Cuando se habla de sostenibilidad, se recurre a un inmenso catálogo de grandes ideas e iniciativas multidisciplinares. Y en ocasiones, hay cosas que pasan inadvertidas y que, sin embargo, albergan insospechadas posibilidades en el respeto hacia nuestro entorno.
Es el caso del humilde, insignificante (y muy español) hueso de aceituna, que se ha convertido en un singular referente de la economía circular. Un recurso biosostenible del que están naciendo sorprendentes proyectos industriales no invasivos, e incluso propuestas gastronómicas.
El hueso de aceituna, antaño el vulgar desperdicio de la oliva, hoy es un producto de consumo de interés general. Según algunas estimaciones del Ministerio de Agricultura, al año se recogen en nuestro país cerca de medio millón de toneladas de aceituna de mesa y 1,3 toneladas de aceituna para elaborar aceite.
Estos son algunos ejemplos de su utilidad y proyección.
El hueso de aceituna es una magnífica fuente de combustible gracias a sus grasas, baja humedad y capacidad calorífica. Ideal para las calderas y estufas de calefacción que funcionan con biomasa, el hueso de aceituna ha pasado de ser un residuo a una fuente de energía que emite mucho menos CO2 que el gas natural o el gasóleo y es hasta un 70 % más eficiente.
Además, ayuda al sueño reparador, ya que se ha experimentado con éxito en el relleno de almohadas, e incluso para evitar dolencias musculares en forma de sacos térmicos que aplican un calor limpio.
Una de las peculiaridades del hueso de aceituna es que es altamente resistente a los hongos y bacterias. Además, su capacidad de absorción es una herramienta eficaz para la descontaminación de aguas residuales (a través de un proceso llamado biosorción). La Universidad de Granada fue pionera en esta técnica, que consiguió utilizar los huesos hasta en nueve ciclos de descontaminación de residuos vertidos al agua.
Marcas de automoción ya emplean pigmentos del hueso de aceituna para tintar tapicerías de sus vehículos, evitando la generación de residuos tóxicos en la fabricación de tintes, además de obtener un pigmento biodegradable.
Una pequeña explotación de la Sierra Morena jienense ha obtenido el premio al mejor queso del mundo. Un producto artesanal y ecológico cien por cien que tiene la peculiaridad de que usa el hueso de aceituna en el proceso de final de maduración.
Un humilde negocio que ha dado la vuelta al mundo. En otro orden, también se está experimentando en la extracción de semillas del hueso de la aceituna para la elaboración de harinas, con un alto contenido en fibra y omega-3.
Esta idea de utilizar el hueso de aceituna en la gastronomía ya pasó por la cabeza de Ángel León, conocido como El Chef del Mar, que desde 2008 usa el hueso de aceituna en sus cocinas para el ahumado de sus productos.
Cada vez son menos los considerados como desperdicios alimentarios de los que no se pueda sacar partido. Y el hueso de aceituna es un llamativo ejemplo de que algo tan simple puede convertirse en un producto de extraordinarias posibilidades para la mejora de la vida de los ciudadanos.