los números del nuevo deporte olímpico
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12 Marzo, 2024


Acaba de cumplir 50 años y está más vivo que nunca. El breakdance, breaking o break, que hipnotizó al mundo entero en los años 80 con contorsiones y movimientos imposibles, debutará como deporte olímpico en los próximos Juegos de París 2024.

La plaza de la Concordia de la capital francesa se transformará en un parque urbano en el que competirán 32 atletas por las primeras medallas olímpicas de breakdance de la historia.

Será en agosto, concretamente los días 9 y 10, cuando lo que surgió como una expresión cultural y artística en las calles de Nueva York se suba por primera vez al olimpo de los deportes.

Un breakdance universal

Aunque no resulta sencillo poner el breakdance en cifras, se estima que lo practican alrededor de 30 millones de personas en todo el mundo. La razón de esta popularidad hay que buscarla, precisamente, en su internacionalización.

Los orígenes del breakdance se sitúan a principios de los años 70 en el barrio del Bronx de Nueva York. Fue entonces cuando surgió el género del hip hop, del cual formaba parte el breakdance junto a otras expresiones como el grafiti o las sesiones de mezclas.

Desde entonces, el breakdance se ha expandido de una manera espectacular, con distintas competiciones internacionales y campeonatos mundiales, a los que hay que sumar, ahora, su inclusión en los Juegos Olímpicos de París.

Junto a la propia espectacularidad del breakdance, su aparición en películas como Flashdance (1983) lo dieron a conocer en todo el mundo.

Cuarenta años después, la gran favorita para alzarse con el oro en breakdance de París es una B-girl japonesa llamada Ami. En categoría masculina encontramos a canadienses, kazajos, franceses y un estadounidense, Víctor Montalvo, que aprendió de su padre y su tío, ambos mexicanos.

Cómo es un duelo de breakdance

Las competiciones de breakdance como las que se disputarán en los Juegos de París transcurren en duelos que enfrentan a dos B-boys o B-girls, aunque también existen batallas de grupos.

Al ritmo de la música que mezcla el DJ, cada contendiente debe desplegar sus movimientos en un set o salida, que es como se conoce cada turno de actuación.

Esto supone que, además de realizar movimientos previamente ensayados, cada participante debe improvisar en función de los ritmos propuestos por el DJ y de la actuación ejecutada por su adversario.

De esta manera, en cada competición se establece una especie de diálogo entre los contendientes, que bailan por turnos y responden a los movimientos del rival.

Cada participante cuenta con 60 segundos como máximo para cada set o salida, que valorará un jurado conforme a criterios físicos, artísticos e interpretativos, como la técnica, la variedad del repertorio de movimientos o la creatividad.

Mucho más que entretenimiento

El breakdance se ha convertido en mucho más que una forma de ocio para los jóvenes de un barrio. Además de haberse internacionalizado, esta actividad entre la acrobacia, el arte y el deporte cuenta con el respaldo de distintas empresas y se ha profesionalizado.

Desde las batallas de bailarines improvisadas en las calles, el breakdance ha conquistado también estudios profesionales de danza, gimnasios, giras profesionales y patrocinadores. También protagoniza eventos internacionales con producciones espectaculares, como el Red Bull BC Once, que ha celebrado ya 19 finales.

Aunque la mayor parte de sus practicantes son aficionados, hay B-boys y B-girls que se ganan la vida con el breakdance. Lo hacen enseñando a otros bailarines, llevándose premios y también con sus propias actuaciones. Un ejemplo es el de Miguel Rosario, uno de los abanderados del equipo olímpico de Estados Unidos, que logró el patrocinio de Monster en 2014.

Entonces, tenía una tarifa de 500 dólares por aparición, con unos 15 eventos al año. Hoy, obtiene 40.000 dólares por el mismo acuerdo. Además, cobra entre 2.000 y 2.500 dólares por bailar durante unos tres minutos en total en otras actuaciones independientes.

Llegar a esos niveles requiere, no obstante, mucho esfuerzo y dedicación: una B-girl profesional debe entrenar entre 5 y 7 horas al día para mantenerse en la elite, además de estudiar actuaciones en vídeo tanto suyas como de sus rivales. Se trata de una actividad muy exigente que ya se ha ganado su puesto en el olimpo de los espectáculos.

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