Llevamos años oyendo hablar de él, y ha sido el protagonista de las dos últimas ediciones del Mobile World Congress, pero aún está dando sus primeros pasos en España. Nos referimos a la quinta generación de comunicaciones inalámbricas, el 5G, que va a permitir la navegación a una velocidad tan alta que el uso de los dispositivos móviles va a ser totalmente distinto. Su implantación se ha prolongado más de lo inicialmente anunciado, básicamente por las dificultades de las operadoras de telecomunicaciones de asegurarse el retorno de las inversiones multimillonarias que exige, pues es necesario multiplicar el número de antenas de telefonía móvil desplegadas en el territorio.
Los datos en 2G permitieron cargar las páginas web relativamente básicas de manera eficaz desde cualquier teléfono móvil. Luego apareció el 3G, que, entre otras cosas, contribuyó al auge de los podcasts: la descarga de programas de audio por Internet resolvió los problemas de usabilidad asociados con la transferencia de MP3. En la actualidad, el 4G/LTE hace que la velocidad de descarga del vídeo en el móvil sea tolerable y nos brinda los primeros atisbos de lo que está por llegar: el consumo masivo de la realidad aumentada y virtual, y la conexión de distintos dispositivos, lo que llamamos el Internet of Things (IoT).