¿Es posible medir la felicidad? Es más, ¿es posible definirla? «Felicidad» es uno de esos términos que todo el mundo comprende e identifica, pero cuando se pide acotarlo aparece una nueva definición por cada persona que lo intenta.
¿Eres feliz? Así se mide la felicidad
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CaixaBank
07 Agosto, 2023
¿Qué es la felicidad y qué tiene que ver con el bienestar?
La felicidad es un sentimiento o un estado de ánimo, esto es, una consecuencia positiva y acotada temporalmente que suele derivar de haber alcanzado algunas metas. Por ejemplo, uno está feliz cuando ha conseguido un puesto de trabajo deseado. Pero esa persona que está feliz puede no ser feliz.
Esto se debe a que la felicidad también es una medición subjetiva y, por tanto, autopercibida del bienestar personal. Algo así como un indicador propio y no transferible sobre cómo es el bienestar de cada persona. Esta subjetividad, por descontado, plantea problemas a la hora de medir.
De hecho, la felicidad depende en gran medida de algo tan subjetivo como las percepciones. Un ejemplo: hay estudios que muestran que una victoria de la selección de fútbol alemana provocaba una mejora de la valoración subjetiva de la situación económica equivalente a un aumento de sueldo de unos 5.600 euros anuales.
En líneas generales, aunque existe mucha controversia y no hay unanimidad, se entiende ser feliz como un estado continuo en el que el bienestar personal es alto. Esta definición nos viene muy bien si lo que queremos es medir la felicidad de la sociedad, porque podemos tratar de medir su nivel de bienestar.
¿Cómo se puede medir la felicidad o el bienestar?
Existen muchas formas, todas indirectas y ninguna completamente certera, de saber cómo de feliz es la gente, es decir, de medir la felicidad, al menos en líneas generales.
La felicidad nacional bruta (FIB) es un valor que pretende medir la calidad de vida de la población al considerar factores como el bienestar psicológico, la diversidad medioambiental o la vitalidad de una comunidad.
La escala de felicidad subjetiva (EFS), de la que hay bastantes variantes, persigue conocer el bienestar subjetivo de una persona de forma que sea comparable. Sin embargo, no está universalmente aceptada.
La satisfacción vital, medida a través de cuestionarios como el SWLS (escala de satisfacción con la vida), es un instrumento para analizar el bienestar psicológico. Aunque el modelo tiene sus críticas, su estandarización y metodología permiten hacer comparaciones interesantes.
El índice de desarrollo humano (IDH) a menudo se ha relacionado con el grado de bienestar social, y por tanto con la felicidad de la población, aunque se están buscando alternativas que incluyan factores como la desigualdad social o el impacto ambiental.
Por supuesto, hay muchos más métodos de medir la felicidad y el bienestar, pero todos incurren en el mismo problema: tenemos tantas definiciones de ambos términos y es tan subjetivo que su fiabilidad es cuestionable.
Un estudio de CaixaBank Research pone el ejemplo del índice de felicidad, que se suele utilizar para comparar países. Se trata de un ranking que se construye a partir de cuestionarios en los que cada persona evalúa su nivel de felicidad entre 0 y 10. Sin embargo, no tiene en cuenta, entre otros factores, que determinados países y culturas pueden ser más felices que otros, incluso bajo la misma situación económica y social.
¿Qué nos hace infelices?
Teniendo en cuenta lo anterior, hay algunos factores que, por lo general, nos suelen hacer más infelices a todos.
El desempleo es uno de los factores que más infeliz hace a la población, en parte por la imposibilidad de realización personal a través del trabajo embebida en nuestra cultura vital, sumado a la falta de ingresos, pero también por no ser capaces de cumplir algunas expectativas.
Según CaixaBank Research, este es uno de los factores que tiene una relación negativa más acusada con la satisfacción vital, y el efecto no se desvanece con el tiempo a diferencia de lo que suele ocurrir, por ejemplo, con las enfermedades crónicas.
Precisamente no cumplir las expectativas es otro gran motivo de infelicidad. Y, paradójicamente, un mayor nivel de estudios hace que tengamos expectativas más altas, tal y como destaca el informe.
La soledad, en especial cuando no es voluntaria, es otro de los motivos de insatisfacción más frecuentes, íntimamente relacionado —para mal— con el bienestar emocional. En una sociedad con viviendas más atomizadas —las unipersonales son de las que más crecen— este factor es cada vez más importante.
¿Qué nos hace felices?
Como animales sociales, los seres humanos somos felices gracias a las relaciones con nuestra familia, amigos y la comunidad que nos rodea, según diversas investigaciones. A este estado también contribuyen el tener un trabajo estable y motivador, la salud, la libertad individual y ser fieles a nuestros valores.
El director economista jefe de CaixaBank, Enric Fernández, apunta que es importante tener en cuenta estos elementos a la hora de diseñar políticas públicas.
«La educación, la sanidad y la lucha contra el desempleo deben formar parte de los pilares de un estado del bienestar que tiene como objetivo la felicidad de sus ciudadanos. También deben ser importantes políticas que promuevan la conciliación entre trabajo y familia y que fomenten la participación cívica, así como el respeto por las libertades individuales», apunta en el artículo «La economía de la felicidad».