Con las vacaciones a la vuelta de la esquina, seguro que ya estás preparando tus viajes para disfrutar del verano. Si vas a conducir, hay un concepto que deberías tener en cuenta: la conducción eficiente, un conjunto de hábitos que te ayudarán a ahorrar dinero y a aumentar la sostenibilidad de tus desplazamientos.
Conducción eficiente para ahorrar en tus vacaciones
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CaixaBank
01 Julio, 2021
Qué es la conducción eficiente
No es lo mismo conducir a secas que hacerlo reduciendo al mínimo la energía que utilizas para desplazarte en un vehículo propio. Ahí está la clave que te permitirá ahorrar en tus viajes.
Este es un principio que vale tanto para un coche de combustión interna –como los tradicionales gasolina o diésel– como para uno eléctrico: cuanta menos energía requieran para circular, menos emisiones contaminantes producirá su uso. No conviene perder de vista que, aunque esa contaminación se haga evidente en el tubo de escape de los primeros, producir la electricidad que necesitan los segundos para moverse también tiene su huella de carbono.
Tampoco debemos olvidar que, para que nuestra movilidad sea lo más respetuosa posible con el planeta, lo mejor siempre es optar por el modo de transporte más sostenible en cada momento. Conducir un vehículo privado no siempre lo es; sin embargo, en muchas ocasiones es la única opción disponible. En estos casos, no está de más conocer algunas técnicas de conducción eficiente que nos ayudarán a ahorrar energía, emisiones y costes en nuestros desplazamientos.
Arranca suavemente
Evita una conducción brusca que solo sirve para aumentar el consumo de combustible y desgastar diversos componentes del vehículo.
Uno de los momentos en los que es más importante tener en cuenta este principio es al arrancar el coche, especialmente si el modelo es de combustión interna. Por eso conviene no acelerar justo después de accionar el contacto. El propio vehículo se encargará de regular las condiciones de encendido. Al iniciar la marcha, es aconsejable cambiar a segunda lo antes posible, a poder ser después de dos segundos o de recorrer unos cinco metros en primera.
Utiliza marchas largas con sentido
Al llevar el motor menos revolucionado, se reduce el consumo de combustible y, con él, las emisiones contaminantes y los repostajes. Sin embargo, es importante aplicar este principio con sentido.
Por ejemplo, si este verano vas a realizar un viaje largo por carretera, no conviene que lo hagas con un defecto importante en las revoluciones del motor. Si lo haces, puedes causar una avería costosa. Además, perderás control sobre el vehículo y, con él, capacidad de reacción si te encuentras con un imprevisto.
De esta manera, aunque por norma general debamos priorizar las marchas largas, siempre deberemos utilizar las más adecuadas en cada momento.
Conducción eficiente y preventiva
Mantén la atención tanto en el tráfico como en la propia vía. Si analizamos constantemente lo que ocurre, podremos anticiparnos a distintas situaciones y optimizar el consumo de energía del vehículo.
Por ejemplo, si un peatón se dispone a cruzar un paso de cebra, es mucho más eficiente y seguro desacelerar con tiempo para poder detenernos y reanudar la marcha con suavidad que mantener la aceleración y frenar en el último momento.
Si este verano te encuentras carreteras con pendientes, también podrás poner en práctica la conducción preventiva. Se trata, básicamente, de que te anticipes a ellas, aprovechando la inercia del motor para afrontarlas. En las cuestas ascendentes, debes retrasar en la medida de lo posible la reducción de marchas y acelerar ligeramente. En las bajadas, es más eficiente circular en marchas largas y rodar por inercia, eso sí, evitando siempre cualquier situación de riesgo. Siempre se debe priorizar el control del vehículo.
Evita acelerones y frenazos
Este principio supone, básicamente, tratar de mantener en lo posible una velocidad constante. Los cambios de velocidad suelen acarrear un aumento del consumo y de la emisión de sustancias contaminantes en el vehículo. Cada vez que le pedimos que la aumente, el motor utiliza más energía para funcionar. Es decir: consume más carburante o más electricidad, en función del tipo de vehículo que conducimos.
Incluso al decelerar podemos ahorrar energía. Levantar el pie del acelerador y dejar rodar el vehículo con la marcha engranada nos permitirá usar el motor como freno, sin consumir combustible. En el caso de los coches eléctricos, los sistemas de recuperación de energía favorecen el uso de las frenadas largas, por ejemplo en las bajadas –siempre sin llegar a sobrecalentar los frenos–, junto al uso de dispositivos de retención que favorecen la inercia.
Ojo con la climatización
El sistema de climatización es uno de esos dispositivos que pueden aumentan el consumo de energía y, por tanto, conviene utilizar de manera inteligente.
En este sentido, es importante no accionar el aire acondicionado a toda potencia nada más subirnos al vehículo. Es mucho más eficiente abrir un poco las ventanillas y poner el ventilador a baja velocidad durante unos minutos, preferiblemente mientras conducimos los primeros metros. Una vez alcanzada la temperatura ideal –entre 22 oC y 24 oC para largos recorridos– procuraremos regular la mínima velocidad del ventilador necesaria para mantenerla.