Finanzas verdes: es la hora de invertir en el futuro del planeta
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Bankia
22 Septiembre, 2016
El G-20, una cita que periódicamente reúne a los países más industrializados y las mayores economías emergentes, se ha reunido a principios de este mes en Hangzhou (China). El país anfitrión llevaba a la cita una agenda en la que el crecimiento económico global, frágil y mal distribuido, ocupaba el centro del debate. Pero lo hacía desde un enfoque particularmente llamativo: el de las finanzas verdes.
Este planteamiento parte del análisis de la evolución económica durante el último siglo: el espectacular avance del siglo XX se ha hecho descuidando los recursos naturales. Empieza a ser frecuente que los foros económicos internacionales de primer nivel pongan sobre la mesa la cuestión de la sostenibilidad y el medio ambiente, como puso de manifiesto la pasada edición del foro de Davos.
La cuestión se puede enfocar desde diferentes perspectivas. En este mismo blog ya hemos hablado de la economía circular, del consumo colaborativo o de las acciones para que las pymes sean más sostenibles. Economía y sostenibilidad comienzan a hablar el mismo idioma. Pero desde el ámbito financiero se habían dado pasos muy discretos en este camino. Algo ha comenzado a cambiar.
“Los ministros de Finanzas y los gobernadores de bancos centrales del G-20 han comenzado a emprender un cambio de mentalidad asombroso. Están cada vez más convencidos de que las “finanzas verdes” que financian un crecimiento sostenible para el medio ambiente- deberían estar en el centro de las estrategias de desarrollo económico”. Estas palabras llevan la firma de Ma Jun (Banco Popular de China) y de Simon Zadek (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente).
Más fondos para sostenibilidad
La conclusión de este G20 es que China está iniciando un cambio de rumbo, después de años esquivando los compromisos medioambientales globales. Y que para articular este nuevo plan está dispuesta a sacar la chequera : “China tendrá que desarrollar un amplio rango de nuevos instrumentos financieros, incluidos crédito verde, fondos de desarrollo verde, bonos verdes, productos de índices de acciones verdes, seguros verdes y financiamiento del carbono”, señalan Jun y Zadek en su artículo.
Pero no son los únicos, porque los retos son globales y las soluciones tienen que ir en ese mismo camino. “Los detalles varían de un país a otro, pero el objetivo es común a todos: alinear los mercados de capital con las necesidades de financiación de una economía inclusiva y sostenible”, concluyen ambos autores. No es una idea que resulte extraña a quienes conocen las llamadas inversiones socialmente responsables (ISR).
Es decir, que las finanzas verdes consisten en articular y favorecer la inversión para el crecimiento y desarrollo de empresas capaces de buscar y encontrar soluciones a los problemas medioambientales. En definitiva, poner el capital necesario para hacer un futuro mejor para el planeta y quienes lo habitamos.