Mensajes inadecuados, largas horas delante de la pantalla o la posibilidad de contactar con personas desconocidas. Nuestros smartphones y otros dispositivos electrónicos pueden servir para aprender y divertirse, pero también convertirse en una puerta abierta a rutinas y contenidos poco recomendables para los más pequeños.
Para evitarlo existen mecanismos de control parental que permiten limitar las funciones de los dispositivos y su alcance cuando se conectan a Internet. De este modo, ayudan a supervisar la actividad de los niños y restringir ciertas acciones.